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Entrevista:CONSAGRADOS Y NOVATOS

"Un filósofo ha de ser intempestivo"

El pensador Emilio Lledó habla con su joven colega Carlos García Simón

Juan Cruz

Emilio Lledó, casi 80 años. Un veterano que hace filosofía. Carlos García, 27. Es filósofo, ya terminó la carrera. Se encuentran una mañana en la casa del maestro. Les dejamos hablar.

Emilio. Te conocí en La Casa del Libro, donde trabajabas; ahora estás en Fuentetaja. Tus amigos me hablaban con mucho afecto, y nos hicimos amigos. Qué pena que no te tuve de alumno. Lo que me interesó de ti es que me ofrecías libros interesantes y que sabías quién era Luigi Nonno. Una extraordinaria persona, un político de izquierdas, hijo de la burguesía veneciana, y un músico excepcional.

Carlos. De ti yo sabía: una puerta excepcional a la filosofía, me dejaste adentrar en el pensamiento griego. Y tú también eres músico, un pianista oculto.

E. Eso está bien, oculto.

C. Nunca te dije que te leí en COU, El surco del tiempo. Y en primero me abriste el camino de la filosofía, de la hermenéutica. Con una hermosa escritura. ¡Durante un tiempo sólo te leía a ti! El silencio de la escritura, El surco del tiempo, Lenguaje e historia... Hermosos artículos. Mantienes la pulsión literaria, eso se aprecia y se necesita.

Periodista. Pulsión literaria y entusiasmo. No sé si ésa es una condición del profesor.

E. Lo que se llama entusiasmo es energía, y la tuve también cuando no escribía sino que preparaba las clases. Un deber magnífico. Yo siento que ser profesor es una función social, no eres un individuo sino parte de una comunidad. Yo sentía que yo no era importante pero sí mi función. Mil veces haría lo que hecho, si naciera mil veces.

C. Cumples una triple función: eres el maestro en el sentido normal de la palabra, el intelectual que tiene que estar en el centro del debate político, y eres el filósofo que tiene que ser intempestivo.

P. ¿Qué quiere decir intempes-tivo?

C. Aquel que se resiste a ser del todo comprendido en su tiempo, que mantiene entresijos.

E. Pero el filósofo tiene que mostrar una cierta claridad o contundencia en lo que expone. Una vez explicaba a Kant en Barcelona y de pronto lo comprendí, creo que del todo; me encontré intempestivamente con su pensamiento.

P. ¿Y ante qué hay que ser intempestivo?

C. Lo intempestivo es lo que no se puede pensar, y puede que nunca se pueda pensar. Nietzsche nunca se podrá pensar del todo.

E. Yo me siento intempestivo intentando romper la muralla de lo que se dice en los medios; estamos estableciendo nuevos muros de Berlín, aceptamos como normales situaciones irracionales, inmorales o, peor aún, amorales... Oye lo que dicen las tertulias... Por cierto, Carlos, me decías por teléfono algo que me interesa mucho: que somos de la misma generación. ¡Habría que hablarlo!

C. Como criterio no tiene mucho sentido lo de las generaciones. Una nueva generación parece que tiene que negar la anterior. Se necesita confrontar. El criterio cronológico es muy pobre.

E. Sin duda. ¡Qué es eso del criterio cronológico! Yo me siento igual que te sientes tú... Me siento el mismo, lo recalco, el mismo que con veintipocos años se fue a Alemania y el mismo que volvió a España con 32 a ocupar una cátedra en un instituto de Valladolid, y el mismo que se fue a La Laguna... Soy aquel que fui, y confieso que eso me da una cierta tranquilidad autobiográfica... Claro que he variado, pero me encuentro próximo a ti. Cuando he hablado contigo he sentido que dos cerebros se estaban comunicando, y el tiempo no contaba para nada... Por supuesto que tengo en la memoria la guerra, cosas que tú no has vivido porque pasaron hace mucho tiempo.

C. Pero demasiado poco tiempo. Tú has estado en primera línea de fuego, en los setenta eras un intelectual muy comprometido, y sigues estándolo. Y compartes este compromiso con mi generación.

E. El tiempo se aglutina porque hay un cierto horizonte idealista, un horizonte que hay que mantener. Si no hubiera ese horizonte seríamos tan sólo pulmones respirando, estómagos digiriendo, unos ojos que ven. Y lo que nos hace ser lo que somos es el espíritu, un espíritu con escuela.

C. Yo es que soy un carca; sigo pensando en la educación, paideia, esa gran palabra.

E. Tú de carca no tienes nada.

C. A mí me parece que a la educación le hace falta ahora una perspectiva de la ciudadanía, de lo político...

E. ¡Ves como somos de la misma generación! Eso es lo mismo que yo pienso; un ser humano no se puede educar sin principios, en unos cauces de libertad... La vida humana parte, decía Aristóteles, de la elección; me tengo que mirar al espejo para saber quién soy... El amigo es tu otro yo... Esos ojos te quieren.

Los filósofos Carlos García Simón y Emilio Lledó, en la casa del maestro.
Los filósofos Carlos García Simón y Emilio Lledó, en la casa del maestro.RICARDO GUTIÉRREZ

Carlos García Simón

Como un mazazo, Carlos García Simón lanzó esta frase: "Mi preocupación ahora es que la política se convierta en periodismo". Que se haya banalizado el periodismo y que se haya banalizado la política. Y luego lanzó otra, para variar un tercio: "La lectura, tampoco es mala cuestión. Se publica más, ¿pero se lee más? Se leen más palabras, ¿pero se comprende más?". Y aún hubo tiempo para que dejara en el aire la siguiente: "El lenguaje pasa de ser casa y se convierte en cárcel".

Emilio Lledó

Don Emilio Lledó -algunos alumnos de sus primitivas clases, en Madrid, en La Laguna, en Barcelona, en Valladolid, le siguen tratando de don- escribe ahora sobre la amistad; es tan entusiasta como lo fue en sus años juveniles; esa vitalidad -el entusiasmo- es uno de los orgullos del pasado; el otro, muy grande, sus hijos. Y una preocupación, la mentira. "Que haya gente instalada en la mentira y crea que ésa es la verdad, que la ignorancia nos corrompa; ésa es mi preocupación ahora".

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