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Columna
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¡Extra, extra!

La irregular canícula del verano de 2007 ha visto perpetrado con premeditación, alevosía, nocturnidad y escalamiento de fachada el cierre de Estravagario, el programa de libros de Javier Rioyo en La 2 de Televisión Española. El agravante de nocturnidad es un decir porque todo ha sido en pleno día, cuando calienta el sol aquí en la playa y sin pasamontañas. En todo caso, la noche avanzada era el hábitat natural de un espacio cultural que, como tantos otros, se vio relegado a las madrugadas de los viernes, momento impensable para arrastrar masas de intelectuales carpetovetónicos. Fácil y como de cachondeo el argumento de que aquello no tenía la audiencia suficiente. Las televisiones públicas airean su compromiso con la sociedad y la cultura y asfixian a los aireadores. Toda una contradicción. O no.

La alternativa al único programa nacional en abierto dedicado a la literatura (con todos los defectos que se le quieran achacar) va a ser un par de programillas que pretenderán aumentar el radio de acción y acercar los libros a más gente en horarios de máxima audiencia. En otras palabras, que se promocionará la ficción de hipermercado, los libros de autoayuda y las memorias de la farándula. Todo ello resulta tan útil para equilibrar el mueble con el home cinema como las obras completas de Schopenhauer y, como nadie se preocupa de qué es lo que sostiene el aparato que nos escupe Torrente 3, viene dando igual. O no.

Es el momento del retorno a la novela de Ana Rosa Quintana, caída en desgracia tras el plagio que se le achacó en su momento. Lo que no quiere decir que la literatura más popular y liviana de toda la vida se salve de la quema catódica porque aún hay clases y ni de coña es lo mismo una novela de Agatha Christie que las memorias de Pipi Estrada. ¿O sí?

Los anglosajones distinguen en los estantes de sus librerías entre literatura y ficción. Es así que el Quijote, La muerte de Virgilio o Cien años de soledad aparecen en la sección de literatura; y Dan Brown o Stephen King campan por sus respetos en la sección de ficción. Una distinción perversa entre lo fácil y lo difícil. Si en vez de libros fueran sudokus, faltarían los estantes de "muy fácil", "medio" y "muy difícil". Si este tipo de clasificación se rotula con aquellos rombos de la tele que advertían de la edad aconsejable del espectador, los programas de libros que se nos avecinan serán para todos los públicos y el de Rioyo, clasificado X. Esta equis entendida, por supuesto, como el tachón que elimina al espectador posible porque ya no está en el censo: falleció de muerte natural a los 107 años tras pasarse media vida intentando entender una novela cualquiera de Philip K. Dick. La ciencia ficción se nos avecina de nuevo y veremos a los nuevos anunciadores de novedades editoriales proclamando las excelencias literarias de José Bono (¡qué atrevimiento y qué quiebro estilístico escribir "eg que" en vez de "es que"!) tal y como hizo en su momento Fernando Sánchez Dragó con José María Aznar y su cuaderno azul plagado de poemas que pondrían de color rojo a Rainer Maria Rilke. Esta asignatura es, pues, una maría.

En la Televisión de Galicia se cubre un vacío cósmico con Libro aberto, el programa dirigido por Luis Rei y presentado por Manuel M. Romón. Parece que cae de cajón que una televisión pública dedique espacios a cuestiones culturales al margen de la audiencia: se trata de cubrir una información que no es que no sea rentable pero que no hace millonario a nadie. Es el problema de la cultura de masas: si no nos forramos, no interesa; si no tenemos audiencia, que le den; si no salimos en los magazines del corazón, no existimos; si tu programa se emite en miércoles y a las once de la noche, quítate de en medio y lárgate del medio. Esta es la estrategia aplicada por los nuevos directivos de Televisión Española a la hora de despachar a Rioyo y su equipo: un caso de ceguera demagógica de extraño talante a estudiar por el Padre Brown. Estravagario fue sólo un extra más de una política cultural cada vez más menos extraordinaria y cada vez más ordinaria.

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