"He jugado mi mejor torneo, esto es un sueño"
Nadal asegura que ahora se siente un tenista "más completo" y cree que a Federer "le afectó la presión de ganar el Grand Slam"
Roger Federer vio roto el sueño de lograr la corona del Grand Slam y tuvo que rebuscar en el cajón de las excusas liberadoras. "Soy el único que ha conseguido ganarle un set a Nadal en todo el torneo", dijo. El español, que había llegado a la final sin perder una sola manga, hizo un análisis muy diferente del partido. "Ganar tres Roland Garros es un sueño. Además, han sido seguidos. Eso es muy complicado. Cuando empecé la temporada, en Australia, no estaba jugando muy bien y no podía imaginar que a estas alturas del año llevaría cinco títulos", declaró el campeón tras el partido, ya vestido de calle y agarrando su tercera Copa de los Mosqueteros en tres años sucesivos.
Nadal analizó su victoria en París y destacó la importancia que tuvo en el desarrollo final del encuentro el triunfo en la primera manga, en la que comenzó a sentar las bases de su tercer entorchado. "En el segundo set las cosas cambiaron bastante. Ganar el primero fue muy importante para mí porque eso le obligaba a ganarme tres. Y eso es muy difícil. Sé que tengo un poco de ventaja en un partido tan largo".
Federer: "Rafael es el tío más duro sobre tierra. No pude jugar como quería desde el fondo"
Nadal: "Ganar el primer set fue muy importante. Sé que tengo ventaja en un partido largo"
A sus 21 años, Nadal ha ganado ya más torneos que muchos tenistas que se retiraron juzgando su carrera como exitosa (22). En su currículo relucen tres Roland Garros seguidos, una meta que hasta ahora se antojaba inalcanzable desde que Bjorn Borg la traspasara camino de sus cuatro trofeos parisienses consecutivos. Por eso y porque no hay ningún tenista que haya conseguido sus éxitos siendo tan joven, Nadal puede comparar sus victorias: "El primero fue emocionante por ser el primero. El segundo, porque venía de una lesión. Y el tercero, porque he jugado mi mejor tenis. El año que viene volveré y habrá buenas opciones de que pierda. Siempre las hay cuando entro en una pista. Pero este año he jugado mi mejor Roland Garros. Me siento mejor jugador. Más completo".
El español es un experto en finales. Ha ganado 22 de las 26 que ha disputado. Con esa experiencia en la mochila, Nadal midió ayer el nivel tenístico del partido que le enfrentó a Federer. "Siempre es difícil jugar bien una final. Hay mucha presión. Muchas cosas se te pasan por la cabeza. Es duro. Lo importante es ser frío", analizó; "hay partidos más vistosos que esta final. He hecho un partido serio. Intenté luchar. El principio fue más para él. Ganaba sus servicios con más facilidad que yo. Con las bolas de break las cosas cambiaron. Fueron momentos duros, en los que sentí mucho la presión. Pero estuve seguro y él me ayudó un poco con algunos errores. En el segundo set, las cosas ya no estaban más para él".
Nadal, que hoy viaja a Inglaterra, donde disputará el torneo de Queens, tuvo que sacarse sangre para el control antidopaje tras el partido. Luego, vestido de etiqueta, se marchó a una recepción en su honor en la embajada de España. En medio, repasó la historia reciente del tenis. Los puntos de diferencia que le llevaba el mejor Pete Sampras al número dos del mundo. Y los que le lleva Federer a él.
"El otro día lo miré. Sampras tenía 5.000 puntos como máximo. ¡Y Federer tiene 8.000! Eso lo dice todo. Creo que hoy le ha afectado la presión de ganar el Grand Slam", comentó con sorpresa.
Federer, sin embargo, no compartió su opinión. El suizo, con el gesto torcido propio de quien ha perdido una ocasión única, no se vio inferior ni fallón en el juego. "Ha sido un partido muy físico, duro y largo", dijo tras ducharse. "Estaba preparado para eso, pero fue duro perder todas las oportunidades del principio. No estuve muy bien con mi derecha. Estoy decepcionado por no haber sabido dar la vuelta al partido", añadió antes de pasar a elogiar el juego de su rival: "Rafael es el tío más duro que hay sobre tierra. Ha servido bien, sólido, y cada vez ha cometido menos errores no forzados".
El número uno del mundo, que sirvió lamentablemente durante todo el partido, llegaba a la final precedido por la fama de su sexta marcha y el aura propia de un hombre al que se le supone la capacidad de cambiar cualquier marcador. De apretar cuando el partido lo requiere. Ante Nadal, sin embargo, perdió 16 de los 17 puntos de break de los que dispuso, diez en el primer set. "No pude jugar como realmente quería desde el fondo de la pista", se disculpó.
Durante la segunda manga, Federer apuntó una mejoría en su juego. "Se jugó a mi gusto. Yo fui el que decidía si iba a ganar o perder el punto. En el resto, sin embargo, sentí que era él quien dictaba el juego desde el fondo de la pista", se lamentó; "Rafael está en buena forma. Yo, desafortunadamente, no estuve lo suficientemente bien al final. No conseguí mantener mi nivel físico. Rafael, sin embargo, se metió en el partido y fue jugando mejor a medida que avanzaba el encuentro".
Al suizo se le escaparon una y otra vez las oportunidades de que gozó para poner en aprietos al español y lo lamentó. "Tuve varias en el primer set. A la larga, eso me ha afectado", reconoció; "hoy ha sido todo mucho más físico que mental. Me he sentido bastante decepcionado en el vestuario, incluso cuando ha entrado mi equipo y me han dicho: 'Buen trabajo. Mala suerte".
Federer dejó un mensaje para el futuro y una puerta abierta a la esperanza. "Pienso que puedo ganar aquí", explicó. "Sigo estando en mi mejor momento. Creo que, con mi experiencia y mi fuerza mental, tendré una buena oportunidad de ganar cualquier torneo en los que participe en los próximos años. Si gano o no, el tiempo lo dirá", añadió antes de lanzar una andanada al campeón español: "He jugado tres muy buenos Roland Garros, pero vino Rafael y los ganó. Hoy mereció ganar. Puedo vivir con ello. Yo le he hecho lo mismo a Roddick en Wimbledon".
Federer ya no piensa en la arcilla. Nadal, tampoco. Los dos mejores tenistas del mundo abandonan desde hoy la temporada de tierra y se sumergen en la de hierba. En la mirilla, Londres. El objetivo, otra final soñada: Wimbledon empieza dentro de dos semanas.
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