El corredor de Sants
Lo que está claro es que éstos son turistas. Y parece que no son de Barcelona. Yo diría que han estado en Barcelona y ahora vuelven en tren. Aunque también podría ser que tuviesen la sede en Barcelona y ahora decidiesen viajar por la Península. Que no son de Barcelona lo diría por el sombrero de él. Creo que un sombrero así nunca te lo llevas puesto de casa al empezar el viaje. Creo que es algo que compras en el lugar de destino -si el lugar de destino es Barcelona puede ser un sombrero típico de cualquier otro lugar, como México o Sidney- dejándote llevar por el optimismo, la ilusión, igual que compras camisetas y chanclas. Como siempre sucede en las parejas heterosexuales que viajan, el hombre va más cargado que la mujer. Seguramente lleva cosas de la chica en su maleta, pero es algo que, claro, ni Guerrero ni yo podemos asegurar. Tampoco puedo asegurar que eso que se asoma por el costado derecho del chico no sea una guitarra. Estamos más acostumbrados a asociar guitarra con mochila y tren que a asociar guitarra con maleta de ruedas y tren. Aunque, quién sabe, este chico es capaz de haber comprado la guitarra -si es una guitarra- en una de las tiendas paquistaníes de recuerdos de La Rambla. Si es así, al volver a casa dirá que ha comprado una guitarra española en Barcelona. Al decir mochila, por cierto, no me refiero a la que lleva el chico colgando de un hombro. Esta mochila no es la mochila de un mochilero. Es la mochila suplementaria que al principio de las vacaciones te llevas dentro de la maleta por si acaso y que al regresar llevas llena de los regalos o de la ropa que has comprado. A veces, es lo más emocionante del viaje. Pensar en cuándo darás los regalos a sus destinatarios. Viajar siempre es como hacer una jornada laboral, tienes ganas de buscar un bar, beber sólo para sentarte y te da más el sol que en toda tu vida. Echas de menos tu sofá y los programas televisivos alienantes en tu idioma. Tu comida, tu no hacer nada, tu cama, sobre todo.
El corredor sugiere borreguismo y que, en realidad, las vacaciones no son una liberación, sino una esclavitud
Pero si están volviendo a casa tenemos que suponer que son europeos, ya que van en tren. Podrían ser españoles, desde luego, pero el sombrero de él me hace descartar la idea. Los que se compran sombreros en La Rambla son casi siempre extranjeros. También diría que son pareja, aunque no me baso en ningún indicio. Son chico y chica, y viajan juntos, por lo que no he imaginado que sean amigos. Desde luego, si son pareja, son una de esas parejas desiguales por tamaño que a mí me parecen tan interesantes. Siendo chica, una pareja masculina ideal para mí es la que te supera en tamaño. Y éstos dos, por cierto, podrían ser de distintas nacionalidades. Ella, pequeña y con el pelo liso y negro, podría ser japonesa. Él, de pelo rubio, podría ser holandés. Ambos podrían vivir en un país que no fuese ni el de él ni el de ella. Supongo que lo divertido de esto sería poderlo comprobar. Poder preguntarles a ellos: ¿Sois pareja? ¿Sois japonesa y holandés? ¿Volvéis a casa?
Lo que me parece interesante de esta fotografía es lo que parece indicar, claro. La pareja de turistas que va a coger el tren sigue las flechas. Por culpa de las obras sólo es posible llegar a la estación a través de este corredor. Y el corredor sugiere todo lo contrario de lo que estos chicos que vuelven de vacaciones creen que están haciendo. El corredor sugiere borreguismo, uniformidad, matadero. Sugiere que, en realidad, las vacaciones que estos chicos han preparado durante tiempo (habrán ido al equivalente de la librería Altaïr de su ciudad, habrán comprado libretas Moleskine y guías del Trotamundos para no hacer como los demás turistas) no son una liberación, sino una esclavitud.
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