_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Para muestra un botón

Seguramente la imagen no sea correcta o pueda resultar exagerada, pero imagino a seis o siete científicos de distintos países admirando juntos un botón para analizar la información que de él se puede sacar para la historia. Me refiero al botón hallado frente a la playa de Camposoto, en San Fernando, al parecer de un marino francés que formaba parte de la dotación de un buque que participó en la Batalla de Trafalgar, quizá el Fuogueux. Todos esos científicos llegados de Francia, del País Vasco, de Andalucía, expertos en historia, en química, en arqueología subacuática, a la búsqueda de información a partir de un humilde botón, un pequeño objeto destinado a cerrar una prenda en un ojal. Imagino al marino francés que lo llevaba que ni en sueños pudo imaginar tamaña atención a esa sencilla prenda 200 años después. Son los procedimientos de la ciencia: lentos, meticulosos, sometidos a la prueba de la verificación por otros expertos lejanos y ausentes.

Es el mecanismo por el cual obtenemos la información de la historia, es el sistema por el cual durante décadas llevan trabajando en Atapuerca o en cualquier yacimiento. Es la manera en la que 100 años después de descubiertas todavía se analizan y se obtienen conclusiones de tumbas del antiguo Egipto. El Centro de Actividades Subacuáticas de La Caleta, en Cádiz, lleva años en un trabajo silencioso y prudente, alejado de los focos y del interés de los medios de comunicación.

Han tenido que soportar todo tipo de presiones pero el curso de una investigación es lento. Ahora se pretende realizar una carta con los buques hundidos en la Batalla de Trafalgar, desde el Santísima Trinidad, el "Escorial de los mares" como lo llamase Benito Pérez Galdós, hundido frente a la playa de los Alemanes de Zahara, cuando los ingleses lo llevaban a Gibraltar como el principal botín de la batalla. O el Bucentaure, el buque insignia de la armada francoespañola, hundido frente a la playa de La Caleta.

El mismo barco que alojaba al dubitativo Villeneuve a quien la historiografía patria culpa de la derrota y que hizo exclamar a Napoleón nada más conocer el resultado de la formidable batalla naval frente al cabo de Trafalgar "no puedo estar en todos lados". Buzos, historiadores, arqueólogos y todo tipo de expertos trabajan de manera callada para analizar y sacar conclusiones. De esta manera se lega a la ciudadanía información histórica sobre la batalla, de la misma manera que se sacan conclusiones sobre galeones hundidos, sobre pecios fenicios o romanos, sobre la verdad de esa fantasía que sitúa en el fondo marino del Golfo de Cádiz cientos de miles de millones de euros en doblones, en lingotes de oro y plata, en duros antiguos que tanto han dado que hablar, en duros columnarios de Carlos III, en tesoros que se traían de América para saciar las sedientas arcas de la Corona española y de los banqueros flamencos o genoveses, ese oro que nacía en las Indias honrado y venía a morir en España para ser en Génova enterrado.

Todos los cazatesoros del mundo han pasado por estas aguas con diferente fortuna, aunque la mayoría sin ningún resultado conocido, salvo que sacaran sus hallazgos de manera discreta, cuando en bolsa no cotizaba ninguna empresa de exploración marina. Se decía que por la base de Rota o por Gibraltar salían piezas extraídas del mar de manera fraudulenta.

Había buzos en Cádiz que sacaban piezas por encargo, algunos con la anuencia de corruptos oficiales del Ejército, como se comprobó cuando el Ayuntamiento de Cádiz se hizo con el Castillo de San Sebastián. Otros objetos volaron a lugares lejanos en un tráfico ilegal. Los expertos no podrán nunca analizar el material extraído ni las condiciones en las que se encontraron. La importancia que tiene el suceso del Odyssey es que se ha expoliado un yacimiento.

No sé si será el Mercedes u otro, pero se ha destrozado toda la información que tenía el pecio. No se van a poner en un museo las 500.000 monedas encontradas, pero es necesario sobreponer a la rapiña el derecho de los españoles a la conservación de su patrimonio frente a la piratería.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_