Pinceladas de una pasión mexicana
Una ruta por los lugares donde Frida Kahlo y Diego Rivera dejaron huella
Hay quien los llama los Adán y Eva mexicanos, la pareja primigenia, el tándem fundador de una nueva visión de la cultura mexicana. Mirar y pensar México desde los ojos de Diego Rivera y Frida Kahlo exige sumergirse en aquel país abierto y esperanzado tras la revolución de 1910, en un lugar que empezó a ser parada de artistas y pensadores clave de la primera mitad del siglo XX y que tenía como principales anfitriones a la pareja Kahlo-Rivera. Exige además buenas dosis de humor y de gusto por las calles y las gentes, como ellos tuvieron. Y, desde luego, una mirada crítica al trotskismo y al estalinismo, aguas por las que navegó con ambigüedad la pareja y que acabaron degradando su perfil.
Diego Rivera visitaba a Frida Kahlo los domingos antes de que se casaran en 1929, interesado, más que por su obra, por el magnetismo de aquella joven cejijunta y desafiante a la que llevaba 20 años
En el lago de Pátzcuaro, en Michoacán, la pareja Rivera-Kahlo, los Trotski y André Breton pasearon por los pueblos que los días 1 y 2 de noviembre celebran el Día de Muertos
Cuando se cumplen 100 años del nacimiento de la artista latinoamericana más cotizada del mercado del arte y 50 años de la muerte de su esposo y muralista, la excusa juega a favor de los buscadores, y recorrer México siguiendo el rastro de esta pareja casi mitológica se antoja una de las formas más fascinantes de caminar por el país que convirtieron en materia prima de sus obras. Rivera, desde la exaltación política y la genialidad de un trazo preciso y depurado; ella, desde la introspección emocional y visionaria, la sutileza y radicalidad con la que se reivindicó como mujer, el sufrimiento, un muy particular surrealismo y el lenguaje del retrato popular.
Ese México de la calle que Frida y Diego amaron y enaltecieron se encuentra no sólo en los espacios donde cuelgan sus obras, sino en una mañana de domingo paseando por el mercado de La Lagunilla, en Ciudad de México, donde por apenas 15 euros se pueden comprar esos retablos o "milagritos" que inspiraron la obra de Kahlo. Se puede intuir bebiendo el amargo pulque de la pulquería La Risa, en el centro del Distrito Federal, local que aparecía de fondo en el cuadro temprano de Frida El camión. O tal vez perdiéndose por los pasillos del mercado de Coyoacán que la pareja frecuentara. Por eso nuestro viaje empieza en Ciudad de México.
1 CIUDAD DE MÉXICO
Es el lugar donde nació Frida Kahlo el 6 de julio de 1907 y al que Diego Rivera llegó desde Guanajuato cuando apenas tenía 10 años para estudiar artes plásticas en la Academia de San Carlos. Cuando se conocieron, en 1928, Rivera ya había pasado años estudiando en Europa y vinculándose a las nacientes vanguardias. Ya era el artista más admirado de México, y su fama de mujeriego y ególatra lo precedía.
Eso lo sabía bien Frida Kahlo cuando con 20 años se dirigió a la Secretaría de Educación Pública, donde Rivera pintaba murales de temática popular y marxista, a mostrarle al "maestro" algunos de sus cuadros más tempranos. Éste fue el lugar donde se conocieron formalmente y constituye el primer mural que retratara a una Frida proletaria. Ahí se inició una relación que duraría los 25 años de vida que le quedaban a Kahlo. Entonces, la pintora ya había sufrido el accidente -el autobús en el que viajaba fue arrollado por un tranvía- que le destrozó la columna y que trazaría los derroteros de sufrimiento que marcaron sus días y su obra.
Aunque si somos fieles a la cronología, por qué no empezar por la Casa Azul, el lugar que se lleva la palma por su contenido historiográfico. Allí nació Frieda (como solía firmar sus cartas), allí creció y mamó gracias a su padre, el fotógrafo húngaro de origen judío Guillermo Kahlo, el arte de la fotografía que tanto influyó su obra. Diego Rivera la visitaba los domingos antes de que se casaran en 1929, interesado, más que por su obra, por el magnetismo de esa joven cejijunta y desafiante a la que le llevaba 20 años. Esta casa del barrio de Coyoacán es el principio y el fin de la vida de la artista. Allí nació, allí vivió prolongados periodos, sola y junto a Diego, y allí murió. Sus cenizas presiden hoy la que fue su habitación.
Desde 1958 funciona como el museo que no se pueden perder los interesados no sólo en la obra, sino en los recovecos de su vida. Se guardan, entre muchos otros objetos, las páginas de su fascinante diario, lleno de dibujos y de comentarios dispares, que contiene líneas tan emotivas, jocosas y desafiantes como la frase con la que termina: "Espero alegre la salida y espero no regresar jamás".
Pero la Casa Azul fue también el lugar al que llegó León Trotski en enero de 1937. Aquí mantuvo un idilio con Frida, escribió parte de su biografía de Lenin, firmó junto a Breton y Rivera el Manifiesto por la libertad del arte y allí vivió hasta que se trasladó en 1939 a la cercana casa de la calle de Viena que hoy es sede del Museo León Trotski.
De la delirante y aterradora convulsión de aquellos años dan cuenta los atentados contra Trotski. El primero, fallido, fue en esa casa en mayo de 1940 comandado por el célebre muralista David Alfaro Siqueiros (el mismo que influyó en Jackson Pollock y su técnica del goteo) mientras dormía con su mujer, Natalia Sedova. Y allí finalmente perdió la vida de la mano del estalinista español Ramón Mercader el 20 de agosto de 1940. Tras haber logrado infiltrarse en el círculo más cercano del refugiado, se acercó al despacho de Trotski y le asestó un golpe certero en la cabeza con un piolet o pico de alpinista. El arma más inesperada con que se haya cometido un atentado.
La siguiente parada es el Museo Anahuacalli. Rivera atesoró artesanías hasta conseguir una de las más extensas y mejores colecciones de arte popular del país. Hoy esa herencia está depositada en el Museo Anahuacalli, cuya visita vale la pena aunque sólo sea por contemplar la arquitectura de fortificación ideada por Rivera, que rinde homenaje a las culturas maya, azteca y teotihuacana.
Interés arquitectónico, y mucho, tiene también la Casa Estudio Diego Rivera, que fue uno de los primeros edificios funcionalistas de América Latina. Proyectado por el arquitecto y amigo de la pareja Juan O'Gorman, fue habitado por ambos de forma intermitente y en espacios separados, que están unidos por un puente, de 1934 a 1940 -fecha de un divorcio que duró apenas un año-, y por Rivera hasta su muerte en 1957. Este museo no contiene demasiada obra, pero sí muchos recuerdos del pintor.
La última e inevitable parada en el sur de la ciudad está en Xochimilco. Es el Museo Dolores Olmedo Patiño, una antigua hacienda del siglo XVII que alberga la más extensa colección de los artistas y que guarda pinturas claves de Kahlo como La columna rota. Ya en Xochimilco, se puede dar uno de los paseos favoritos de la pareja y, desde luego, uno de los más deliciosos que se guarda el DF: el transitar ocioso y gozoso en trajinera (embarcación usada por los aztecas) por esos canales que son patrimonio de la humanidad.
Una vez ventiladas las ofertas del sur de la ciudad, uno debe sumergirse en el caótico centro histórico del DF, donde la ruta pasa por una buena cantidad de edificios que albergan los murales firmados por Diego Rivera. En el camino entre un lugar y otro, conviene hacer parada en alguna de las cantinas con más encanto de la ciudad (como El Nivel, la más vieja del DF), y tal vez levantar el caballito de tequila e intentar imitar los modos de Frida, de la que se decía bebía "como un macho".
Cerca de allí está el Antiguo Colegio de San Ildefonso, que fue el lugar donde Frida Kahlo estudió, cuando era sede de la Escuela Nacional Preparatoria, hasta su accidente en 1925. Allí se presume que vio a Rivera por primera vez, mientras, subido a un andamio, éste pintaba su primer mural, La Creación, en 1923. A menos de cinco minutos, y a un costado de la inmensa plancha del Zócalo de la ciudad, está el Palacio Nacional, la sede de uno de los más impactantes murales de Rivera, que pintó entre 1929 y 1935 representando su visión de la historia mexicana desde épocas precolombinas hasta la revolución de 1910.
De camino a la Alameda Central nos topamos con el edificio art nouveau del Palacio de Bellas Artes, donde se encuentra el famoso mural futurista de Rivera El hombre controlador del universo. En Bellas Artes, además, se encuentra ahora mismo y hasta el 12 de agosto una exposición retrospectiva dedicada a Frida Kahlo, a la que seguirá en otoño una sobre Rivera.
A escasos pasos, no hay que dejar de visitar el Museo Mural Diego Rivera, que guarda el mural Sueño de una tarde dominical, donde no casualmente aparece retratada Frida al lado de una Catrina (personificación mexicana de la muerte en forma de una mujer sensualmente cadavérica). La visita podría cerrarse en el Museo de Arte Moderno, tal vez contemplando el famoso cuadro de Kahlo Las dos Fridas, que resume mucho de su mundo sentimental y pictórico.
2 JUCHITÁN
En este pueblo más bien feo no encontrará el visitante obras de los artistas, ni tampoco nada que pueda atestiguar su paso por la región conocida como Istmo de Tehuantepec, en el Estado de Oaxaca.
Pero tal vez valga la pena desviar el viaje por esta zona inhóspita del país para ser testigos de la organización matriarcal de este pueblo que tanto admirara Frida Kahlo. Aquí, las mujeres son las que llevan los negocios en el mercado al aire libre, las que venden flores, frutas y dan la cara vestidas de tehuanas. Ese mismo vestido de colorines y falda holgada fue el que Frida Kahlo convirtió en símbolo al gusto de su marido.
Hoy, este pueblo humilde se ha convertido en la capital informal del respeto hacia los homosexuales, incluido un festival gay en noviembre.
Los travestis, llamados muxes, se pasean por las polvorientas calles sin que nadie desvíe la mirada.
3 CUERNAVACA
En la llamada ciudad de la eterna primavera, Diego y Frida pasaron largos periodos e incluso su luna de miel, cuando Diego Rivera pintaba un mural en el palacio de Cortés. Esta ciudad, que fue parada de un buen manojo de artistas durante la II Guerra Mundial (desde D. H. Lawrence hasta Malcolm Lowry), es también la que alberga una de las más extensas colecciones de la pareja: la del matrimonio Gelman. Hoy se puede visitar en el Museo Muros.
4 LAGO DE PÁTZCUARO
En este enclave de Michoacán la pareja Rivera-Kahlo, los Trotski y André Breton pasearon por la media docena de pueblos que rodean el lago, que los días 1 y 2 de noviembre se convierte en uno de los enclaves más conocidos de México por su celebración del Día de Muertos, fiesta que fascinaba a Kahlo. Uno de estos pequeños pueblos, de población purépecha, es Erongarícuaro. En él, André Breton pasó temporadas durante la II Guerra Mundial y allí dejó como agradecimiento una cruz diseñada por él.
5 TEOTIHUACÁN
Es una parada típica de cualquier turista que pase por Ciudad de México, pero es válida también para nuestra ruta por dos razones. Una: el famoso paseo de Frida, Diego, Breton y los Trotski en el que Kahlo y el revolucionario ruso acabaron coronando la pirámide del Sol. Y dos: tal vez ayude a entender mejor un cuadro enigmático y crucial en la obra de Frida, Mi nana y yo. En él, la figura maternal que acurruca a la niña / adulta lleva una máscara perteneciente a la cultura teotihuacana, que apunta a la incesante búsqueda de mexicanismos que la artista volcó en su pintura.
6 GUANAJUATO
Allí nació Diego Rivera en 1886. Además del placer de pasear por sus calles, o de hacer una parada, nunca en solitario, en el callejón del Beso, se encuentra la Casa Museo Diego Rivera, donde una colección de unas cien piezas resume diferentes pasos en su evolución artística. Sus intrincadas calles, sus casas coloniales coloridas y su ambiente joven y artístico hacen de Guanajuato el rincón ideal para terminar un viaje que sólo buscó una excusa para recorrer algunos hipnotizantes lugares de México.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo ir- Iberia (902 400 500; www.iberia.com) vuela a México ida y vuelta desde Madrid y Barcelona, desde 709 euros, tasas y gastos incluidos. Un buen buscador para encontrar ofertas es Rumbo (www.rumbo.es).- JUCHITÁN: A 741 Kilómetros al sur del Distrito Federal. Salidas en autobús desde la Central del Sur, Tapo. Precio: unos 30 euros, depende de la compañía. CUERNAVACA: A unos 90 minutos de Ciudad de México. Salidas desde Central Autobuses Taxqueña. Unos 6 euros. LAGO DE PÁTZCUARO: A 303 kilómetros del Distrito Federal. Salidas en autobus desde la Estación del Norte por unos 18 euros. GUANAJUATO: A 473 Kilómetros del Distrito Federal. Salidas en autobús desde la Estación del Norte por unos 20 euros.Dormir- CIUDAD DE MÉXICO: Suites Coyoacán (0052 55 55 34 83 53; www.suitescoyoacan.com). Avenida Coyoacán, 1909. Colonia del Valle. Habitación doble, desde 67 euros.- Hostel Catedral (0052 55 55 18 17 26). república de Guatemala, 4. Colonia Centro. Ideal para mochileros.- Hotel Catedral (0052 55 55 18 52 32;www.hotelcatedral.com).Donceles, 95. Colonia Centro. La habitación doble cuesta unos 40 euros.Visitas- La Casa Azul (0052 55 55 54 59 99). Londres, 247. Colonia del Carmen.- Museo Casa de León Trotsky (0052 55 56 58 87 32). Avenida Churubusco, 410. Colonia del Carmen.- Casa Estudio Diego Rivera (0052 55 55 50 15 18). Rivera, 2, esquina con Altavista. Colonia San Ángel Inn.- Museo Anahuacalli (0052 55 56 17 43 10). Museo, 150. Colonia San Pablo Tepetlapa.- Museo San Ildefonso (0052 55 57 95 59 22). Justo Sierra, 16. Colonia Centro.- Palacio Nacional (0052 55 36 88 12 61). Plaza de la Constitución. Colonia Centro.- Palacio de Bellas Artes (0052 55 55 21 92 51). Avenida Juárez, 1 y Eje Lázaro Cárdenas. Centro.- Museo Mural Diego Rivera (0052 55 57 95 59 22). Balderas y Colón s/n. Colonia Centro.- Museo de Arte Moderno (www.conaculta.gob.mx; 0052 55 55 53 22 43).Paseo de la Reforma y Gandhi, s/n. Bosque de Chapultepec.- CUERNAVACA: Museo Muros (0052 77 73 10 38 48). Vicente Guerrero, 205. Colonia Lomas de la Selva.- GUANAJUATO: Casa Museo Diego Rivera (0052 47 37 32 11 97). Positos, 47. Centro.
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