"Yo no necesito de la fama para ser feliz"

Además de feliz, es una mujer sin complejos. A las gordas, Teté Delgado las denomina amplias o grandezas. La vitalidad de su sonrisa no es una pose, es un estado ante la vida.

Pregunta. Comenzó con La Reoca, un concurso de la TVG, el regreso ha sido con Son de estrelas, otro concurso. ¿Siempre está regresando?

Respuesta. Siempre. Estoy muy contenta de volver a TVG después de mucho tiempo fuera. Muy contenta de que todo haya ido bien con un formato en el que me he implicado a tope con la gente.

P. Desmesuradamente, como es habitual en usted.

R. Sí, pero en esta ocasión me han echado el mejor piropo profesional de mi vida. Un niño de cinco años dijo: parece una mamá. Es fantástico. Mi implicación con los concursantes ha sido un placer. Sobre todo cuando ves cómo se crecen, cómo avanzan en la competición. Lo malo es que es un concurso.

Lo malo de los hombres a esta edad es que son como los baños de las gasolineras, o son una mierda o están ocupados

El concurso es la realidad metida en un programa de televisión. La derrota duele pero es muy bonito ver la superación

P. Verlos caer no es plato de gusto.

R. Es lo malo. En la competición se van yendo, ves cómo se hunden las ilusiones, como el esfuerzo da frutos o no. Al final gana sólo uno.

P. Son ustedes sádicos.

R. En absoluto. Es la realidad metida en un programa de televisión. La derrota duele pero también es muy bonito ver la superación, el triunfo. Yo siempre me propongo no cogerle cariño a nadie, pero es imposible. Es lo hermoso de esta profesión.

P. Juegan con la ilusión de la gente.

R. No. Se trata de ofrecerles una oportunidad y ver cómo la aprovechan. Aunque no ganen, pueden obtener el beneficio de darse a conocer... En publicidad eso suma millones. Al salir les toca mover ficha, aprovechar lo aprendido y la proyección alcanzada.

P. Los meten en la selva mediática.

R. A nivel nacional puede que este mundillo sea una selva. Se mueve mucho dinero y muchos intereses. Pero esto es Galicia y como mucho los metes en un maizal del que es fácil salir. Incluso se aprende a que cuando deje de sonar el teléfono queda el sueño, la experiencia.

P. Usted sabe de eso.

R. Mucho. Aunque yo no necesito de la fama para ser feliz.

P. ¿Una recomendación de su psiquiatra o de su confesor?

R. No. Lo he aprendido de algunos amigos con experiencia y luego del aprendizaje personal. Creo que soy igual de estupenda y de imbécil tenga o no trabajo.

P. Le dolía que TVG no la llamara.

R. Me dolía. Es cierto, pero no por la fama o por necesidad de trabajar, sino porque para mí TVG es mi casa. Aquí comencé, en ella he dejado sangre, sudor y lágrimas. También muchas alegrías. Y el olvido intencionado duele.

P. ¿Oculta el dolor con la desmesura?

R. La desmesura es natural en mí, en la alegría y en el dolor. Cuando se habla de Teté Delgado siempre hay un adjetivo calificativo enorme delante del nombre. Me encanta y es verdad, por eso las tibiezas cada vez me gustan menos. Yo no quiero caerle bien a todo el mundo. No es necesario.

P. ¿Es una concesión?

R. Puede. En la vida hay que tomar partido, hay que opinar y eso implica caer bien y caer mal. Hay que aceptarlo porque es la realidad.

P. Más desmesura. Tres programas de televisión en tres cadenas diferentes de modo simultáneo y una obra de teatro en cartel. ¿Quién da más?

R. Es un gran esfuerzo. Desde que estrenamos Gorda en el 2005 no he parado. Ya sabe, vacas flacas o vacas gordas. No hay elección.

P. ¿Es desmesurada porque se dedica a esto? o ¿se dedica a esto porque es desmesurada?

R. No lo sé. En esta profesión es muy difícil tener tiempo y dinero a la vez. Hay muchos desequilibrios, no es fácil saber cuándo se escapa la oportunidad o cuándo la atrapas.

P. También está la pasión.

R. Soy una mujer apasionada y tener pasión por las cosas es vivir. Sobre todo es una suerte poder vivir la pasión de lo que te gusta. Y eso es desmesurado.

P. ¿Tiene complejos?

R. De paquete, porque no consigo tener tiempo para sacarme el carné de moto.

P. ¿Disfruta comiendo?

R. Para mí, todos los placeres son algo extraordinario. También disfruto de éste, pero sé medirme en todo lo que hago en esta vida.

P. Más de dos años representando Gorda. Todos los días la abandonan en una playa por gorda. Fuera de escena ¿se siente abandonada?

R. (Suspira y ríe al mismo tiempo) Un montón de veces, pero no me importa porque también necesito sentirme sola. Hay ocasiones en las que pides ese pecho sobre el que recostarte y contar tus sentimientos. Eso también lo disfruto cuando toca. Lo malo de los hombres a esta edad es que son como los baños de las gasolineras, o son una mierda o están ocupados. El abandono no depende de mí, depende del cuarto de baño.

P. ¿Cansa repetir un personaje tanto tiempo?

R. Hay un momento en el que sí. Ahora me pesa el personaje de Elena, gordita simpática y abandonada. Yo se quién soy y no me importa que se rían de Elena, pero las costumbres se hacen leyes y es conveniente aparcarlo. Me quedan tres meses de representaciones y ya no más.

P. En la selva mediática ha conseguido el milagro de ocultar su intimidad.

R. Si quieres, puedes. Sobre todo porque hay gente dispuesta a vender la suya. No es mi caso y la prensa lo sabe y, quizá por eso, me respeta. Puede surgir un imbécil que rompa el pacto, pero en ese juego sólo entra quien le apetece.

P. ¿Es bueno mantener el misterio?

R. Sí. Sobre todo para que la gente pueda verme en la piel de un personaje y no en el personaje de mi vida real, que sólo me interesa a mí.

P. ¿Su personaje preferido es el de cantante?

R. Sí. Es una signatura pendiente que voy a retomar inmediatamente.