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Las gestiones diplomáticas permiten a los jóvenes retenidos en Letonia volver a casa

Los estudiantes deberán regresar a Riga para el juicio, que se celebrará el próximo otoño

Javier Lafuente

Miguel Ángel López y Edén Galván, los dos jóvenes españoles de 25 y 24 años que han permanecido retenidos en Riga (Letonia) desde el pasado 16 de mayo, durmieron ayer en España. Un último esfuerzo de la diplomacia española logró que los dos chicos pudiesen abandonar el país báltico con el firme compromiso de regresar para el juicio que se celebrará, previsiblemente, en otoño. La fiscalía letona no ha retirado los cargos de "robo premeditado en grupo y profanación del símbolo del Estado", que en Letonia están penados con hasta seis años de cárcel.

"Podéis volver a casa". Una, dos, hasta tres veces se lo tuvo que repetir el abogado Saul Varpins a sus clientes. "Sí, es cierto, podéis regresar", les dijo una vez más Lorenzo Serra, el embajador español en Letonia. No daban crédito. Los dos jóvenes españoles que pasaron en una cárcel de Riga 21 y 14 días, respectivamente, por robar unas banderas que estaban colgadas en la calle, ponían punto y seguido a una aventura que comenzó como un viaje turístico y ha acabado en una odisea.

Con el firme compromiso de regresar al juicio que se celebrará después de verano, el fiscal general de Letonia, el mismo que les acusa de "robo premeditado en grupo de la bandera letona y profanación del símbolo del Estado", comunicaba a las nueve de la mañana de ayer a Miguel, Edén y a sus amigos portugueses que podían abandonar Riga. Una decisión que la Embajada española les habían adelantado la noche anterior y que no querían creerse por completo.

"Ahora sí parece que va en serio", decía Miguel a media mañana de ayer, mientras trataba de encontrar, con su madre y Edén, un billete de avión que les sacase de aquella pesadilla. Los precios, "por las nubes", y las conexiones con España, "bastante complicadas". Esperar unos días no parece una buena idea. "No queremos estar ni un minuto más aquí, a ver si se van a arrepentir; con este fiscal nunca se sabe", bromeaba.

Los dos jóvenes aterrizaron ayer en el aeropuerto de Málaga tras una peripecia aérea que sirvió de colofón a la pesadilla que han vivido en el último mes. Miguel Ángel y Edén no esperaron ni un solo día para tomar un avión de Riga a Berlín y desde allí tomar un vuelo a Madrid. Sin embargo, un retraso de dos horas en el primer vuelo les hizo perder la conexión con la capital española y decidieron tomar un avión hasta Málaga, el aeropuerto internacional más cercano a Cartaya (Huelva), localidad de origen de Miguel Ángel.

En la terminal aérea les esperaban dos primos del estudiante de Telecomunicaciones onubense y un enjambre de periodistas. Tras abrazarse con sus familiares, Edén y Miguel Ángel agradecieron los esfuerzos diplomáticos: "Con las gestiones del ministro de Asuntos Exteriores la cosa parece que se ha acelerado, y la presion de España parece que ha hecho algo de efecto", afirmó Edé, informa Fernando J. Pérez.

Los jóvenes tienen la cabeza lejos de la habitación del hotel de Riga desde la que habla. Se amontona cuando se le pregunta qué va a hacer al llegar a España: "Ver a los amigos, pasar el fin de semana en Cartaya (Huelva) con mi familia, y volver a Madrid, que el miércoles tengo un examen". Edén quería llegar a su Telde (Gran Canaria) natal como loco. "Yo no salgo de mi islita en mucho tiempo", ha repetido una y otra vez.

Miguel y Edén juraban ayer que no conocían los detalles del último vaivén de la Fiscalía. El martes, les confirmaba que no podían abandonar el país hasta que no se celebrara el juicio, previsiblemente después de verano. Con los ánimos por los suelos, puesto que lo habían intentado todo, la diplomacia española dio un último empujón. El embajador en Letonia y su homólogo portugués pidieron una reunión urgente con el fiscal general. En esa entrevista "todo fueron buenas palabras, pero nada cambió", explicó el número dos de la Embajada, Bernardo López.

Lorenzo Serra, el canciller español, no se quedó con los brazos cruzados y transmitió su preocupación al consejero diplomático de Airgars Kalvitis, el primer ministro de Letonia. Fue Kalvitis, según la diplomacia española, quien el jueves instó al fiscal general a que permitiese a los cuatro jóvenes abandonar el país, después de que el embajador español firmase por escrito una garantía de que los jóvenes volverán al país báltico cuando se celebre el juicio, previsiblemente en octubre o noviembre. "Una reacción tan desmesurada no era comprensible en la Unión Europea, se estaban buscando un problema diplomático", razonaba Bernardo López.

Miguel Angel López, derecha, y Eden Galván, a su llegada al aeropuerto de Málaga.
Miguel Angel López, derecha, y Eden Galván, a su llegada al aeropuerto de Málaga.JULIÁN ROJAS

"Querían limpiarse los pies"

Miguel, Edén y sus cinco amigos portugueses no pensaban que llevarse unas banderas de una calle de Riga estaba tan mal visto en Letonia. Lo que ellos califican como "una chiquillada", la opinión pública letona lo tacha de "provocación y de ultraje".

"Lo cierto es que en España estamos acostumbrados a que no pase nada porque se queme una bandera, pero hay que entender también que no en todos los países tiene por qué ser así", dijo a los pocos días de salir a la luz el caso el número dos de la Embajada española en Riga, Bernardo López. "Letonia es un país de reciente creación, muy nacionalista; para ellos la bandera es poco menos que sagrada", añadió.

La prensa letona desde un primer momento cargó las tintas contra los jóvenes españoles. En un rotativo se denunciaba que "los actos provocativos de extranjeros en Riga se han convertido en un modo de vida". Otro aseguraba que "la provocación de los hermanos de la Unión Europea tiene lugar más a menudo que nunca". Además, en esa misma noticia se acusaba a los siete chicos de querer "limpiarse los pies en la bandera de Letonia", un acto que, según ellos, "no pudieron justificar debido a su estado de embriaguez".

No sólo el trato de la prensa es lo que ha sorprendido a la diplomacia española. La contundencia de la Fiscalía, que aún mantiene los cargos de "robo premeditado en grupo y profanación del símbolo del Estado", sigue siendo inexplicable. "No es normal que por robar una bandera tengas que estar más de dos semanas en la cárcel, es desmesurado", ha insistido Bernardo López en más de una ocasión.

El abogado de los chicos tampoco se explicaba los cargos que se imputaba a sus clientes, ni mucho menos que se les prohibiese abandonar el país. Más aún, cuando hace una semana un joven británico roció con un spray en los ojos a un policía letón y no pasó más de 48 horas en la prisión. La misma en la que Miguel Ángel López estuvo tres semanas.

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Sobre la firma

Javier Lafuente
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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