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Entrevista:RICARD ESTRUC | Presidente de la Federación Fiesta Mayor de Gràcia

"Debemos dar ilusión, pero las cosas no están para verbenas"

Ricard Estruc se estrena como presidente de la Federación Fiesta Mayor de Gràcia. A pesar de su cariño por los festejos, habla sin tapujos de los difíciles retos que tiene por delante, entre los que destaca el de frenar la caída de calles engalanadas que participan en la celebración por la carencia de locales donde elaborar los adornos.

Pregunta. ¿Qué es lo más urgente por resolver?

R. Conseguir que las entidades que forman la federación no tengan que sufrir constantemente lapsos económicos. La fiesta mayor de Gràcia no se cocina de un día para otro.

P. Es decir, piden más dinero a las administraciones.

R. Es cierto que necesitamos ayuda de las administraciones, pero también nos hemos de poner al día en conceptos básicos como el de la profesionalización de la entidad. Debemos mentalizarnos de que vamos a constituirnos en fundación de una forma inmediata. Así seremos un mercado más apetitoso para las empresas privadas, lo que nos permitirá conseguir nuevos ingresos y patrocinadores. Es un proceso complejo porque tenemos un modelo asambleario muy rígido. La fundación tiene que estar en marcha el año que viene si queremos subsistir.

P. En esta edición apenas se notan cambios en la fiesta.

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R. Este año las cosas son como son porque no hemos tenido tiempo de hacer muchos cambios. El año que viene ya se notarán. Sobre todo, en la programación. Los macroconciertos en la calle de Bailén van a desaparecer, porque no son buenos si queremos huir de la masificación.

P. ¿Por qué se incorporan tan pocos vecinos a la tradición de engalanar las calles?

R. Poco a poco se van incorporando, lo que ocurre es que nos ven sufrir demasiado y eso no es del agrado de nadie. Debemos intentar que la gente participe dándoles motivos de ilusión y no de pesimismo, pero la realidad es que ahora las cosas no están como para hacer verbenas.

P. ¿El vandalismo contra los adornos va a menos?

R. Sólo pedimos respeto y civismo, que son las dos palabras mágicas. Naturalmente, la gente lo tiene, pero contra los incontrolados de siempre es imposible actuar.

P. El público ideal para ustedes es el familiar, ¿no?

R. Aquello del hombre orquesta y de la discoteca móvil casi ha desaparecido. La programación ya es básicamente vecinal y familiar, abierta a todos.

P. Mucha gente no viene a disfrutar de la fiesta tradicional, sino a estar en las plazas para beber cerveza hasta la madrugada.

R. Es un público al que estamos acostumbrados todos los fines de semana.

P. ¿Qué propuestas tiene para el problema de los locales?

R. Lo ideal sería que cada entidad tuviera su propio local y en su calle, pero esto es una utopía. Debemos dejarnos de romanticismos y buscar soluciones prácticas. En Gràcia tenemos una red inmensa de asociaciones que hacen actividades durante diferentes épocas del año. Se podrían compartir espacios y gastos, por ejemplo.

P. Las ayudas públicas parecen haber tocado techo.

R. Que la Administración nos dé 400.000 euros no quiere decir que nos pague la fiesta, porque tiene un valor incalculable si añadimos todas las horas que le dedican los vecinos, los gastos de alquiler, los impuestos, la luz, el agua...

P. ¿Cómo va con los organizadores de las fiestas alternativas?

R. Las relaciones son correctas, pero eso no significa que compartamos según qué criterios. Me cuesta entender lo de alternativos a la fiesta mayor. Porque si fuera algo que organiza la Administración, como la Mercè, pues podríamos entender que hubiera una alternativa. Si realmente quieren ser alternativos de verdad, que se busquen otras fechas. Pero la realidad es que últimamente nos hemos tenido que poner de acuerdo para evitar algo que se nos estaba escapando de las manos: el asunto de la seguridad. Contra esa fiesta, la federación no tiene ningún inconveniente, aunque es cierto que preferiríamos otra cosa. A lo que nos oponemos es a esos grupos satélites de la fiesta alternativa que se dedican a destrozar y boicotear año tras año la fiesta mayor de Gràcia.

P. ¿Qué dice a los vecinos que consideran esta fiesta un tormento por los ruidos y la masificación?

R. A los vecinos que se quejan sólo puedo decirles que lo lamentamos. Es algo frecuente en el barrio, pero con las fiestas se agrava. Con acierto, las fuerzas de seguridad permitieron el año pasado que la gente se marchara poco a poco. Entendemos que es una medida de cordura esencial y también entendemos que los vecinos afectados no estén de acuerdo... Pero no hay alternativas; no podemos tener cada noche una batalla campal.

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