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Reportaje:

En reanimación por un gol

Un niño permanece ingresado en La Paz, en coma y con un coágulo cerebral, tras caerle en la cabeza la portería de una cancha municipal

A Aitor le encanta jugar al fútbol. Lo hace cada tarde en una de las canchas que tiene cerca de casa, en el distrito madrileño de Hortaleza. Su pasión es impedir goles, como portero. Desde el lunes está postrado en una cama del área de Reanimación Infantil de La Paz. Se le cayó encima la portería de la cancha municipal donde estaba jugando un partido mientras llegaba la hora de la cena. En la parte derecha del cerebro Aitor, de 11 años, tiene un coágulo que pone en peligro la movilidad de la mitad de su cuerpo. Está inconsciente, pero respira solo y empieza a despertar.

"Eran alrededor de las ocho y salió con la pelota bajo el brazo para buscar a sus amigos". Su madre, Teresa Iglesias, rememora todos los instantes de aquella tarde. Casi para alejarse de una pesadilla, sin pausas, pero en voz baja, suelta su relato en un susurro. No encontró a nadie y se puso a jugar solo. No en la cancha de siempre, sino en las instalaciones ubicadas detrás de la calle de Santa Virgilia, también en el barrio. Cuando se agachó a recoger el balón, la portería de hierro se le vino encima. "Le golpeó en la cabeza, justo encima de la oreja".

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Teresa se roza la sien derecha. Dice que luego, a la vuelta del hospital, por la rabia, su marido, Antonio González, intentó levantarla, pero no pudo porque "pesaría unos 200 kilos". Teresa estaba en casa y Antonio acababa de marcharse a su trabajo, en unos grandes almacenes. Lo que pasó se lo han contado los vecinos.

Raquel y Manuela, trabajadoras de la peluquería Volumen's, estuvieron la tarde del lunes con el corazón en un puño. La primera de ellas, al oír las ambulancias, se acercó al parque donde ocurrió el accidente. "Puede ser algún conocido o el hijo de alguna clienta", pensó. Pero no. Ella no conocía a Aitor. Ni ella ni las personas que se encontraban en el lugar. Allí, en la cancha de fútbol, Raquel encontró un enjambre de niños y madres. Detrás estaba el niño. Tumbado en el suelo, con un golpe en la cabeza, gimiendo y con convulsiones.

Teresa y Antonio se debaten entre la pena desesperada y un enfado muy lúcido: "La portería estaba oxidada y sin anclajes, por eso era sólo cuestión de tiempo que algún niño sufriese algo parecido". "No es posible que nadie se encargue de una instalación municipal". Por eso el martes fueron juntos a la sede de la Policía Municipal a denunciar al Ayuntamiento.

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La cancha donde ocurrió el accidente estaba desierta ayer al mediodía. Sólo las dos canastas de baloncesto y restos del cordón policial agarrado a los alambres. Fuera del recinto, en el césped, jugaban ajenos a todo los dos hijos de Conchi. Ella vio cómo ayer por la mañana operarios del Ayuntamiento retiraron las dos porterías. Pero no conocía la noticia. Un portavoz del equipo del Gobierno municipal asegura que las porterías fueron retiradas "porque tenían algún problema de anclaje o de mantenimiento". La última revisión, según aseguraron a los padres en comisaría, fue hace 15 días. El mismo portavoz indica que todo estaba en orden: "Es una infraestructura que está al aire libre, por lo que las condiciones climatológicas la pueden haber deteriorado".

"No, no, no. Las porterías no estaban sujetas. No tenían clavos", zanja Raquel, la peluquera. Los niños que en el momento del accidente estaban en el parque, dice ella, explicaron que la portería "estaba suelta desde hacía varios días".

Elena Sánchez, la concejal del distrito de Hortaleza, se ha puesto en contacto con los padres de Aitor y les ha mostrado su apoyo. El Ayuntamiento tiene un seguro de responsabilidad civil para cubrir este tipo de incidentes.

Dentro de diez días, Aitor cumplirá 12 años. Teresa lo repite muchas veces mientras enseña una foto de su hijo pequeño que tiene guardada en la cartera. Tiene los ojos negros "como el carbón" y la expresión alegre. "Es un niño muy activo y vivaz. No para ni un momento". Por eso, cuenta, es tan doloroso verlo "inmóvil en una cama y retorciéndose para tragar saliva".

Los padres de Aitor muestran el DNI de su hijo en el hospital La Paz.
Los padres de Aitor muestran el DNI de su hijo en el hospital La Paz.MANUEL ESCALERA

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