Los toros más listos del mundo
¡Qué arboladura tenía el primer Miura que salió al ruedo pamplonica! Parecía un cruce entre la de un cebú y unas navajas de Albacete de las que se llevaban antes en la faca y se sacaban por un mírame allá la cara. Eso era el envoltorio. Lo de dentro era peor, y en eso coincidió con todos sus hermanos o al menos parientes que se lidiaron ayer. No es que fueran alimañas, o tuvieran genio y malas ideas, como otros encastes que llevan eso en la sangre. Sencillamente, el toro de Miura no puede lidiarse como el del resto de los encastes porque es un toro inteligentísimo, capaz de aprender en un pase lo que otros se van al desolladero sin saber. Hay que andar ligerito con ellos, como si no se enteraran, casi de puntillas. En su lidia cobra todo el sentido del mundo la palabra pase. Se trata de pasar al toro por los engaños, en un sentido de dinamicidad.
Miura / Encabo, Rafaelillo, Robleño
Toros de Miura, de enorme tamaño, encastados, con movilidad y listeza. Luis Miguel Encabo: bajonazo y tres descabellos (silencio); media desprendida (leves aplausos). Rafaelillo: Dos pinchazos hondos (ovación y saludos); estocada atravesada y dos descabellos (aviso y saludos desde los medios). Fernando Robleño: pinchazo sin soltar, dos pinchazos y estocada atravesada (silencio); dos pinchazos y cuatro descabellos (aviso y pitos). Plaza de toros de Pamplona, 8 de julio. Cuarta de feria. Lleno.
Así lo hizo Encabo en su primero, no sin antes darse el gustazo de pegarle unas garbosas chicuelinas. Con el caballo les ocurre lo mismo a estos toros: toman el primer puyazo largo y dejándose pegar, pero luego no vuelven al peto de la misma manera, porque entienden enseguida que no les trae cuenta. Parecería pecar de triunfalismo o acriticismo defender en estas circunstancias la labor de los toreros que estuvieron ayer delante de ellos sin lograr obtener clamorosos triunfos ni cortar una sola oreja. Es cierto que les costó Dios y ayuda matarlos, o, para decirlo claramente, que mataron muy mal, pero la única manera de lograr hacerlo con eficiencia habría sido doblarse con ellos y tocarles los costados una y otra vez hasta ver que esos armarios con cuernos bajaran la cabeza, y eso en el concepto del toreo contemporáneo está prácticamente prohibido, so pena de salir a almohadillazo limpio u otros objetos más ofensivos, algunos de los cuales, como cascos de botella llegaron a tirarse al ruedo en la tarde de ayer.
Encabo enjaretó al mencionado individuo unas garbosas chicuelinas y lo banderilleó con eficacia, aunque pasando en falso un par de veces. Comenzó la faena de rodillas y lo pasó rapidito por la derecha con ligereza y pinturería, pero aquello no prendió en los tendidos. Mató mal, como a su segundo, al que pareó con mayor vibración y espectacularidad, para volver a enjaretar tres series rápidas, antes de que el toro le demostrara que había aprendido la lección.
Rafaelillo fue el matador más dispuesto de la tarde. Su primero lo desarmó nada más iniciarse la faena en el primer embroque, pero ya no se la dejó quitar más y le pegó algunos derechazos meritorios. Con la izquierda también estuvo queriendo, logrando una serie buena de verdad, que con estos toros quiere decir tres pases. Aprovechó un momento de silencio de las peñas, a las que esta tarde les dio por las rancheras, para tratar de captar su atención poniéndose de rodillas y obrando un desplante de espaldas de escalofrío. Luego, muy pinturero, tocó la mazorca del pitón del miurazo. Fue un suplicio el que los banderilleros pasaron para lograr parear a su segundo y asomarse a ese balcón, que más que balcón parecía la terraza del planetario. Volvió a arrodillarse con gracia para pegar después pases airosos por diestra y siniestra. Finalmente, se decidió a pegarse el arrimón, con lo que obtuvo el premio de un saludo en los medios que le otorgó la afición pamplonesa tras matar de una estocada muy bien ejecutada, aunque luego tuviera que descabellar dos veces, con lo que, tal vez, perdió un trofeo. Fernando Robleño fue el más relativamente desdibujado matador de la terna. Con el primero pegó pases sueltos, pero es que el animal lo había radiografiado y no había más que hacer para salvar el camino a la enfermería. En el último estuvo queriendo más, y también intentó el arrimón a otro miurilla con dos masters en búsqueda de femoral por la Universidad de Torolandia.
La corrida de hoy: Toros de Fuente Ymbro para Antonio Ferrera, Matías Tejela y Salvador Cortés. Digital + retransmite el festejo a las 18,30.
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