Luis Alonso, el guardia civil que dijo no a Franco y a Tejero
Perteneció a la Unión Militar Democrática
Luis Alonso, capitán retirado de la Guardia Civil, falleció ayer, 25 de mayo de 2007, en Barcelona, a los 61 años de edad. Fue uno de los más activos miembros de la Unión Militar Democrática (UMD), organización antifranquista en el seno de las Fuerzas Armadas desde 1974 hasta 1977. Alonso se incorporó a la organización a finales de 1974 y fue el único oficial de la Benemérita que se integró en la organización, participando en numerosas reuniones y desarrollando actividades no exentas de peligro. Ayudó de forma muy activa a la reorganización en Madrid de la UMD tras las detenciones de sus dirigentes en julio de 1975.
En una de las reuniones con líderes del PCE, uno de los asistentes le pidió permiso para darle un abrazo: "Jamás hubiera pensado que saludaría así a un miembro de la Guardia Civil en estos años", dijo. Pero sería más tarde cuando Luis Alonso daría la talla de su temple y su fe en la democracia y las libertades. En 1976 estaba destinado en Tolosa (Guipúzcoa) a las órdenes del entonces comandante jefe de la Guardia Civil Antonio Tejero, tristemente famoso más tarde por su toma del Congreso.
Alonso recibió la orden de disolver violentamente una manifestación pacífica. Habló con el alcalde, pactó la marcha y no hubo ni violencia ni desorden. "Tuve que elegir", diría más tarde, "entre obedecer a la autoridad civil o a la militar. Y opté". Esa opción le costó dos meses de arresto en una prisión militar en Ferrol.
Perseguido y vilipendiado por muchos de sus compañeros, aunque la mayoría le respetaba como gran profesional que era, se vio obligado a dejar la carrera y, terminado Derecho, se dedicó a la abogacía durante muchos años. Últimamente dirigía un negocio particular.
En 2003 fue fundador de la Asociación Foro Milicia y Democracia (FMD), que agrupa a militares y civiles simpatizantes de la antigua UMD. Siempre luchó por el reconocimiento de la labor de aquel centenar largo de hombres de la UMD, reconocimiento que los diferentes ministros de Defensa, de derechas y de izquierdas, han torpedeado. Se marcha sin ver cumplida una de sus ilusiones, pero deja entre sus compañeros y amigos el sabor de la camaradería, el honor y la lealtad, que valen mucho más que cualquier reconocimiento oficial.
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