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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Spatial turn', vuelta al relato

Si no fuera porque estamos cansados de giros y revoluciones en el pensar, que en cuanto se catalogan como tal pierden su carácter subversivo, se podría hablar últimamente de una vuelta al espacio y a su descripción. Al espacio real, al escenario efectivo donde suceden y han sucedido las cosas, donde acontece la historia y eso que los filósofos han llamado el ser. Hasta ahora se ha sacralizado el tiempo como ámbito de ese acontecer del ser, pero el tiempo, sin espacio, se convierte en tejido metafísico del destino, del azar, donde cabe cualquier venalidad en cualquier sentido: donde el sino, la fortuna o el infortunio, lo explica todo. La explicación de todo, sin embargo, comienza por describir el lugar, por volver a la escuela de Herodoto y Benjamin, los maestros de esa descripción, que encarnaron como nadie "una enérgica relación con el mundo", y hacer como ellos: buscar el escenario, inspeccionar el lugar de los hechos, sacar a luz relaciones, establecer rastros, interrogar a testigos. Tras el fin de los relatos hay que recobrar con esos maestros el relato, la curiosidad irrefrenable con que salen al mundo, se vuelcan en él, usan todos sus sentidos para ello; su osadía, su increíble experiencia del mundo, su omnímodo interés. ("Benjamin nos dejó los Pasajes. No alcanzo a imaginarme nada que pudiera ir más lejos al escribir historia... Es una narrativa en que lugar y época discurren juntos como no cabe más").

EN EL ESPACIO LEEMOS EL TIEMPO

Karl Schlögel

Traducción de José Luis Arántegui

Siruela. Madrid 2007

560 páginas. 45 euros

Más información
Topografía en lugar de sistema

"¿Qué sucede si las historias no se desarrollan sólo en el tiempo sino también sobre el terreno, si pensar el espacio histórico conlleva siempre el lugar de la acción, el lugar de los hechos?". ¿Qué sucedería si Herodoto y Benjamin se dieran un paseo por los escenarios del ser y del acontecer del siglo XX y XXI? Sucedería algo parecido a la experiencia de este, y ante este, extraordinario libro. Schlögel lleva a la práctica la historia o la filosofía espacial en relatos y descripciones de tanto interés literario como penetración reflexiva e interpretativa en los hechos y paisajes: del gueto de Kovno en Lituania, por ejemplo; de Dallas, 22 de noviembre de 1963, 12: 30; de la habitación de Marcel Proust en la Rue Hamelin; de la Europa cultural de Diaghilev; de directorios de Berlín con la agenda privada de Marlene Dietrich; de la guía Baedeker como lingua franca del "mundo de ayer" de Stefan Zweig (incluido el inventario exhaustivo de las variopintas costumbres al tomar café en Viena); de la mítica del highway como auténtico american space; de la komunalka, la vivienda compartida, como lugar de nacimiento y socialización del homo sovieticus; de Los Ángeles como mapamundi del siglo XXI, ciudad sin límite, de una complejidad sin precedentes, policéntrica, fragmentada, lugar donde antaño se escribió ese paradigmático ajuste de cuentas con la civilización occidental que supone la Dialéctica de la Ilustración, ciudad en la que (qué desgracia que Benjamin no llegara a reunirse allí con sus compañeros) la flanerie benjaminiana, herodotoiana, se convierte en cruising posmoderno, el flâneur historiósofo en street people desangelado.

De la topografía del terror, del

camino a la muerte que desde toda Europa llevaba a los crematorios, un descenso a los infiernos por las lúgubres vías férreas de líneas como la de Hanau a Lodz, de Berlín a Lublin, de Zilina a Auschwitz-Birkenau, de Varsovia a Malkinia-Treblinka. Del "cementerio Europa" de fosas comunes y chimeneas cenicientas: "Toda la Europa oriental está saturada de lugares de enterramiento, lugares de muerte en masa, masacres, ejecuciones en masa, asesinatos en masa. En las dunas de Mitau, en los fosos de Kaunas, en los bosques de Ponary, en los campos de Transnistria, en el centro de Minsk y de Varsovia. Pero la verdadera tumba del siglo XX es aérea. Así dice un poema de Paul Celan: 'Subid pues humo en el aire, tened pues tumba en las nubes, allí no hay estrecheces'. Con sólo mirar bien se ve el cielo sobre Europa oriental entera entenebrecido por las cenizas de las chimeneas de los crematorios de Birkenau, Treblinka y Madyanek". Etcétera.

Habría que atenerse al lugar y no al destino: "Auschwitz no es metáfora ni símbolo de nada, la puerta de Birkenau es el lugar real donde ocurrió lo inconcebible". Dejarse de teorías racionalizantes, auto-legitimador-consoladoras, y volver sin pudor al relato, olvidarse de todos los que se han construido desde ellas.

Cadáveres en el campo de Auschwitz.
Cadáveres en el campo de Auschwitz.MUSEO DE ARTE DE CATALUNYA

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