"Algunas mujeres sufren un auténtico terrorismo doméstico"
La Lei para a Prevención e o Tratamento Integral da Violencia de Xénero, aprobada esta semana por el Parlamento Gallego, ha concitado el entusiasmo de los sectores feministas. Ana Míguez Vigo, igual que otras representantes de organizaciones de mujeres, siguió de cerca el proceso.
Pregunta. ¿Esta ley autonómica satisface las expectativas de las feministas?
Respuesta. Las leyes relacionadas con la mujer nunca cubren totalmente las esperanzas de las feministas, pero no cabe duda de que se trata de un avance inmenso. Jamás habríamos imaginado estar ante un Parlamento que aprobara por unanimidad una ley de este tipo.
P. ¿Avanzamos sin riesgos?
R. La ley tiene aspectos muy positivos porque amplía las competencias y las ayudas de leyes ya existentes, pero es cierto que también hay riesgos.
P. ¿Por ejemplo?
R. Me preocupa que las mujeres no tengan necesidad de denunciar ante un juzgado la violencia para obtener ayudas económicas. Podrán alcanzarlas con un informe de los Servicios Sociales de su Ayuntamiento, y ésto dejará sin condena o en libertad al agresor. El avance es importante, pero no perdamos de vista que el 80% de las mujeres asesinadas por violencia de género no habían denunciado a su agresor.
P. ¿No es suficiente con el "salario de la libertad"?
R. No. Además no me gusta esa denominación. Las ayudas económicas son importantes, pero no la única vía. Hay que seguir desarrollando ésta y otras leyes, porque, ojo, este logro es consecuencia de un largo esfuerzo. Nadie nos ha regalado nada.
P. ¿Están las Administraciones en condiciones de brindar protección segura a las víctimas?
R. No. Seguimos en desventaja. Un político amenazado por ETA tiene de inmediato protección; una mujer amenazada, no.
P. Son circunstancias diferentes.
R. Algunas mujeres maltratadas sufren un auténtico terrorismo doméstico. Terrorismo machista. La Administración tiene que invertir en proteger a la mujer, pero ha de invertir mucho más en la vigilancia exhaustiva del agresor. Esto no se hace.
P. La mayoría de los hombres también está con ustedes.
R. Muchos se sienten avergonzados y reprueban esa violencia, pero a mí me gustaría verlos trabajando a nuestro lado.
P. Todo llegará porque la situación no tiene precedentes.
R. Se equivoca. Hoy no hay más muertes o malos tratos que hace unas décadas, sucede que ahora son visibles. La mujer se siente más segura y denuncia.
P. ¿Un pago por la liberación de la mujer?
R. De alguna manera, sí. La mujer ha evolucionado socialmente más y más rápido que el hombre, quien sigue manteniendo estereotipos del pasado de los que le cuesta desprenderse.
P. Las rémoras son para las víctimas.
R. Jamás se recuperan totalmente, las secuelas de la violencia de género les acompañan toda la vida.
P. Violencia de género. ¿No es más crudo, más real o más directo decir malos tratos?
R. Llámele como quiera. A mí me da igual violencia de género o malos tratos... Nos entendemos todos muy bien. Sin embargo, el concepto de malos tratos parece más dulce que el de violencia de género. Quizás tengamos que retomar el de violencia machista.
P. Un signo que parecía cosa de la incultura y del atraso, hoy no podemos decir lo mismo.
R. Ni hoy ni nunca. La violencia machista se vivió siempre en todas las esferas y niveles culturales. El maltratador no tiene un perfil, se da en todos los ámbitos sociales y en todos los tiempos.
P. ¿Por qué sigue habiendo mujeres que callan?
R. Porque son víctimas del síndrome de Estocolmo y porque hay que ser muy valiente para denunciar. La mujer sigue enfrentándose a una enorme indefensión psíquica, social y económica. Cuando desde Alecrín abrimos el primer centro de protección no podíamos decir que era para denunciar los malos tratos.
P. ¿Por qué?
R. Decíamos que era para asesorar a las mujeres sobre sus derechos. No sabe la cantidad de barbaridades que tuvimos que escuchar, porque según la costumbre la violencia doméstica pertenecía al ámbito de lo privado.
P. Los trapos sucios se lavaban en la casa...
R. Exacto.
P. ¿Por qué no se actúa de oficio cuando una maltratada retira la denuncia?
R. Las feministas lo venimos pidiendo eternamente. Debería bastar el enorme porcentaje de mujeres que retiraron la denuncia y acabaron muertas.
P. Un primer cachete es la semilla.
R. Es un síntoma. Un hombre que da una primera bofetada a una mujer le dará muchas más, no tendrá límite aunque el maltratador se arrepienta cada vez.
P. ¿El feminismo está condenado a ser eterno?
R. Se habla de que necesitaremos 400 años para llegar a una igualdad real. No lo sé. Sólo sé que nos quedan muchas cosas por hacer. El feminismo me enseñó que las mujeres debemos caminar de la mano, juntas.
P. Sobre todo ahora que vuelven los integrismos.
R. Ésa es otra triste historia. Las religiones siempre discriminaron y oprimieron a las mujeres como seres impuros o simples reproductoras. No podemos consentirlo en el siglo XXI.
FEMINISTA DE NACIMIENTO Y ACCIÓN.
Ana Míguez Vigo es presidenta del Grupo de Estudios Sobre a Condición da Muller Alecrín desde su fundación en 1985. Esta asociación, pionera en Galicia, nació con el fin de incorporar a las mujeres a la sociedad y con el propósito de eliminar los obstáculos que limitan su plena integración. Veintidós años después, ella piensa que valió la pena todo lo hecho, pero que aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad plena. Nacida en Santiago de Compostela en 1949, es Graduada Social y ejerce en Vigo. Militante de izquierdas desde los tiempos de la clandestinidad, siempre soñó con que la mujer estuviera en igualdad con los hombres y en ello emplea tiempo, esfuerzos e inteligencia.
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