Dos apasionados de la aviación
El alumno fallecido en Villanueva de la Cañada dejó su puesto de policía y quería ser piloto - Su instructor tenía 400 horas de vuelo
El accidente de la avioneta de Villanueva de la Cañada, ocurrido el jueves, truncó dos vidas dedicadas de lleno a la aviación. El alumno, Héctor Ferriols Catalán, de 36 años y ex policía municipal de Vila-real (Castellón), dejó su trabajo para trabajar en la Dirección General de Tráfico (DGT) en la capital. A partir de ahí surgió su pasión por los vuelos. Su instructor, Carlos Lionel Labrador Paquot, de 22 años, también había mamado la aeronaútica desde pequeño. La esposa de su padre trabaja en unas líneas aéreas comerciales. "Desde pequeño, no tenía otra cosa en la cabeza. Era su pasión", musitó la madre, visiblemente destrozada por la pérdida de Lionel.
La avioneta siniestrada, una Pipper PA-38 Tomahawk propiedad de la escuela de formación Aero Madrid, fue hallada a las 21.06 del jueves en un talud conocido como Las Ventegas, junto a la carretera M-600 y cerca del límite con la población de Quijorna. Los primeros en llegar fueron dos agentes de la Guardia Civil que vieron cómo el alumno, Héctor Ferriols, salió mal herido y falleció a los pocos minutos.
"Quería sacarse el título para trabajar en los helicópteros de Tráfico"
La torre de control del aeropuerto de Cuatro Vientos, de donde partió la avioneta, activaron la búsqueda al ver que no había regresado en el tiempo establecido. Tampoco habían comunicado ninguna avería. Fuentes de Aero Madrid explicaron que la avioneta había pasado todos los controles y revisiones. De hecho, el motor sólo tenía 800 horas de vuelo, una cifra muy baja. "Es muy pronto para decir nada de lo que pudo suceder. Ahora tendrán que ser los técnicos de Aviación Civil quienes determinen lo que ha pasado. Eso puede llevar varios meses", explicaron dos directivos de esta escuela de formación. Especialistas del Instituto Nacional de Técnicas Aeroespaciales (INTA) comprobarán si el motor sufrió una parada o alguna avería importante. La aeronave no ha pertenecido nunca a Airman, como informó ayer por error este periódico.
Ferriols dejó hace unos dos años de ser policía municipal en Vila-real. Decidió marcharse a Madrid para empezar a trabajar en las oficinas de la DGT. Su destino le hizo entrar de lleno con la unidad de helicópteros de Tráfico, con base en el aeropuerto de Cuatro Vientos. Esto despertó su pasión por el vuelo, según responsables de Aero Madrid. De hecho, su puesto de trabajo estaba situado junto a la base de las principales empresas de formación que hay en Madrid. Fuentes de Aero Madrid explicaron que Ferriols estaba sacándose a la vez el título de piloto de aviación comercial y el de helicóptero. "Las horas de vuelo de uno le valían para el otro", comentaron fuentes de la compañía. Ferriols residía ahora en Madrid y tenía novia.
El precio del curso de piloto de aviación comercial cuesta unos 70.000 euros. El de helicóptero es algo más caro. "Tenía pensado sacarse el título para trabajar en los helicópteros de Tráfico", añadieron fuentes de Aero Madrid. El cuerpo fue trasladado ayer por la tarde al tanatorio Montserrat, en Castellón.
Carlos Lionel Labrador llevaba un año trabajando para la escuela de formación. Sus compañeros le describieron como una persona muy responsable y que cumplía de manera perfecta el reglamento de seguridad aérea. "Era un crack, un magnífico piloto que tenía auténtica pasión por la aviación. Acumulaba unas 400 horas de vuelo. Se había sacado el título de instructor con nosotros y tenía mucho prestigio", añadió un directivo de Aero Madrid.
El cadáver de Labrador fue incinerado ayer por la noche en el cementerio de Móstoles.
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