"El arte no es sólo un diálogo entre Europa y Norteamérica"
Desde que en enero de 2003 Vicente Todolí (Valencia, 1958) se hizo cargo de la dirección de la Tate Modern de Londres, un aire de dinamismo se instaló en la vieja fábrica al borde del Támesis. A Todolí no le gusta personalizar, y atribuirse méritos, pero es un hecho que en los últimos cinco años, los que lleva como director, la pluralidad de lenguajes artísticos se ha convertido en una seña de identidad de su gestión, y esto se hace especialmente evidente en lo que atañe al arte latinoamericano. La gran exposición del brasileño Hélio Oiticica, que se abre al público la semana que viene, viene a corroborar esta tendencia que no sólo se traduce en las grandes muestras artísticas sino en una política de adquisiciones orientada a incrementar de forma decisiva los fondos de arte latinoamericano del museo.
"Hay que enfocar el reflector de luz hacia el arte latinoamericano y conseguir que se normalice"
"No es que esta exposición suponga una apuesta especial", señala Todolí, "desde el punto de vista de asistencia de público será más importante Dalí y el cine que se abre una semana antes, pero para mí ninguna exposición es mayor o menor, todas son iguales. Tuvimos una dedicada a Frida Kahlo y otra a Open Sistems, y mucha gente me felicitaba por Frida Kahlo, pero para mí, aunque la de Frida tuvo 360.000 personas y la de Open Sistems 50.000, esta última tuvo tanto éxito como la otra porque cumplió su cometido. Si nos dedicásemos sólo a atender las demandas mayoritarias no estaríamos cumpliendo nuestra misión. Seríamos como una división comercial que sólo se dedica a cultivar la audiencia para conseguir un beneficio. Tenemos un concepto de investigación, y desde este punto de vista tan importante es la de Dalí y el cine como la del artista brasileño".
Hélio Oiticica (1937-1980), que murió a los 42 años, fue una figura capital de Tropicalia, movimiento popular brasileño que revolucionó la música y las artes de los años setenta. La exposición que ahora se presenta en la Tate es una producción del Museo de Bellas Artes de Houston: "Ellos dedican dos exposiciones a Oiticica: una sobre la primera parte de su obra The body of colour, hasta llegar a las primeras instalaciones y a las acciones, las capas que utilizaba para vestir a la escuela de samba de Mangueira. Oiticica dejó un cuerpo de obra existente (no como en el caso de otra brasileña, Lygia Clark, que buena parte de su obra hay que reconstruirla). Expuso en Londres a finales de los setenta, y al tiempo que mostramos esta exposición, montamos otra que se llama Oiticica en Londres, donde presentamos su obra en el contexto londinense".
Gracias a la colaboración establecida por la Tate con otros museos, otros artistas latinoamericanos tendrán su espacio en salas donde tradicionalmente este arte no tenía presencia: "En este momento estamos produciendo una exposición de otro brasileño, Cildo Meireles, que primero irá a Houston. Aquí Oiticica y allí Meireles, así hacemos intercambio. Todo esto responde a una estrategia, el programa de la Tate siempre estuvo muy centrado en el arte anglosajón y en el centroeuropeo descuidando el resto de las áreas, y nosotros hemos intentado cambiarlo. Tenemos un comité latinoamericano para comprar obra y, aunque las históricas de los años veinte o treinta ya es casi imposible adquirirlas, hemos empezado a comprar arte de los años sesenta. La exposición de Oiticica va paralela a la adquisición de obra suya, de modo que la Tate será el museo con la colección más importante de este brasileño. Y esto vamos a continuarlo".
Así, la Tate Modern no tendrá
obras de Frida Kahlo o Torres García, "tendríamos que esperar a donaciones u ofertas especiales porque hablamos de obras de millones de dólares", pero aunque este vacío histórico sea irremediable, el museo conseguirá con esta política convertirse en un importante referente del arte de Latinoamérica: "Habría que preguntarse", reflexiona Todolí, "por qué no estaba representado. Hay que dejar de ver el arte como un diálogo de Centroeuropa y Norteamérica, ésa es una visión mixtificadora porque no responde a la realidad sino a los centros de poder, los museos y el mercado. Frente a esa visión egocéntrica que era insostenible, está el público con un interés real en el arte que empieza a preguntarse por qué estas ausencias".
La estética latinoamericana puede aportar a la Tate una amplitud de miras, según Todolí. "Latinoamérica es un conglomerado de países, y si el arte es la reacción de un individuo frente al entorno, también es cierto que en muchos de estos países los artistas se unían para sumar fuerzas y así poder defender su entorno social y político y poder dar más volumen a su voz. Esto sucedió en México con los muralistas y en Brasil con el movimiento de los concretistas y los neoconcretistas, también en Argentina, pero no tienen nada que ver unos con otros. Podría decirse que se nutren de las vanguardias europeas, y esto es algo que tienen en común incluso los movimientos más indigenistas. Rivera, por ejemplo, tiene una fase cubista. Los neoconcretistas no existirían sin el viaje de Max Bill a Estados Unidos y sin los antecedentes de Mondrian, o Moholy Nagy. A su vez, los muralistas mexicanos influyeron en Pollock, por ejemplo. Lo cierto es que el paisaje está incompleto y sería bastante pobre si eliminamos este entramado de relaciones. No hay una característica definida y, al final, nos topamos con artistas individuales. En el arte lo importante es el nombre, no el adjetivo. Por supuesto que la cultura en la que el artista se nutre es importante, pero también puede reaccionar en contra. Al tiempo que tienes imágenes indigenistas, que creían que el arte latinoamericano tiene que estar relacionado con la cultura popular, tienes otros artistas que se nutren de las vanguardias de los años treinta en Europa".
Y en la idea de que cada artista es un mundo y en la necesidad de que la historia del arte debe contemplar la totalidad artística, Todolí finaliza su reflexión: "Hay que analizar cada obra individualmente porque para un artista no existen cotos vedados. Lo importante es esa libertad, y si el arte es el ejercicio de la libertad, el artista es el que decide dónde, cuándo y cómo mira. La razón de que se haya creado un grupo latinoamericano de adquisiciones es porque no se adquiría arte latinoamericano. En circunstancias normales no haría falta crearlo, si se ha hecho es porque un arte creado en una parte del mundo ha sido oscurecido. Tienes que enfocar el reflector de luz hacia esa área y conseguir que se normalice. Aparte tenemos necesidad de grupos de apoyo para todo porque nuestro presupuesto es muy reducido. La obra de artistas como Hélio Oiticica, Lygia Clark o Cildo Meireles ha necesitado la contribución del comité norteamericano para comprarla. Sus telas alcanzan ya un valor con el que el comité latinoamericano no podía, pero el grupo norteamericano se siente un poco en deuda y apoya al comité latinoamericano cuando no llega".
Hélio Oiticica: The body of colour. Tate Modern. Bankside. Londres. Del 6 de junio al 23 de septiembre.
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