De uno en uno hasta el éxito final
Al margen de Casillas, Ramos y Van Nistelrooy, siempre eficaces, han sido muchos los jugadores con méritos puntuales
"Con Emerson y Diarra no perderemos más de tres partidos". Capello equivocó su pronóstico, pero, mes a mes, fue descubriendo a una plantilla con más jugo del que suponía. Son muchos los jugadores que han acudido al rescate en momentos puntuales.
CASILLAS. Se le deben muchos puntos
Siempre eficaz, en las buenas y en las malas. Su regularidad es asombrosa y cada temporada es la mejor defensa del equipo, que le debe unos cuantos puntos. Un año más ha sido el mejor portero de la Liga.
TORRES. Graduado con honores
Le llegó el turno por sorpresa y en plena tormenta interna. Debía dar relevo a dos almirantes como Salgado y Roberto Carlos, al tiempo que en su horizonte se interponían Cicinho y Marcelo. El juvenil no se arrugó y en unos meses se ha graduado como un veterano más. Se ha ganado una taquilla, como titular o suplente.
SERGIO. RAMOS Tras Pirri y Stielike
La reencarnación del espíritu madridista que en su día simbolizaron Pirri o Stielike, por ejemplo. Un atleta que juega con el mismo entusiasmo y la misma valentía en las dos áreas. Apunta como un referente inmediato para el vestuario.
CANNAVARO. La gran decepción
Fuera del hábitat del calcio, donde se defiende en montonera, el italiano se ha visto superado por una Liga donde hasta los últimos equipos del pelotón aprietan con un par de delanteros, como mínimo. Por un campeonato en el que los centrales de los grandes deben sofocar situaciones límite, remar a solas en un océano. Al ex juventino le ha ocurrido lo mismo que a otros defensas emigrados del calcio, caso de Samuel o Thuram, que se pierden en el espacio. Sus derrotas ante Carew y Sinama Pongolle le retrataron. La gran decepción.
ROBERTO CARLOS. Inolvidable, irrepetible
De Múnich a Huelva, el recorrido del mejor delantero que haya dado jamás cualquier defensa ha sido un tanto tortuoso. Se durmió frente al Bayern y el Madrid lo pagó caro; metió el turbo ante el Recreativo y el equipo tocó el cielo. Por su trayectoria en la entidad se merece con creces que sólo puntúe el capítulo del Colombino, broche fantástico a una carrera imborrable, quizá irrepetible. Se despide un políglota: defensa accidental, extremo por vocación y delantero por talento, pegada, depósito y corazón. El mejor extremo zurdo que ha acelerado por Chamartín desde los tiempos de Gento.
DIARRA. Lejos de Makelele
En la línea del equipo: de menos a más. No es Makelele porque se dispersa en tareas que no le corresponden. Con Emerson no ha mezclado bien -en este caso uno más uno es igual a uno- y sus mejores momentos le han llegado como única ancla, junto a Gago o Guti, futbolistas que le auxilian en la geometría del juego. Le sobran facultades para convertirse en una buena escoba para los centrocampistas. Y nada más.
EMERSON. Extraviado
El correo de Capello ha pagado como nadie los desvaríos del técnico. Extraviado casi todo el curso, sólo se ha asentado cuando la marea fue favorable al equipo, pero nunca ha resultado un factor decisivo. No ha tenido peso en el juego hasta el punto de que, cosas del fútbol, ha cotizado mejor cuanto más desapercibido ha pasado.
BECKHAM. El ilustre antidivo
La gran paradoja del fútbol mundial: el principal icono del planeta, el causante del mayor delirio mediático y popular, el número uno de la pasarela, ha resultado ser un antidivo. Sobre el campo, nada de oropeles. Otros multimillonarios de tres al cuarto hubieran cortado las mangas si, deslumbrados por el hollywoodiense tufillo de LA, su presidente les rebaja a la condición de medio actor o su técnico les aparta del rebaño. El inglés, no. ¿Por qué exponer la tibia cuando tienes garantizado el Oscar y sólo recibes azotes? Beckham, por amor al fútbol, por gratitud al oficio que le ha entronizado. Profesional ejemplar, el más galáctico entre los galácticos fuera del césped, y el más terrenal sobre la pradera.
ROBINHO. La chistera
En la fábrica de Capello no hay muchas rendijas para la imaginación. A duras penas, pero se ganó el puesto y su chistera desatascó más de una vez al equipo. Ha ganado músculo y es más resistente.
RAÚL. Ascendencia y linaje
Fidelidad y compromiso por encima de todo. Liberado tras la exportación de Ronaldo, su papel en el vestuario ha resultado capital, por ascendencia y linaje. Lejos del gol por decisión de Capello, no ha rechistado a favor de la causa y su actitud ha sido contagiosa para el resto de sus compañeros.
VAN NISTELROOY. Gol, gol, gol y... gol
El goleador con mayúsculas. El valor principal del equipo. Iluminado en la segunda vuelta, sin la sombra de Ronaldo, justo cuando el equipo fue más solidario. La exculpación de Beckham también le aupó. Siempre puntual a su cita, siempre con el martillo dispuesto, se benefició como nadie de las rectificaciones de Capello. Además, a sus 30 años y con varias lesiones inquietantes en su parte médico, el físico le ha respondido mucho mejor de lo que se esperaba.
HELGUERA. Terco y necesario
Tan terco con Capello como en su día lo fueron Zamorano y Amavisca con Valdano. Un futbolista útil y necesario mientras esté en nómina.
GAGO E HIGUAÍN. Curtidos en la catarsis
Llegaron en plena catarsis, pero en la cuna argentina se madura en la adolescencia. Han aportado frescura y su futuro es brillante. Tienen cuajo de sobra para mantenerse en un club de élite. El pivote tiene mando y conoce los entresijos del juego; su elegante compatriota es hábil y veloz, y en la recta final ha flirteado con el gol.
GUTI. El guía de la remontada
Protagonista indiscutible del Madrid más cosmético: frente al Bayern en Chamartín y ante el Barça en suelo hostil. Allí vio el Madrid la luz. Se le exige como a nadie y su carácter le impide rebelarse. Hace años que ha aceptado ser el principal secundario.
REYES. Héroe inesperado
Tan inadaptado al té de Londres como al tapeo de Madrid. Anoche, sin embargo, sus dos goles supieron a gloria blanca.
CASSANO. Un día en el Manzanares
Un pase filtrado para Higuaín en el Vicente Calderón y el resto del curso de vacaciones. Cassano en estado puro, más Cassano que nunca. Indomable.
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