El tripartito busca extender su acuerdo a toda Cataluña, mientras que CiU intenta salir del aislamiento
Los teléfonos sonaron pronto después de la noche electoral. Llegada la hora de los pactos, las tres formaciones de la izquierda intentaron ayer coger la avanzadilla y alcanzar cuantos acuerdos sean posibles en los ayuntamientos sin mayorías claras. Pero Convergència i Unió ha aprendido la lección de estar en la oposición. Los nacionalistas entienden que deben intentar acuerdos con quien sea si no quieren perder más cuota de poder. Artur Mas imploró a los partidos de la izquierda "puertas abiertas" a posibles acuerdos con su formación y se mostró partidario de pactar con cualquiera de ellos donde haga falta. CiU quiere pasar página a su aislamiento.
Todos los partidos prometen reflexionar sobre la elevada abstención y el voto en blanco, que alcanzó el 4% en Barcelona
Artur Mas pide al PSC, Esquerra e Iniciativa que mantengan sus "puertas abiertas" a posibles acuerdos
Los acuerdos entre los tres partidos de la izquierda pueden dejar a CiU con apenas una decena de capitales comarcales
Las consignas de los partidos a sus dirigentes locales fueron claras. Que se cumplan o no dependerá en buena medida de las filias y fobias presentes en cada municipio. El PSC llamó a formar gobiernos "sólidos" y de "orientación progresista". Los dirigentes de Esquerra Republicana fueron más ambiguos y aseguraron que el partido no tiene "ningún guión preestablecido". Eso sí, admitían los dirigentes del partido que no se pondrán en contra de sus socios en la Generalitat si no es imprescindible para mantener sus cuotas de poder local.
En Convergència i Unió ya se temen lo peor. Los nacionalistas sufren en Cataluña un fenómeno parecido al que ha experimentado el PP en España: gana cuota de voto, pero pierde poder real. Y le ocurre por dos motivos: obtiene menos concejales y se encuentra con frecuentes portazos a la hora de negociar. Los nacionalistas obtuvieron 303 concejales menos en el conjunto de Cataluña y ello les deja más desprotegidos frente a los pactos de la izquierda. El PSC, ERC e ICV ha ganaron en su conjunto 700 ediles, pese a descender todos ellos en al menos un punto su cuota electoral.
El 'efecto Trias'
El fenómeno no es nuevo. CiU experimenta desde 1995 lo que parece una progresiva e imparable caída en número de concejales. Trias, con su discurso socialdemócrata, es la excepción en Barcelona. De ser la formación más votada en 633 ayuntamientos hace sólo 12 años, CiU ha pasado a serlo en 453. Al PSC y a ERC les sucede todo lo contrario. En 1995, los socialistas fueron la fuerza más votada en 140 ayuntamientos. El domingo lo fueron en 269.
A pesar de todo, los nacionalistas esperan obtener sin grandes problemas la alcaldía de una decena de capitales de comarca. Entre ellas, Manresa, Figueres, Banyoles, Vic, Tortosa, Berga, Sort y El Vendrell. Los grupos de la izquierda, con pactos de diversa índole, se harán con el resto.
Ante esta situación, Artur Mas optó ayer por la modestia. El nacionalista no quiere volver a ser el niño marginado por los compañeros del recreo. Pidió juego limpio a sus rivales y reivindicó para CiU su papel en la "vida política y social catalana".
La cúpula convergente reclamó al unísono que se respete en cada municipio a la lista más votada. Josep Antoni Duran Lleida dijo que no hacerlo es lo que lleva a los ciudadanos a la abstención. Sea o no éste el motivo, los electores demostraron el domingo un gran desapego hacia sus políticos. La abstención alcanzó el nivel récord del 46,2%. También el voto en blanco batió todas las marcas registradas en unas municipales: alcanzó el 3,1% en el conjunto de Cataluña y el 4,05% en Barcelona. Ciutadans, que presume de ser el partido de los enfadados con el actual sistema de partidos no se benefició de ello y apenas alcanzó el 3,8% de los votos en Barcelona. Ningún concejal.
Todos los partidos prometieron estudiar estas cifras y analizar en el futuro las causas de tanto desapego. Lo que sí hicieron ayer fue echar cuentas para sacar brillo a sus resultados.
El PSC insistió en el peso de sus votos para mantener la cuota electoral de los socialistas en el conjunto de España. En su cara a cara con el PP, los socialistas catalanes aventajan al partido de Josep Piqué en 640.000 votos. En Andalucía, el otro granero de votos socialista, la diferencia se redujo a 327.000 sufragios. El PSC presumió también de haber sido el único partido que logró más votos en las elecciones del domingo que en las autonómicas: casi 130.000 sufragios más.
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