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FUERA DE MIS CASILLAS | GENTE

Alegrías digitales

Menos mal que Rosa Regàs matizó o aclaró en este diario su comentario acerca de que no lee periódicos y de que se alegra de que estén cayendo las tiradas de los que se meten con el Gobierno. O sea, que no dijo que se alegraba de que estén bajando las ventas de todos los periódicos, sino de aquellos que a ella no le gustan y que son de derechas. Menos mal. Pero de eso, de la rectificación, me enteré después. Y me asusté.

Porque días antes había leído los resultados de un estudio realizado por el instituto norteamericano Veronis Suhler Stevenson, que predice inversiones publicitarias masivas en la Red, frente a la reducción drástica de los anuncios en los diarios impresos. A 45 millardos de euros ascenderá el presupuesto publicitario de la prensa estadounidense en 2011.

Yo misma ya apenas compro diarios escritos, entre otras cosas porque vivo en el Líbano, en donde de la docena de periódicos que se publican el 90% habla bien del Gobierno -del de allí-, y porque los que entiendo, The Daily Star y L'Orient-Le Jour, se encuentran por Internet. Lo cual significa que yo misma me estoy poniendo la cuerda al cuello, en términos de impresión en papel y periodísticamente hablando.

Sin embargo, el uso inmoderado que hago de la lectura de diarios y revistas por Internet me ha convertido en una especie de mutante alterna que, si bien acudo a elpais.com -lo primero-, en cuanto me he empapado de las últimas noticias y de las novedades interactivas, me bajo el PDF, para verlo, aunque sea menos actual, con las páginas que no puedo tocar y que, dicen, en menos de dos décadas serán ya historia. ¿Por qué lo hago? ¿Por sentimentalismo? Puede. Sobre todo, por profesionalidad. A ver cómo nos ha quedado el diario hoy. Con el digital pasa que no puedes controlarlo, no tiene ni principio ni final. Puedes juzgarlo, como todo, pero de otra manera. Sin cerrar página. Implica también un nuevo modo de crítica: participando. Lo cual también lo cambia todo.

Y me he acostumbrado a ir con mi pequeño ordenador portátil y mi conector de wi-fi a todas partes (en casa sólo me da la señal debajo de una foto de Marilyn Monroe, justo en la línea de la entrepierna), de forma que ya no noto diferencia alguna entre la emoción que me provocan las noticias que leo en pantalla y las que podría leer en papel.

Marronazo para la ONU en Irak, servido por el conserje de EE UU, Ban Ki-moon. Lo leas como lo leas, resulta impresionante que, cada vez más, Naciones Unidas ejerza de ONG armada al servicio del nuevo Imperio. Cruce de crucero con patera en el Mediterráneo: esto no pasaba cuando el Titanic, en donde los inmigrantes viajaban en la bodega y, de no haberse hundido el buque, habrían encontrado trabajo. Y lo que es peor: Angelina Jolie renuncia a su bisexualidad.

Lo que me cuesta más es leer el hola.com, dado que soy aficionada a manosear cuidadosamente sus relucientes páginas, dejando para más tarde -para un momento tenso- la tarea de retorcer aquéllas en donde salgan fotos de Mis Personajes Detestados Favoritos y preservando intacta mi sección predilecta: la de cocina.

Si me quedo sin trabajo impreso y me encuentran mayor para meterme en un punto com, me ofreceré a la nueva RTVE que quiere este Gobierno, para representar a los sin rótula de España en los concursos de baile.

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