El goleador se vuelve generoso
De algo le han servido al valencianista David Villa los tirones de orejas de su entrenador, Quique Flores, y de su protector en el vestuario: el capitán, Albelda. Ambos han machacado todo el curso al goleador asturiano con sus recomendaciones. Le aconsejaban que fuera más generoso, que dejara de obsesionarse con el gol y se volviera más democrático, que pensara sobre todo en el equipo antes que en las redes contrarias. Y los consejos han surtido efecto. Elegido por los entrenadores de la Primera División como el mejor jugador español de la Liga por segunda temporada sucesiva, por delante de Iniesta, Villa, de 25 años, ha abierto la mano para compartir su juego. Y mientras su aportación anotadora ha disminuido, su participación en el juego ofensivo de su equipo se ha disparado.
El valencianista suma diez goles menos que hace un año, pero es el mejor asistente de la Liga
Villa ha marcado 15 goles en la Liga, una marca que supone su peor registro realizador en Primera -igualado con el de la temporada 2004-05 con el Zaragoza-, pero a cambio se ha convertido en el mejor asistente del campeonato al repartir a sus compañeros 11 pases de gol, el mismo número que el sevillista Alves. Villa es además el futbolista que más remata a puerta y el de más centros al área finalizados en gol: ocho, igual que el racinguista Munitis.
El Valencia ha exprimido al máximo a su goleador. Morientes ha sumado 12 tantos a la causa y se ha convertido en el socio que nunca había tenido Villa en Mestalla -entre ambos han celebrado el 47% de los goles del Valencia-, pero la edad, 31 años, comienza a pesarle en las piernas al extremeño. Brillante a rachas, le ha faltado regularidad. Angulo y Silva han aparecido a ratos ante la portería y Vicente ha desaparecido en la enfermería. Villa, en cambio, lo ha jugado todo: 60 partidos entre el Valencia y la selección española de los 66 que han disputado los dos equipos. Sólo Albiol ha acumulado más minutos como valencianista. Y, claro, el Guaje ha acabado con la lengua fuera, exhausto y sin recambio. Tanto que el Valencia buscará para el curso siguiente un delantero para darle algún respiro. En un equipo arrasado por las lesiones, Villa apenas ha sufrido una contractura en toda la campaña. Y se ha convertido en una pieza insustituible en el puzzle de Quique y el de Luis Aragonés. A los 15 goles en la Liga y cuatro en la Champions ha sumado otros seis con la selección en los siete partidos clasificatorios para la próxima Eurocopa. Luis le ha vestido con el 7 de Raúl fiado a su puntería.
El gol, pese a todo, ha pasado este año a un segundo plano para el delantero. Villa ha marcado diez menos que el anterior en la Liga y su porcentaje de acierto ha bajado del 26% al 12%. Pero Quique está contento con su metamorfosis, por mucho que le haya costado convencer al jugador de la necesidad del cambio. El técnico le expulsó de un entrenamiento del Valencia en noviembre pasado después de que mandara al césped a patadas a tres canteranos. El entrenador le había señalado en privado como uno de los responsables de la derrota del equipo en Santander, junto a Joaquín, y Villa pagó el cabreo con los juveniles.
El técnico le instó a olvidarse de sí mismo, de su obsesión por marcar y de su supuesto flirteo con el Chelsea, y Villa cambió el chip. Menos individualista, aprendió a ser más generoso. Claro que, como cualquier goleador, sufre un ataque de nervios cuando no marca. A principios de año enlazó un mes sin ver puerta y Quique debió pedirle de nuevo "serenidad". Luego, anotó dos goles contra el Sevilla y todo volvió a su sitio.
El rol de Villa ha crecido también en el vestuario. Se alineó al lado del entrenador en su guerra civil con el director deportivo, Amedeo Carboni. Quique le ha exigido más que a nadie. Seguramente, porque sabe que es más que un goleador. Sobre todo, ahora que ha aprendido a ser más generoso.
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