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Indignación general

Cuatro horas después del descarrilamiento del tren Euromed, los afectados aseguraron que aún no había autobuses disponibles en estaciones como la de Sants. Por el contrario, los responsables de Renfe mantuvieron que el servicio alternativo de transporte funcionó "de forma fluida" desde primera hora, pese a que constantemente coincidieron entre 200 y 300 personas en el exterior de la estación a la espera de la llegada de autocares.

Los usuarios volvieron a quejarse de la falta de información y se agolparon frente a los mostradores de reclamaciones. "Los de la propia ventanilla te dicen que no hace falta que protestes, que no van a poder hacer nada", afirmó Maria Josep Oliveres, que vio como de nuevo no iba a llegar al trabajo. Se marchó de la estación indignada, en busca de su coche. Pese a la desesperación y crispación general, el director de Cercanías, Miguel Ángel Remache, afirmó que "en Sants no ha habido caos". En la estación de El Prat ningún empleado de Renfe, a excepción de la vendedora de billetes, informó sobre los problemas causados por el descarrilamiento.

Los pasajeros, que primero intentaron acceder a los saturados autobuses lanzadera de Renfe, buscaron otras alternativas para sus desplazamientos. Las líneas de autobuses regulares se vieron desbordadas. Muchos pasajeros, con retraso y muy molestos, optaron por el coche particular. En consecuencia, la autovía de Castelldefels registró retenciones de más de ocho kilómetros en sentido Barcelona.

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