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Elecciones municipales 27M
Columna
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Yo lo vi primero

Algunos se me han extrañado de que acompañe a Alfredo Sánchez Monteseirín en esta pelea electoral, aunque sea en el puesto 33, el último, sosteniendo el farolillo del honor y del compromiso ético. Déjenme recordar.

Corría el año 1991, malos tiempos para el PSOE, con toda aquella escandalera. Alfredo me llamó un día para contarme que había tenido un sueño: renovar desde abajo unas estructuras demasiado escleróticas. Y allá que nos embarcamos en un congreso extraordinario, yo como ilusorio presidente, él como fantástico secretario general. Naturalmente perdimos, pero también ganamos, porque en lo cualitativo se introdujo por vez primera el concepto: renovarse o morir. Y aunque desde el partido nos avisaron que "los experimentos con gaseosa", nuestra más atrevida propuesta, un voto por delegado -y no por agrupación- triunfó poco después y es hoy moneda corriente en los congresos del partido. Normal parece, pero no lo era.

Sánchez Monteseirín tiene un sueño: un proyecto de ciudad. Por eso vuelvo a estar con él

Después, en 1998, cuando las primarias para decidir el candidato a la alcaldía de Sevilla, volví a apoyarlo y esta vez sí que ganamos. Ya como alcalde, sufrió lo suyo, teniendo que lidiar con un socio de gobierno, el Partido Andalucista, que no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Apareció entonces en el horizonte el jodido asunto de Tablada, que costó ríos de tinta y muchas horas de resistencia ciudadana. Desde la plataforma Tablada Verde, lo acompañé también contra los lobos del urbanismo. Luego cambió de socio, Izquierda Unida, en estos cuatro años últimos, que han sido sin duda los más fructíferos para la ciudad de Sevilla.

Los años en que se les ha dicho bien claro a los especuladores que aquí no tienen nada que hacer, y ya ven la que está cayendo por ahí. Los cuatro años que han renovado el impulso del 92, con la mayor transformación urbana que se ha producido desde entonces. En trasportes, en vivienda, en urbanismo productivo, en creación de empleo, en cultura, en mejora de los barrios... Mucho más que en todos los mandatos anteriores juntos, teniendo en cuenta que el en 92 el verdadero alcalde de Sevilla se llama Felipe González. Y si no, hagan la prueba y traten de recordar algo meritorio, verdaderamente meritorio, que hayan hecho los otros alcaldes de la democracia. Verán qué chasco.

Pero lo mejor está por llegar, se lo aseguro. Y es que Alfredo tiene, además de un sueño, una idea en la cabeza, un verdadero proyecto de ciudad. Por eso vuelvo a estar con él. Pero que quede bien claro que yo lo vi primero.

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