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Entrevista:MARCO FLORES | Bailaor | SIGNOS

"Echo en falta más corazón en el baile"

En la XVIII edición del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba celebrado el pasado mayo, Marco Flores (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1981) recibió el Premio Nacional de baile del Concurso, un galardón que no se otorgaba desde su XII edición en 1989 cuando lo ganó el ahora coreógrafo cordobés Javier Latorre. Flores fue asimismo ganador en las categorías dedicadas a Antonio Gades (martinete), Carmen Amaya (bulerías) y Mario Maya (alegrías). Criado en un entorno de definida vocación flamenca -su padre Curro Flores, al cante, capitaneaba el grupo familiar en el que bailaban sus hermanos Titi y Esmeralda-, Marco se dedicó desde pequeño a la guitarra, hasta que, con apenas 16 años, sufrió la fascinación del baile. Dejó entonces a medias los estudios y comenzó una carrera que con estos premios ha obtenido, según sus propias palabras, "un reconocimiento impensable".

"La gente joven está volviendo un tanto a las formas antiguas del baile"

Pregunta. ¿Qué le ha supuesto recibir un premio como el de Córdoba?

Respuesta. Ante todo, un gran voto de confianza que, además, me ha venido en un momento muy bueno, porque atravesaba una etapa de cierta inseguridad. Me presenté pensando en el currículo, porque hace falta un premio, y lo hice en varias categorías para tener más posibilidades de obtenerlo al menos en una de ellas. Cuando te encuentras con una sorpresa así, sientes la confianza, pero lo que no me esperaba es que me iba a dar muchas más ganas de estudiar y seguir trabajando. Eso, además de la responsabilidad que implica.

P. Se ha criado en un una familia muy flamenca que formaba su propio cuadro y en el que usted tocaba la guitarra. ¿Cree que le debe tanto a la familia como a la guitarra?

R. Desde pequeño he escuchado flamenco en casa y he visto a mis hermanos bailar, pero sobre todo lo que creo que le debo a mi familia es el amor por este arte, por la tradición y por luchar por algo. Luego, en cuanto a la guitarra, creo que le debo el sentido del compás, del oído, también el aprender a escuchar y, sobre todo, mucho contacto con el baile. Y también la rebeldía a la hora de luchar por algo y conseguirlo.

P. Teniendo a sus hermanos bailando y tan cerca, su decisión de dedicarse al baile quizás sea algo tardía. ¿Por qué se produce?

R. No es tan tardía, de hecho ya bailaba de pequeño poniéndome las botas de mi hermano, pero nunca cuajó. A mi me correspondía la guitarra. Hasta que con 16 años me di cuenta de que cuando veía bailar a alguien me entraba un remordimiento por dentro y un sentimiento de culpabilidad por no permitirme a mí mismo ese lujo, que era lo que realmente me gustaba: bailar. Y ése fue el momento en que dejé los estudios y me puse a ello.

P. En el balance entre tradición y vanguardia, ¿dónde se sitúa?

R. No veo las cosas con esa distinción. Lo que sí que siento es que, cuando bailo por alegrías o por martinete, siento unas cosas y veo un estilo y unas formas que me marcan el alma y mi forma de ser. Y, luego, si con mi baile tengo que contar otras cosas, acudo a otras disciplinas. Pero a la hora de los bailes clásicos, no es que exista un canon, pero sí una forma y un estilo que creo que hay que respetar. Y eso no significa poner un límite a nada, porque en la danza no deben existir los límites. Puede ocurrir que a la hora de bailar un palo flamenco sea más clasicista y a la hora de contar algo sea más vanguardista. Según cual sea el fin, así hago el camino.

P. Existe la opinión generalizada de que el baile atraviesa por un buen momento, ¿Cuál es su visión personal?

R. Yo creo que sí, que se está atravesando un buen momento y que la gente joven está volviendo un tanto a las formas antiguas del baile. No como una copia de los maestros, pero sí en el aire, en las formas, y se está olvidando en parte el baile castigao que existía hace pocos años. Y también es cierto que hoy en día las cosas están mucho más calculadas y que a veces, viendo bailar, echo en falta más corazón. Aprecio mucho el trabajo, pero como espectador no se me pone el vello tan de punta como antes.

P. Y en este contexto, ¿Cuál estima que puede ser la aportación de su baile?

R. Lo que más me gustaría aportar sería el amor por el flamenco, aunque ésta no sea una labor sólo de los artistas, sino también de los críticos y programadores. Porque es un hecho cierto que en España no se aprecia el flamenco como se hace en el extranjero.

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