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La dimisión de Rato reaviva el debate sobre el reparto de cargos entre EE UU y Europa

Los jefes del FMI y del Banco Mundial abandonan sus puestos en pleno proceso de reformas

Los dos grandes organismos económicos internacionales viven momentos convulsos. La salida de Rodrigo Rato del Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha anunciado en vísperas del relevo forzado en su institución hermana, el Banco Mundial, donde el controvertido Paul Wolfowitz cede este fin de semana la presidencia al estadounidense Robert Zoellick. Los dos organismos, nacidos hace seis décadas de los acuerdos de Bretton Woods, se encuentran sumidos en un amplio proceso de reforma. La salida de Rato reaviva el debate sobre el reparto de los puestos de mando entre EE UU y Europa.

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La agenda de trabajo para cambiar la estructura del Fondo Monetario Internacional se lanzó en septiembre del año pasado en Singapur. Pero nueve meses después de esa cita, las intenciones no terminan de cuajar en propuestas concretas y los avances conseguidos hasta ahora son más bien estériles, en gran parte debido a las divisiones entre países ricos, de renta media y pobres. El FMI está bloqueado en la definición de la fórmula que se seguirá para actualizar el reparto de poder, cambio que podría beneficiar a España con más peso.

El propósito de este cambio estructural en el FMI es dar una mayor presencia a los países en desarrollo en las dos instituciones y una voz equivalente al peso político cada vez mayor que tienen en las decisiones que se adoptan en la escena internacional. Rato quiere presentar una fórmula precisa para realizar la distribución de las cuotas en la próxima reunión de otoño, su última cumbre como director gerente, tras la que dejará el cargo.

El abandono inesperado del ex vicepresidente económico español con el PP podría trastocar el calendario de la reforma y quizás repercutir en las aspiraciones de Madrid en el Fondo. Rato espera, sin embargo, que su salida anime el debate entre los socios-accionistas y permita alcanzar un acuerdo lo antes posible. El secretario del Tesoro de EE UU, Henry Paulson, fue el primero en alabar el esfuerzo del español, del que destacó su "visión y dedicación". Paulson dice que su estrategia aporta una base para reformar el organismo, para lograr que el FMI siga siendo una institución "sólida y relevante".

A las dificultades para llegar a un acuerdo sobre la reforma del Fondo se sumó hace tres meses la tensión que emergió en el Banco Mundial, ubicado al otro lado de la acera, por el controvertido aumento de sueldo concedido por Paul Wolfowitz a su novia, Saha Riza, también funcionaria del organismo. El escándalo puso en bandeja la cabeza del arquitecto de la invasión de Irak y fue otra muestra del músculo que tienen los países en desarrollo. Éstos llegaron a cuestionar abiertamente el derecho de la Casa Blanca a elegir al nuevo presidente.

La salida de Rato puede ser aprovechada para que se reanude el debate sobre el reparto que hacen EE UU y Europa para dirigir las dos instituciones, una discusión que afloró cuando se nombró a Rato y que parecía resuelta con la designación de Zoellich. Por una regla no escrita, un estadounidense preside el Banco y un europeo el Fondo. Bruselas podría renunciar a este derecho si Washington hace lo propio. No parece que sea el caso.

Entre los nombres que ya se citan para el relevo, destacan Andrew Crockett, antiguo director gerente del Banco Internacional de Pagos y el francés Jean Lemierre, presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD). Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra, se ha excluido al declarar a través de un portavoz que no tiene "ningún interés" en el cargo. En el entorno del organismo se dice que hablar ahora de sucesores concretos es prematuro, mientras se espera que la UE ponga en marcha la maquinaria para identificar al candidato ideal y llevar a buen puerto la reforma.

Nuevas directrices

Durante sus tres años al frente del FMI, el español reforzó además el sistema de vigilancia que el organismo hace sobre la situación económica de los países y afiló sus recomendaciones. La semana pasada, el Fondo reescribió por primera vez en tres décadas las líneas directrices que regulan la política de cambio, para evitar abusos en el mercado mundial de divisas. A Rato le favoreció en su desempeño que la economía mundial avanzara plácidamente y sin sobresaltos en los mercados financieros.

Pero esta bonanza económica tiene una contrapartida y podría explicar los últimos acontecimientos que se están viviendo en las dos instituciones hermanas: la competencia creciente que tienen el FMI y el Banco frente a otros actores a la hora de financiar las políticas de desarrollo. Estos nuevos rivales son grandes instituciones financieras privadas, fundaciones y países emergentes que movilizan fondos con más agilidad que los organismos multilaterales, que dependen de complejos pactos políticos.

Rodrigo Rato (derecha) habla con Paul Wolfowitz en una de las reuniones celebradas con motivo de la pasada cumbre de primavera del FMI.
Rodrigo Rato (derecha) habla con Paul Wolfowitz en una de las reuniones celebradas con motivo de la pasada cumbre de primavera del FMI.BLOOMBERG

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