Eugene Bell, biólogo
Fue pionero en la ingeniería de tejidos y los injertos de piel
"Sus investigaciones abrieron la puerta a la estimulación dentro del campo de la ingeniería de los tejidos y gracias a ellas se llegó a su utilización terapéutica", afirmó en el diario The New York Times Linda G. Griffith, profesora de ingeniería biológica del Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde Bell llevó a cabo la mayoría de sus estudios.
Nacido en el barrio neoyorquino del Bronx, desde muy joven Bell sintió la llamada de la ciencia. Estudió en la Universidad de Nueva York y en la de Rhode Island y se doctoró en Biología en 1954 en la Universidad de Brown. Poco después entraba como profesor en el MIT, donde a principios de los setenta comenzó a experimentar con células de la piel. El objetivo era conseguir generar tejidos con los que se pudiera reemplazar la piel dañada por quemaduras severas u otro tipo de males.
En 1981, la revista Science se hacía eco de la investigación que durante varios años mantuvo a Bell encerrado entre laboratorios: él y su equipo habían implantado las células de la piel de un paciente en una masa de colágeno y gel, y habían conseguido que nacieran nuevas células, abriendo así la puerta hacia los injertos de piel. Además, como los tejidos eran generados por las células del propio paciente se evitaba el efecto rechazo que se produce, por ejemplo, en muchos trasplantes de órganos.Tras aquel logro, Bell continuó investigando y tratando de aplicar el mismo sistema de autorregeneración en la tiroides, aunque su experimentación nunca pasó de la fase animal a la fase humana.
En 1986, Bell decidió jubilarse pero no por ello dejó de trabajar. Primero ayudó a crear la empresa Organogénesis, dedicada a la producción de piel, tejidos y otros productos relacionados con la regeneración de ambos. Años después también fundaría la empresa TEI Biosciences, con objetivos similares.
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