Al tren por Internet
Por qué será que hoy (21 de mayo) al leer en EL PAÍS el título del artículo de mi admirada Elvira Lindo Tramposillos me ha venido inmediatamente a la cabeza el eslogan publicitario de Renfe que, más o menos, viene a decir: de Internet directamente al tren. Y he pensado que le venía como anillo al dedo el mismo calificativo de tramposillos, aunque a mí me gusta más, por más justo, el de pillos.
Veamos, compro por Internet un billete para un viaje en el AVE. Contrariamente a lo que dicen, no puedo subir directamente al tren sin pasar antes por ventanilla para que me den el billete de verdad. El otro ahorra tiempo, sí, pero no sirve para nada.
Lo peor viene después, lo peor es que te lo sigas creyendo a pesar de todo, que sigas pensando que Renfe es una empresa seria y vas y lo imprimes. Impreso vale lo mismo que el anterior, nada. Pero eso sí, si tienes que devolverlo porque por un asunto grave debes posponer el viaje, como ya es un billete físico (qué querrá decir eso, que diría Millás), ya no te permiten pedir el reembolso por Internet, sino que tienes que hacerlo en ventanilla en una estación.
Y si eso te sucede, como me sucedió a mí, en domingo y en El Escorial, donde los fines de semana nadie puede sacar un billete de éstos sencillamente porque la ventanilla está cerrada, no te queda más remedio que desplazarte a Madrid. Eso sí, en el reembolso, lo digo por aquellos que lo consiguen, te descuentan un 15% por gastos de gestión. Lo digo en serio, no es broma.
Dudo mucho de que se trate de falta de capacidad para hacer bien las cosas. Creo que es llana y simplemente pillería. La misma que tenemos que soportar continuamente cuando no nos funciona el ADSL, nos pierden una maleta en el aeropuerto, tenemos que devolver un producto defectuoso o reclamarlo o mil cosas de nuestra vida diaria que agotan nuestra paciencia en teléfonos opacos y sin identidad.
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