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Reportaje:

Carod planta cara a Puigcercós

Los republicanos se debaten entre continuar siendo un partido reivindicativo o acreditarse como fuerza capaz de gobernar

Enric Company

Las dos principales figuras de Esquerra Republicana (ERC), Josep Lluís Carod y Joan Puigcercós, se han lanzado abiertamente cada uno por su lado a la batalla por el liderazgo del partido, que se dirimirá en un congreso previsto para dentro de un año. Que Puigcercós lo intente no es novedad. La novedad es más bien que Carod haya decidido plantarle cara allí donde menos se le esperaba, en la pugna por el control del partido. Desde hace meses, Carod y sus más directos colaboradores compaginan sus obligaciones en el Gobierno catalán con una sistemática labor en las organizaciones de base.

La leyenda cuenta que Puigcercós, que es el secretario general, controla la organización del partido independentista mientras que Carod es sólo el cartel electoral. Pero la historia reciente indica sin embargo que los congresos de ERC responden a su código genético fundacional y escapan a todo control. Algunas situaciones recientes muestran que también en los periodos entre congresos la autoridad de Puigcercós y Carod va poco más allá de sus despachos.

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Es lo que acaba de suceder a propósito del pase de ERC a la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona. Al día siguiente de las elecciones municipales, Carod y Puigcercós aseguraron a sus aliados en el Gobierno catalán, el PSC e Iniciativa Verds (ICV), que Esquerra se mantendría en la mayoría de izquierdas en el ayuntamiento de la capital catalana. No obstante, pasadas otras 24 horas tuvieron que tragarse la decisión contraria, tomada por el candidato del partido en la ciudad, Jordi Portabella.

Lo que sucedió fue que cuando Portabella oyó las primeras voces que hablaban de exigirle responsabilidades por la pérdida de 40.000 votos en Barcelona decidió ponerse al frente de la manifestación y comunicó a Carod y Puigcercós su pase a la oposición como un hecho consumado. La dirección del partido no se atrevió a abrir una crisis y se tragó el dictado de Portabella.

Este proceso es, en sus grandes líneas, el mismo que se dio hace un año en el debate acerca de la posición de ERC en el referéndum del Estatuto de Autonomía. La cúpula del partido, incluidos Carod y Puigcercós, rechazaba inicialmente promover el no en el referéndum. Pero cuando los sectores radicales de ERC levantaron esa bandera, Puigcercós fue el primero en subirse al carro del no para evitar que le pasara por encima en vez de enfrentarse a la espiral maximalista. Es también lo que acaba de hacer asumiendo el planteamiento de una corriente denominada Esquerra Independentista, que le exige poner en primer plano las reivindicaciones independentistas previas al pacto de Gobierno con el PSC e ICV. Es decir, que ERC sea en primer lugar una fuerza de oposición al statu quo constitucional.

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Ante esa deriva, Carod ha decidido dar la batalla allí donde en realidad se decide y donde Puigcercós ha demostrado no ejercer control alguno, que es en la transformación de la mentalidad de ERC, para pasar a ser un partido de gobierno en vez de actuar siempre como un partido de oposición.

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