Juan Cruz evoca el sufrimiento de su padre y la luminosidad de su infancia en 'Ojalá octubre'

Su hermana le llamó y le dijo que ahora conocía mucho mejor todo lo que pasó con su padre. Lo que pasó con el padre de Juan Cruz (Puerto de la Cruz, Tenerife 1948), que no "hizo" la Guerra Civil "pero sí sufrió la posguerra". "Como tantos otros que padecieron las humillaciones de entonces y de los que pocas veces se habla", apostilla el escritor y periodista a propósito de su última novela Ojalá octubre (editada por Alfaguara), que ayer presentó en Valencia. Cruz tenía grabada la mirada de su padre, recién salido del hospital, que comportaba "el final de la esperanza". Y para enfrentarse a ella se puso a escribir un libro en el que también evoca el luminoso periodo de su infancia en Tenerife.

No se trata de un ajuste de cuentas (sin menoscabo del cariño) como el de Philip Roth en Patrimonio, o una rememoración de la figura del padre al estilo de la inacabada El último hombre, de Albert Camus. Ninguna le inspiró. Cuando escribe, Cruz tiene más presente un poema que una novela precedente, aunque aborde cuestiones semejantes. Sus escritos "tiene un sesgo biográfico", suelen estar anclados en pasajes de su vida o inspirados en determinados hechos de su existencia, sin que por ello dejen de pertenecer al género más elástico, que todo lo abarca, la novela.

"Me sentí aliviado de haberlo hecho", afirmó el periodista de EL PAÍS en alusión a Ojalá octubre, cuyo título surgió a raíz de la lectura de una carta de Truman Capote. En ella, el escritor estadounidense expresaba a un amigo su estado especialmente feliz de la siguiente manera: "Me gusta tanto este mes que ojalá siempre fuera octubre".

El libro es una forma también de reconocer que uno acaba pareciéndose a su padre. Juan Cruz no alberga dudas. Se miró a un espejo y vio la imagen de su padre.