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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pretextos para la violencia

La banda terrorista ETA anunció la pasada madrugada, a través de un comunicado en el diario en euskera Berria, el fin de la fase de prolongación condicional del alto el fuego enunciada poco después del atentado de Barajas. Algunos de los síntomas anunciadores del regreso a la violencia eran conocidos sólo por los profesionales de la lucha antiterrorista, pero otros eran públicos. Entre ellos, la publicación en las últimas semanas, en la prensa que suele recibir los comunicados de ETA, de un relato sobre las negociaciones entre Batasuna, el PNV y los socialistas vascos destinado a acreditar la idea de que la intransigencia de los demás ha hecho inevitable que ETA vuelva a atentar contra bienes y personas.

ETA se distingue de otras formas de criminalidad por su pretensión de legitimidad. No necesita razones, pero sí pretextos. El desconcierto que la ruptura de la tregua de 1998-1999 provocó en su base social (y que costó a Batasuna la pérdida de 80.000 votos) explica el intento de las últimas semanas de prepararla para lo que viene. En el último Zutabe aparecido antes de Barajas ya hablaban de la necesidad de "situar la responsabilidad de la continuidad del conflicto en nuestro enemigo".

Un primer paso para ello fue difundir una versión de encuentros anteriores y posteriores al alto el fuego en la que aparecían supuestos compromisos incumplidos por el Gobierno: la legalización de hecho de Batasuna y lo que llaman cese de la persecución de la izquierda abertzale, es decir, paralización de la acción policial y judicial e impunidad para la extorsión a los empresarios, la violencia callejera y actividades como el robo de pistolas. La legalización de hecho no era sólo tolerancia para actividades destinadas a participar en el proceso (como pudo interpretarse), sino exigencia de derogación de la ilegalización sin necesidad de que Batasuna se desligase de ETA.

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En los últimos días, el relato ha tenido como hilo conductor lo que consideran falta de receptividad de PNV y PSE a los intentos de Batasuna por encontrar una salida al "conflicto político". El presidente del PNV, Josu Jon Imaz, declaró el 3 de abril que los tres partidos habían alcanzado un preacuerdo a finales del verano, pero que "de un día para otro" Otegi y los suyos giraron "180 grados" porque "ETA les impuso otra actitud". La salida propuesta entonces por éstos fue la misma que en marzo pasado presentó Batasuna públicamente en Pamplona: la creación ex novo de una comunidad autónoma que integrase a las actuales de Euskadi y Navarra y a la que se reconociera el derecho de autodeterminación. O sea, la propuesta de borrar más de un cuarto de siglo de instituciones avaladas por múltiples elecciones democráticas para empezar de nuevo desde cero y de acuerdo con el programa de ETA-Batasuna.

Una definición posible de ETA es ésta: banda armada en busca de pretextos para no dejar de serlo. Ahora los ha encontrado, paradójicamente, entre las concesiones que PNV y PSE estuvieron dispuestos a hacerle en aras del fin de la violencia. Pero no engañan a nadie.

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