Tornados de fibra de vidrio
Los parques acuáticos buscan atracciones cada vez más emocionantes
Flotadores con navegador, fuerzas centrífugas que crean ingravidez, tubos, embudos, olas gigantes... Las atracciones de agua apuestan por la adrenalina y la ambientación temática.
Las atracciones acuáticas recuerdan más a los deportes extremos que a los clásicos toboganes de piscina. Cada vez más. "La tendencia es la adrenalina", dice Amós Casas, directivo de Amusement Logic, una empresa valenciana que construye atracciones para parques acuáticos. "A medida que crece la competencia, hay que llamar la atención con atracciones más impactantes", dice. Tener el tobogán más alto o los remolinos más vertiginosos es clave.
En diciembre abrirá en Tenerife Siam Park, que presume de tener el primer tornado de Europa. La atracción se llamará Dragón. "La gente va en flotadores en los que se ve la cara de emoción del que se sienta enfrente", explica el director, Christoph Kiessling. El viaje consiste en caer a gran velocidad por tramos al aire libre y otros en total oscuridad. Pero lo bueno llega al final: se acaba en un embudo gigante donde la fuerza centrífuga pone el flotador en posición vertical, con momentos sin gravedad. "Si lo pruebas, tienes que volver a montarte", dice Kiessling. En el parque Aquarama de Benicàssim, el nuevo Remolino lanza a la gente a una especie de lavabo gigante donde giras hasta caer por el desagüe. El Siam Park también contará con la Torre de Poder, de 28 metros de alto (un edificio de 10 pisos) y 76 metros de largo. Por si el vértigo no fuese emoción suficiente, la caída acaba en una piscina con cocodrilos que el osado cliente cruza dentro de un tubo de metacrilato. "Sientes que estás dentro de una película de Indiana Jones", explica Kiessling, "pero igual que a Indy no se le caía nunca el sombrero por muchas aventuras que viviese, la experiencia del cliente es totalmente segura". Para subirse al Dragón bastará con medir 1,05 metros.
Pozas y sifones
Otra tendencia de las nuevas atracciones es la interactividad. "A la gente ya no le basta con dejarse caer", dice Amós Casas, que pone como ejemplo una atracción en el Aquópolis de Vilaseca (Tarragona) en la que el navegante del flotador puede jugar con los cambios de peso para pendular y "aguantar más en el tobogán". El mismo principio está en marcha en el nuevo Boomerang del Aqualand de Torremolinos.
Para usuarios aún más activos están los parques extremos, centrados en la multiaventura. En el Canyoning Park, cerca de Perpiñán, se recrean pozas, sifones y barrancos, que los clientes descienden ataviados con cascos y trajes de neopreno. Este tipo de parques acuáticos también ofrecen entornos seguros para hacer submarinismo, espeleología y escalada.
Las olas falsas son otro hit. En el Mall Sport de Santiago de Chile están a punto de inaugurar una piscina que crea una ola de tres metros a base de chorros que desplazan más de 7.500 litros de agua por segundo. Éstas son olas profesionales, para hacer surf, bodyboard o piruetas con motos de agua. En Siam Park, donde contarán con una ola parecida, han consultado con la Universidad de Edimburgo (que tiene un departamento que estudia el comportamiento caótico del agua) para calibrar la altura de una ola segura para toda la familia: 1,80 metros.
La otra gran tendencia es la tematización. "Consiste en la recreación de un hábitat o entorno exótico (Polinesia, Caribe...) o en la creación de un concepto fantástico y sugerente (isla pirata, civilización perdida...)", explica Amós Casas. "Todo ello", continúa, "combinado con shows, atrezzo y espectáculos, para que el visitante se sumerja en la escenografía". En el Aquanatura de Benidorm, el parque emula unas islas griegas. La empresa Action Park inaugura allí este verano La Cresta, una atracción única en Europa, donde dos personas suben y bajan en un flotador por un cauce abierto alcanzando un punto sin gravedad. Rizando el rizo de la tematización, el recién estrenado AquaVenture, del complejo Atlantis, en las Bahamas, completa sus atracciones con efectos especiales como humo, fuego y vídeo. Toda la cartelería del parque está en un idioma inventado que se supone perteneció a la civilización perdida (bajo el agua) de la Atlántida.
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