La abstención, aliada del PP en Málaga
La izquierda persigue una alta movilización, que tradicionalmente le ha beneficiado
El gráfico de la evolución electoral en Málaga muestra dos líneas paralelas casi perfectas: la de la abstención y la de los resultados de los partidos de izquierda. Ambas tienen vaivenes similares, alcanzan las mismas puntas y las mismas zonas valle, sobre todo desde que en las autonómicas de 1994 el PP comenzó a ganar elecciones en la capital malagueña.
En 1995 ganó por primera vez unas municipales, pero IU y PSOE sumaron entonces más votos y más concejales en unas elecciones que arrojaron la participación más alta de la historia en unas locales, un 64,7%. Cuatro años después, el PP logró su primera mayoría absoluta con un elevado índice de abstención, el 47,5%, que el actual candidato de IU a la alcaldía, Pedro Moreno Brenes, atribuye en buena medida a "la frustración que generó en el electorado que pudiendo haber gobernado la izquierda en 1995, dejara gobernar a la derecha".
La alta participación propició al PSOE ganar las generales de 2004 tras 11 años de derrotas
Lo cierto es que el abstencionismo ha sido desde entonces un claro aliado del PP en Málaga y el principal enemigo de la izquierda, especialmente del PSOE. Hasta tal punto, que el grado de participación se ha convertido en el elemento que determina los resultados electorales en Málaga. Ello se demuestra en los resultados del PP, caracterizados por una gran fidelidad, sin grandes oscilaciones -se ha estabilizado en torno a los 120.000 votos-, de forma que con una cantidad similar de papeletas gana municipales por mayoría absoluta, o pierde autonómicas y generales, como ocurrió en 2004. Todo depende del grado de participación, de la movilización electoral que sea capaz de generar la izquierda.
Lo ocurrido en las últimas dos citas electorales es elocuente. Con 120.302 votos en las elecciones municipales de 2003, el PP logró mayoría absoluta en el Ayuntamiento, y sacó al PSOE 15 puntos de ventaja. Al año siguiente, con sólo 4.436 votos menos, perdió las elecciones generales con siete puntos de desventaja respecto al PSOE, que desde las generales de 1993 no ganaba unos comicios en Málaga.
Entre una y otra cita electoral hubo una diferencia de participación de 15,5 puntos -56,27% frente a 71,71%-, lo que evidencia que la movilización en las urnas benefició de forma sustantiva al PSOE. El dato resulta más ilustrativo en términos absolutos. En las elecciones generales de 2004 acudieron a las urnas 59.750 malagueños más que en las municipales de 2003, y el PSOE obtuvo 58.162 sufragios más.
Qué grado de movilización conseguirá la izquierda en las elecciones del pasado mañana es la por tanto la principal incertidumbre. El PSOE es consciente de que las circunstancias tan especiales que rodearon a las elecciones generales de 2004 son irrepetibles. Y la regla general además establece que en Málaga siempre hay más participación en unas generales que en unas locales. Pero también sabe que tiene un electorado elevado, y que el resultado dependerá en buena medida de la capacidad que haya tenido para ilusionrle y llevarle a las urnas.
Los socialistas saben que no van a ganar las elecciones del domingo, pero estiman que con unos 20.000 votos más que en los que obtuvieron hace cuatro años arrabatarían al PP la mayoría absoluta. Hasta ahora sin embargo, ninguna encuesta ha contemplado esa posibilidad.
Activar la movilización ha sido por ello el gran objetivo de la campaña de la candidata del PSOE, Marisa Bustinduy, que ha centrado su trabajo en aquellos barrios de la ciudad más proclives a su partido, pero también a la abstención electoral. Sobre todo en la zonas norte y oeste, que son además las que más densidad de población tienen, y a los que ha trasladado un mensaje de contenido social, con promesas de mejoras de equipamientos públicos de los que están carentes.
La campaña en Málaga ha girado en torno al proyecto del equipo de Gobierno de Francisco de la Torre de que en los suelos que ocuparon los depósitos de Repsol haya un uso combinado de parque, residencial y comercial, con cuatro torres, una de ellas un rascacielos de 44 plantas. PSOE e IU en cambio se han comprometido a revocar el convenio urbanístico que triplica la edificabilidad prevista en la zona y convertir la parcela en el gran parque central de Málaga, sin ninguna construcción. Consciente de que en estos distritos de pueden jugar las elecciones, el alcalde ha insisistido en el último tramo de campaña en hablar de la "gran transformación" de la zona oeste, defendiendo que su proyecto en Repsol dará "calidad" a la zona y recordando otras actuaciones como la puesta en uso del edificio de Tabacalera o el cierre del eje litoral.
En Málaga hay 700 mesas electorales repartidas en 11 distritos. El PP ganó en 2003 en 481 mesas y tiene su feudo en los cinco distritos del centro y el este. El PSOE venció en 219 mesas, 207 de las cuales se ubican en los seis distritos de las zonas oeste y norte.
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