Demostrar en carne ajena es fácil
Enorme ha sido mi asombro al leer la carta enviada por don Yago Reis Araúzo, titulada Demostraciones. De la misma se desprende que al autor le parece mal que alguien denuncie a otra persona por ser insultado, ya sea porque le sepa mal que se denuncie un insulto o porque el denunciado sea un intelectual.
No quiero juzgar si el señor Lanzarote se merecía o no el agravio del señor Rubianes, pero sí que me parece correcto que sea esta vía la empleada para responder al insulto, en lugar de insultar a su vez, o usar métodos aún más violentos.
Es más, el autor conmina al señor Lanzarote a demostrar su inteligencia en lugar de denunciar, lo que puede conducirnos a un nuevo campo del derecho: la presunción de estupidez, o todo el mundo es idiota hasta que se demuestre lo contrario.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.