Mi tarde con Paris
Mientras Tony Blair hacía la mudanza, y se llevaba su colchón de látex del número 10 de Downing Street, yo me encontraba en Los Ángeles grabando un cortometraje que protagonizaba junto a una marioneta que era un perro zombi. El corto se llamaba Choca la patita, y aunque yo intentaba darlo todo actoralmente hablando, ya en la segunda jornada de grabación todo el mundo comentaba que la marioneta tenía mas presencia que yo.
-¡Mamá! Los Ángeles de San Rafael, no, Los Ángeles, California, Estados Unidos.
-¿Y comes bien, hijo mío?
-Como en el Carl's Jr.
En una de esas tardes libres, en la que yo estaba viendo en el canal de pago E! cómo Nicole Ritchie y Paris Hilton intentaban desplumar una gallina con tacones, con tacones ellas, no la gallina, me llamaron de una página web para hacerme una entrevista. Querían que contara cómo era la experiencia de trabajar con el hijo de Jim Henson en el cortometraje que estaba haciendo. ¡Atiza! Con razón ese jodido muñeco actuaba tan bien.
-La podemos hacer por teléfono, si estás muy ocupado.
-No, veniros a mi hotel y la hacemos aquí.
Estoy en el Hilton.
-Chévere.
Sobre si realmente me alojaba en ese lujoso hotel, dejadme que os diga una cosa. Era una descomunal patraña.
Quedé al día siguiente por la mañana a las 12 con los chicos de la web, pero 15 minutos antes ya estaba yo en el hall del hotel haciendo como que pagaba los 500 dólares que te dan derecho a dormir y a desayunar y estar por allí y por allá. Como tardaban en llegar, pensé que era buena idea hacer como que bajaba de mi habitación y empecé a echar viajes en ascensor. Sexta planta, hall. Hall, sexta planta. Sexta planta, hall. Hall, sexta planta y así. En una de ésas el ascensor se paró y entró una chica rubia con unas grandes gafas de sol y tres voluminosos hombres negros. Fijaos cómo son los ascensores en el Hilton que podríamos haber jugado al juego de las sillas o haber hecho el trenecito chu-chu sin problemas.
En un momento dado la chica les ordenó a los tres voluminosos hombres negros que pararan en la cuarta planta y bajaran andando, y lo hicieron sin decir esta boca es mía.
Hay cosas que me gustan poco y otras que no me gustan nada, como por ejemplo quedarme atrapado en un ascensor. La chica había pulsado el stop entre la tercera y la segunda planta y me estaba mirando fijamente. Se había quitado las gafas de sol. Era la heredera de ese y de los otros siete ascensores, de todas las plantas del hotel y del hall también. Era Paris Hilton.
-Hola, soy Paris Hilton y acabo de salir de la cárcel del condado hace apenas cuatro horas. Eres la primera persona humana a la que quiero anunciar que soy una mujer nueva. Estando tantos días entre esas cuatro paredes he pensado mucho a solas. Nunca lo había hecho, lo de pensar a solas digo, bueno ni lo de pensar tampoco, o sea sí había pensado alguna vez, pero no de una forma guay y profunda. He sacado mogollón de conclusiones...
Entonces le sonó el móvil.
-Hola, Britney, ¿qué pasa, tía? ¿Quieres que hagamos algo esta noche? Estoy libre, ja, ja, ja.
Entonces llamó al timbre y vinieron a sacarnos. Días después, en el aeropuerto compré una revista donde se veía a Paris Hilton y Britney Spears con una peluca rosa, parecían más espirituales, no sé. Por cierto, la entrevista para la página web al final se la hicieron a la marioneta.
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