Eduardo Martínez de Pisón
"En la base próxima al Polo Norte usaban el vodka como moneda"
El geógrafo Eduardo Martínez de Pisón, autor de En torno al Guadarrama (Ediciones La Librería, 2006), rememora su viaje al Polo Norte en la primavera de 1999.
Pregunta. Supongo que tuvo poco contacto humano.
Respuesta. No crea. Antes de llegar al Polo tuve que pasar por sitios como Khatanka, en el norte de Siberia. Es un antiguo enclave militar abandonado a la carrera cuando cayó la URSS y que ahora ha sido repoblado.
P. ¿Y quién vive ahí?
R. Unos pocos rusos, esquimales (los menos) y, curiosamente, descendientes de alemanes que sobrevivieron a campos de concentración de la II Guerra Mundial. Son pocos, pero tremendamente cálidos y amables.
P. ¿Cómo es el pueblo?
R. Desapacible. Parece sacado de Mad Max o El día después, con camiones del Ejército Rojo abandonados y horribles casas militares.
P. ¿Algo que visitar?
R. Hay un museo lleno de huesos de mamut (de hecho, hasta el XIX, la ciudad vivía de comerciar con marfil de fósiles de mamut). Y la taiga del parque natural de Taimir, donde se sitúa, es preciosa.
P. ¿Qué más paradas hizo?
R. Estuve en una base rusa llamada Borneo (todos los nombres son irónicamente tropicales). Está cerca del Polo. Bueno, unos días más y otros menos, porque flota sobre el hielo. Unos compañeros vieron cómo la placa se abría, partiendo en dos el campamento.
P. ¿Y qué hicieron?
R. Tienen un tractor -siempre en marcha para que no se congele- que rellena las grietas con hielo en cuanto aparecen.
P. ¿Y qué tal los anfitriones?
R. Muy animados. El vodka lo utilizan como moneda. Recuerdo que un día hubo un desayuno pantagruélico. Les dije: "Muy bueno, aunque copioso". Me contestaron que era la cena; habían estado 24 horas bebiendo vodka y decidieron cenar por la "mañana". Lo cual es un decir, porque allí en primavera es casi siempre de día.
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