"Federer me impone más que Rafa"
Moyà, el padrino de Nadal en el circuito, cuenta con "el factor emocional" en su enfrentamiento
"¡Mamá, estoy harto!". Andy Murray, el mejor talento británico, construye su imagen de tipo pendenciero desde que descubrió que para ser alguien en el tenis tenía que vivir en España. Que el sistema de su país había destrozado la carrera de su hermano Jamie. Y que la suya como número uno estaba hipotecada por un niño que se llamaba Rafa y un señor al que todos llamaban Charly. Ocurrió en España en un torneo de promesas. Murray, así lo cuenta Judy, su madre, se acercó a una pista de entrenamiento con mirada incandescente. Observó el peloteo como quien estudia la mejor forma de desactivar una bomba. Y estalló: "¡Rafa tiene a Moyà! ¡Y todo lo que tengo yo para entrenarme es a mi hermano! ¡Mándame a España!".
Carlos bautizó en su día a su amigo y protegido como "el tirano de la tierra batida"
Carlos Moyà espera a Rafael Nadal en los cuartos de final de Roland Garros. Toca partido grande en la Philippe Chatrier. Ahí, en 1998, Moyà se coronó rey. Y ahí jugará mañana contra su heredero. Contra el doble campeón. Contra "el tirano de la tierra", como le bautizó el ex número uno. Las cosas han cambiado. El tirano ha vuelto a ser un niño. "Ya puede saltar en el vestuario, que para mí es menos intimidatorio. A mí me impone más Federer. Entre nosotros siempre habrá menos diferencia que la que indica el ránking por el factor emocional. En la pista será un rival. Ahí no hay amigos. Todos te intentan quitar el dinero, los puntos y el partido. Un amigo no haría eso", advierte Moyà.
La relación entre Moyà y Nadal, claro, es estrecha. De padrino y ahijado. Moyà, un apasionado de su deporte, ha vivido su invierno en el circuito calentando la aparición de Nadal. Moyà, el vídeo está en YouTube, se viste con una toalla mientras juega a la Playstation en el hotel con su protegido, el número dos. Moyà, el tenista imperial, llevaba de la mano a Nadal, el adolescente, mientras le ayudaba a descifrar el jeroglífico de la vida viajera. Moyà, el ídolo, le entregó su primer trofeo a Nadal, el niño, cuando éste ganó su primer torneo en el club de tenis de Barcelona. Llevan toda una vida juntos. Y ahora vuelven a encontrarse, pero con los papeles cambiados.
"Es una persona muy importante en mi carrera", dijo ayer Nadal sobre Moyà; "un modelo para mí. Ganamos una Copa Davis juntos. Es el jugador con el que menos me importaría perder. Entrenarme con él me ayudó mucho. Le respeto. Pero jugamos por unas semifinales. Y eso no es broma".
¿Cómo explica Moyà que esté en sus primeros cuartos de un grande en tres años? Pues hablando de las cosas de Luis Lobo, su nuevo entrenador: "Con él hemos revisado mi juego y decidido volver a mi esquema. Me había empeñado en mejorar mi revés y lo que tenía que hacer es seguir con mi saque y mi derecha".
Hace ocho años, Nadal era el protegido del número uno. El campeón, que escapó de las redes de formación de la federación, peloteaba todos los días con Moyà, el primer tenista español que fue más que un jugador; el primero que fue ídolo sexual, en Australia; objetivo de las cámaras del corazón, en España, y mentor de talentos, en Mallorca. Ahí, hablando más en mallorquín que en castellano, se junta con Nadal. Ahí comparten preparador físico. Y ahora se han citado en París. Moyà ha recobrado el pulso. Ya no se entrena con Nadal. Y Murray, que se ha lesionado la muñeca, verá su partido desde Gran Bretaña. El tirano recibe al rey.
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