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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Michel Serrault, monstruo sagrado del cine y el teatro francés

Fue galardonado con tres premios César y un David de Donatello

El cine francés ha perdido uno de sus mitos. El actor Michel Serrault falleció el pasado domingo en Honfleur (Calvados, Francia), tras una larga lucha contra el cáncer, a los 79 años.

La carrera de Serrault abarca más de 130 películas, algunas de ellas legendarias. Tres premios César adornan su currículo: el primero de ellos, obtenido por su trabajo en Vicios pequeños (1978), donde ofrecía una monumental interpretación de un afectado y escandaloso travesti; el segundo por Garde à vue (1981), de Claude Miller; y el tercero por Nelly y el señor Arnaud (1995), de Claude Sautet. "Es más fácil hacer el payaso que ganar un César", fueros las palabras del actor al recoger el último de ellos.

Serrault nació en la localidad de Brunoy, al sur de París, el 24 de enero de 1928. Desde niño mostró su inclinación por el mundo del espectáculo, afán que logró hacer convivir con su fervor religioso. Tras pasar por el seminario, lo dejó y Serrault confesaría posteriormente: "La sonrisa de una joven me convenció de que estaba poco dotado para la castidad".

Serrault estudió arte dramático en París y, tras un frustrado intento por ingresar en el Conservatorio de la capital francesa, se enroló en una gira teatral por la Alemania de posguerra, en el seno de la troupe de los Branquignols de Robert Dhéry. Fue entonces cuando abrazó el mundo del cabaré, tras conocer al actor y director Jean Poiret, con quien trabajaría durante años en un dúo paródico. Su amistad hizo posible que ambos llevasen a escena la obra La cage aux folles, escrita por Poiret, que relataba las burlescas peripecias de una pareja de homosexuales; la interpretaron entre 1973 y 1978, en especial en el teatro del Palacio Real de París, antes de pasar a la gran pantalla.

La cage aux folles, estrenada en España como Vicios pequeños, marcó la consagración de Serrault, a los 50 años, como actor estrella del cine francés. El público acogió asombrado su interpretación travestida y alocada, la aparente sencillez con que elaboraba un personaje al límite y lo convertía en entrañable para cualquier aficionado. En cualquier caso, por entonces ya había logrado convertirse en un rostro popular gracias a sus intensos trabajos en comedias de serie B y en algunos filmes de cierto renombre como La bella americana (1961), dirigida por su amigo Robert Dhéry y Le répos du guerrier (1962), de Roger Vadim, junto a Brigitte Bardot. Fue Serrault un actor de infinitos registros interpretativos, capaz de abordar indistintamente, y con igual categoría, drama y comedia. Su voz, tan poderosa como dúctil, y su enfebrecida mirada se conjugaban con un talento técnico incalculable. Como los verdaderamente grandes, Serrault lograba el milagro de la absoluta naturalidad.

El público siempre le demandaba papeles cómicos, (se definía a sí mismo como "el alma de Chaplin en un cuerpo de boticario"), pero Serrault luchó por afianzarse como actor total. Ya en 1975 había interpretado a un estrangulador de mujeres en L'ibis rouge, de Jean-Pierre Mocky; en 1990 encarnaría a un villano como el doctor Petiot, y en 1997 el actor y director Mathieu Kassovitz, uno de los enfants térribles del nuevo cine francés, le ofreció un personaje inmenso y terrible, que en los inicios de su carrera hubiera parecido impensable: el veterano y despiadado asesino a sueldo de Assasin(s): la mirada de Serrault echaba fuego mientras devoraba en la pantalla a un jovenzuelo como Kassovitz.

Cierto es que en una carrera tan prolífica abundan las películas mediocres, por completo indignas de su talento, pero Serrault no se preocupó demasiado por ello: las llamaba "mis ejercicios de estilo".

En los años ochenta, su figura se agigantó aún más. Trabajó a las órdenes de Claude Miller en Garde à vue (1981), su segundo premio César, bajo la batuta de Chabrol en Los fantasmas del sombrerero (1982) para repetir con el cineasta años más tarde en No va más (1997), fue dirigido por Francis Girod en Mi amante prohibido (1984)... la relación sería interminable, pero resulta obligatoria la referencia a su labor en 1995 en Nelly y el señor Arnaud (tercer César para Serrault), un atormentado drama de Claude Sautet, en el que el artista desplegaba sus más de 40 años de sabiduría como intérprete.

Durante su quehacer artístico, Serrault no abandonó nunca las tablas del teatro y cautivaría a los espectadores en obras tan dispares como El avaro, dirigida por Roger Planchon en 1986, o Knock, de Pierre Mondy, en 1992.

En sus últimos años, y aunque marcado por la enfermedad, continuó trabajando, llevando adelante sus propias palabras: "Cuando un actor no choca contra los límites de la realidad para emocionar o hacer reír, no es un artista".

Michel Serrault y Emmanuelle Béart, en una escena de <i>Nelly y el señor Arnaud,</i> de Claude Sautet (1995).
Michel Serrault y Emmanuelle Béart, en una escena de Nelly y el señor Arnaud, de Claude Sautet (1995).

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