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Crónica:BALONCESTO | Final de la Liga ACB
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barcelona no puede con Felipe Reyes

El Madrid se impone de nuevo en el segundo partido gracias a la gran actuación del 'pívot'

El Madrid ganó el segundo partido de la final de la Liga ACB y Felipe Reyes se consagró definitivamente. El pívot madridista, que tuvo mucho que ver en la primera victoria, se hizo esta vez el amo del cotarro sin ninguna discusión. Su actuación fue memorable tanto por los números como por el impacto que tuvo su presencia y sus cortas ausencias. Para redondear la faena, metió seis puntos consecutivos cuando el choque estaba de infarto (73-73, a falta de dos minutos). Un tiro de tres metros, un semigancho después de jugar una vez más de espaldas a la canasta y dos tiros libres. Toda una muestra de la versatilidad de su juego, que le ha llevado a convertirse, al menos hasta ahora, en un bastión sobre el que reposa todo el Madrid y que en los dos encuentros ha sido inaccesible para el Barcelona.

REAL MADRID 83 - BARCELONA 80

Real Madrid: Tunçeri (5), Bullock (21), Mumbrú (9), Moiso (2) y Reyes (23) -cinco inicial-, Sekulic (6), Smith (3), Hervelle (2), López (9) y Tomas (3).

Barcelona: Lakovic (11), Navarro (14), De la Fuente (-), Vázquez (4) y Marconato (8) -cinco inicial-, Trias (2), Kakiouzis (17), Basile (18), Kasun (4), Grimau (-) y Ukic (2).

Arbitros: Martín Bertrán, Pérez Pizarro y Redondo. Excluyeron por faltas personales a Vázquez (m. 32) y Hervelle (m. 39).

Unos 14.000 espectadores en el Palacio Vistalegre.

Pocas veces una victoria apuntará tanto hacia un solo hombre
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El Barcelona no puede fallar

El partido comenzó a todo trapo. O eso pareció porque, después de lo ocurrido en el primero, cualquier atisbo de velocidad se engrandecía por la comparación. El balón iba de un lado a otro con fluidez y las defensas, implacables el pasado domingo, permitían en esta ocasión que los atacantes, gracias a una mayor dosis de lucidez y paciencia, terminasen por hallar una buena vía de resolución. Ambos entrenadores cambiaron estrategias de entrada y, si en el primer acto de la final pusieron en la cancha su opción ligera con tres bajos, en esta ocasión se decantaron por el alero alto. El Madrid con Mumbrú y el Barça con De la Fuente. Les fue mejor a los blancos, pues, dado que al menos en esos primeros compases el ataque primaba, Mumbrú estuvo más activo y efectivo que su adversario. Normal, pues en cuestiones de talento ofensivo, el ex del Joventut resulta una baza siempre a tener en cuenta. Un triple marca de la casa dio el primer toque de atención a los azulgrana (17-11, en el minuto 7). Diez minutos después, y esta vez comandado por Felipe Reyes, el Madrid dio el segundo estirón, algo mayor (37-26). A ambos respondió el Barça de la misma forma. Corriendo. Lo que introduce un misterio en el complicado arte de entender el funcionamiento de este equipo. Cuando ponen la directa, les cambia la cara y el cuerpo. Se liberan del tremendo corsé táctico en el que viven y se muestran felices. Y ya se sabe que la felicidad también mete canastas. Navarro, Vázquez, Trías, Ukic o incluso Basile son gente que, a campo abierto, resulta tremendamente poderosa. Por eso no se entiende que las fulgurantes transiciones defensa-ataque no sean una señal de identidad innegociable en su juego. Con Kakiouzis en la cancha, otro tema de difícil comprensión su condición de hombre Guadiana, endosó un 0-9 sólo ensombrecido por los problemas de faltas personales que a partir del final del segundo cuarto comenzaron a sufrir sus pívots, sobre todo Vázquez y Marconato.

Así de igualados se fueron al descanso (40-37) y el tercer cuarto no cambió casi nada (61-57). Bueno, sirvió para que Kakiouzis se pusiera las botas con ese juego que tiene de baja revolución, pero que no necesita más para, como la hormiguita, sumar puntos. Un triple, un balón suelto, un rebote ofensivo casi sin despegar los pies del suelo.

Pero la vía de agua abierta en el Barça por las faltas de sus pívots, aunque le costó, terminó por ser aprovechada por el Madrid, que empezó a alimentar a sus hombres altos y capturar rebotes ofensivos. Buscaba sobre todo a Felipe Reyes, que tenía mucho que ver con esta circunstancia, como demostró mandando al banquillo para los restos a Vázquez con un mundo por jugar.

Reaccionó el Barça otra vez con la velocidad como coartada y un triple de Lakovic le puso por primera vez al mando (64-65, a seis minutos del final). Todo quedó a la espera de los grandes. Esta vez, Navarro erró y surgió poderoso, decisivo, Felipe Reyes. Pocas veces una victoria apuntará tanto hacia un solo hombre.

Felipe Reyes evita un enceste de Marconato.
Felipe Reyes evita un enceste de Marconato.EFE
La constancia del jugador blanco fue clave para ganar el partido.Vídeo: ATLAS

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