Otros tres casos pueden cruzarse en el camino del ex jefe de Estado

Si Alain Philibeaux se ocupa del caso de los empleos ficticios, otros dos jueces tienen la responsabilidad de analizar hasta dónde llega la responsabilidad del antiguo presidente en el caso Euralair o en el de la SEMPAP. El primero se refiere a las decenas de billetes de avión gratuitos de los que se beneficiaron Chirac y su esposa Bernadette, así como su entorno, durante varios años, todos anteriores a 1995 y a la victoria presidencial del chiraquismo.

La SEMPAP era una empresa de economía mixta, entre el Ayuntamiento y socios privados, que trabajaba como taller de imprenta en exclusiva para la alcaldía. La sociedad recibió encargos insólitos y facturó sus trabajos a precios superiores a los del mercado y la justicia sospecha que era otra de las vías utilizadas por el RPR para financiar su costoso funcionamiento. Chirac también puede acabar compareciendo en un tercer caso, por el que Alain Juppé tuvo que declarar el pasado 15 de mayo, relacionado también con un empleo ficticio en el Ayuntamiento.

Otros dos sumarios importantes -el del juez Borrel y el del caso Clearstream- deberán renunciar a contar con Chirac como testigo o acusado, pues los hechos ocurrieron durante el ejercicio de la presidencia y ésta sólo es responsable en caso de alta traición y ante una magistratura especial. El juez Borrel investigaba la implicación de parte de las autoridades de Yibuti en un caso de tráfico de armas. Borrel fue asesinado, pero su muerte se presentó como un suicidio, tesis que París aceptó a regañadientes a cambio de garantías para su base militar en aquel país del Cuerno de África.

Clearstream es un intento de implicar a varios dirigentes políticos -entre ellos, Sarkozy- en un asunto de blanqueo de dinero. El ex primer ministro Dominique de Villepin será interrogado de nuevo por los jueces el próximo 27 de julio y es difícil que escape al procesamiento, los indicios en su contra son más que apabullantes.