"Una maravilla"
El nuevo Wembley, diseñado por Norman Foster para 90.000 espectadores, levanta admiración
Hace una semana, con motivo de la disputa de la FA Cup, el príncipe Guillermo de Inglaterra declaró inaugurado "el maravilloso estadio de Wembley". Las 7.000 toneladas de acero y cristal proyectadas por el estudio de sir Norman Foster son un estadio maravilloso y sigue siendo conocido como el estadio de Wembley. "No existe el nuevo Wembley. Wembley siempre será Wembley y la FA Cup, aunque se juegue en Cardiff, siempre será la FA Cup", proclamó esa misma tarde Ian Rush, el futbolista que más goles ha marcado (5) en tan significado partido. "Comprendo que tiraran el viejo campo: no se veía bien la cancha, los asientos eran pequeños, era incomodo hasta para mear. Pero Wembley será siempre Wembley", respondió Nobby Stiles, el centrocampista del West Ham que bailó sobre el césped de Wembley tras ganar la memorable final del Mundial de 1966 contra Alemania. Sobre esos mismos terrenos, con un giro de 90 grados al norte, se ha edificado un nuevo estadio con capacidad para 90.000 espectadores.
"Comprendo que tiraran el viejo: era incómodo hasta para mear", dice el ex internacional Stiles
La manera más rápida de llegar es cogiendo un tren desde Padington hasta Wembley Park. Desde allí, caminando por la Olimpic Way, se alcanza el estadio. Pero ya no se ven las dos torres que daban personalidad a la fachada del viejo Wembley. En el nuevo, un frontal grisáceo diseñado aguarda al seguidor, cemento y cristal al servicio del usuario: "¿Para que sirven las torres?" preguntó Foster. La respuesta fue la sentencia de muerte de los viejos emblemas de Wembley. Ahora, el único elemento ornamental sobre la fachada es un arco de 133 metros de altura por 315 de largo que pesa 7.000 toneladas y ejerce de símbolo al tiempo que de contrapeso para el 60% de una tribuna y el 40% de la opuesta. También hay una estatua en honor de Bobby Moore en cuya base se lee: "Inmaculado futbolista, defensa imperial. Héroe inmortal de 1966. El primer inglés en levantar la Copa del Mundo (...). Leyenda del West Ham. Tesoro nacional. Master de Wembley, Señor del juego. Capitán extraordinario, caballero en todo momento".
A la espalda de tan sincero homenaje, Foster ha diseñado un estadio tremendamente funcional, donde nada es gratuito y todo está pensado en función de la utilidad; todo tiene razón de servicio al uso (eventos deportivos y musicales) y al usuario. La mano del arquitecto se supone y nadie maldice ya a sir John Simpson, el arquitecto del antiguo Wembley, como solía hacerse antes si uno caía en uno de los 16 puntos sin visibilidad esparcidos por la grada de aquel estadio, construido en 300 días en 1923.
En el actual apenas hay escaleras, los pasillos son amplios y las zonas bajo tribuna luminosas y amplias. En Wembley, ahora, hasta hacer colas para pedir cervezas resulta cómodo. Todd Martín, ebanista de 57 años, nacido cerca del Stamford Bridge, bebía a dos manos el día de la final contra el Manchester United, justo al lado del Bar 1963, uno de los 688 distribuidos por el campo. En un lugar capaz de suministrar casi 50.000 pintas de cervezas en los diez minutos del descanso, los bares están separados entre los que dan de comer y los que venden refrescos o pintas. Los bares han sido bautizados en recuerdo a acontecimientos ocurridos en el viejo Wembley: 1923, la final del Caballo Blanco; 1953, la de Stanley Matthews; 1963, el combate entre Cassius Clay y Henry Cooper; 1966, la Copa del Mundo que Inglaterra ganó a Alemania; 1970, por la final de la FA Cup entre el Chelsea y el Leeds, o 1985, por el concierto Live Aid, son algunos de sus nombres.
"Estuve aquí el día del Leeds, en el 85, detrás de una portería", explicaba emocionado antes de empezar el partido Todd Martin. "Ninguno de los campos a los que voy últimamente se parece a los que iba de joven", asegura un tipo al que da miedo imaginar de joven. "Tenían que tirar Wembley y este Wembley es un campo maravilloso. Pueden venir hasta los viejos", zanja mientras muestra su desdentada dentadura y señala una de las 30 escaleras mecánicas que llevan directamente a la parte más alta de la grada. Lo que no debe saber es que, según un estudio elaborado por la Premier en la temporada 2005-06, sólo uno de cada diez seguidores es menor de 24 años. En 1992, en el Aston Villa, el 25% de los socios tenía entre 16 y 20 años.
El fútbol inglés envejece y, al tiempo, es cada vez más caro. Según los últimos estudios, la entrada de Highbury que en la temporada 1989-90 valía 6,71 libras (casi 10 euros) hoy, en el flamante Emirates Stadium, puede llegar a las 94 libras (138,64 euros). Según el mismo estudio, el fútbol inglés se ha encarecido en un 600%. Debe de ser por eso que el programa del partido costó 10 libras, algo que indignó al mismísimo Alex Ferguson: "El futbol es un deporte popular. No deberíamos olvidarlo", pidió el mánager del Manchester United, en un partido emocionante pero tosco, que, visto desde la grada de Wembley, pareció otra cosa: la visión resulta espectacular debido a la inclinación de la grada y la cercanía al terreno de juego.
"Maravilloso". Era el adjetivo más usado por los 90.000 hinchas que vivieron el estreno. En tan inmenso contenedor (4 millones de metros cúbicos, el equivalente a 25.000 autobuses dobles), caben el restaurante más grande de Londres, con capacidad para 2.000 personas; 26 ascensores y más de 2.618 lavabos, a los que, por supuesto, Stiles dio su visto bueno. La obra fue terminada un año más tarde de lo previsto, entre otras razones porque los obreros que la construían llegaron a apostar en contra de los plazos de finalización de la misma, prevista para el verano de 2006. Los investigadores descubrieron que no eran pocos los trabajadores que pasaban su jornada durmiendo, jugando a las cartas e incluso consumiendo cocaína. Perdieron el trabajo y fueron denunciados, pero ganaron la apuesta: Wembley se inauguró hace una semana.
"De niño, soñaba con jugar en Wembley con la selección", dijo Beckham hace dos semanas: "Después de visitar el nuevo estadio, sigo soñando lo mismo".
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