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El juez portugués ordena prisión para el atracador tras interrogarle

El juez de Figueira da Foz ordenó ayer el ingreso en prisión preventiva de Jaime Jiménez Arbe tras tomarle declaración durante más de tres horas. Al salir a la calle tras el interrogatorio, miró de frente a las cámaras y gritó: "Hola a todos, soy El Solitario. ¡Salud españoles!".

Jiménez Arbe había llegado al juzgado en un coche de la Policía Judicial, que lo dejó a unos 20 metros de la puerta principal. Varias decenas de ciudadanos se acercaron a él, le abuchearon y le insultaron. Se generó un momento de enorme tensión. Los agentes que custodiaban el juzgado no lograron acordonar la zona y los policías judiciales tuvieron que abrirse paso a empujones. Jiménez entró sujetado del cuello por un agente sin poder ocultar el rostro. Empezó a declarar a las 16.30 ante el juez Gonçalo Barreiros acompañado por una abogada de oficio y un traductor.

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El Solitario tenía un arsenal en casa

Jiménez se enfrenta en Portugal a penas que podrían suponerle hasta 28 años de cárcel, calculan fuentes judiciales y policiales, por posesión ilegal de armas, utilización de matrículas falsas e intento de atraco. La complejidad del procedimiento penal luso podría retrasar su extradición a España. Responsables de las dos Administraciones dijeron ayer que buscarán una fórmula para acortar los plazos. El director de la Policía Judicial, Alipio Ribeiro, indicó a Efe que El Solitario podría ser llevado a España para ser interrogado y procesado mientras espera la resolución de su causa en Portugal.

Emboscada

Jiménez Arbe fue detenido por seis agentes portugueses, "muy fuertes y con valor acreditado", que protagonizaron una operación arriesgada. Le tendieron una rápida emboscada cuando éste caminaba, disfrazado y armado, hacia la Caixa de Crédito Agrícola de Figueira da Foz.

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Según el subdirector de la Policía Judicial, José Almeida Rodrigues, los agentes salieron a cuerpo descubierto del coche donde esperaban al atracador y lo redujeron "por sorpresa y a mano", lanzándose sobre él para inmovilizarlo. "Decidimos abordarlo así porque queríamos hacer todo lo posible para no matarlo. Queríamos cogerlo vivo", explicó.

"Sabíamos que era extremadamente peligroso, que iba armado y con chaleco antibalas", explica el oficial. "Si lo hubiéramos abordado con pistolas habría disparado, sin duda", advierte. El Solitario llevaba en la sobaquera una pistola cargada, con la bala ya en la cámara y el gatillo abierto.

La noche antes de ser detenido, El Solitario pernoctó en Quiaios, un pequeño pueblo situado a cinco kilómetros de Figueira. "Durmió en el coche, y lo cubrió con una tela de camuflaje militar de las que se compran en las tiendas", cuenta Almeida. Durante el traslado a las dependencias policiales de Coimbra, Jiménez Arbe se mostró "huraño y poco colaborador". Según la Policía Judicial, se resistió a entrar en la celda en la que durmió el lunes, y trató incluso de huir.

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