Irlanda vota con pleno empleo
Las encuestas dejan en el aire el tercer mandato del primer ministro Bertie Ahern en las elecciones de hoy
Irlanda celebra hoy unas elecciones de pronóstico reservado. El primer ministro, Bertie Ahern, ha acabado la campaña liderando los sondeos y podría repetir la coalición del Fianna Fáil (FF) y los Demócratas Progresistas (PD), pero la oposición espera llegar a gobernar en una coalición de dos o tres partidos. Ahern se apunta los triunfos de la paz en el Ulster, el crecimiento económico y el pleno empleo, pero sus rivales le hacen responsable del deterioro de los servicios públicos y en especial la sanidad. Los irlandeses, ahora ricos, van a las urnas pensando en el pan de cada día.
Dublín refleja el crecimiento de Irlanda. Comercios a la última moda, calles limpias, restaurantes por doquier, pero también precios por las nubes, embotellamientos exasperantes y, dicen, el colapso de los hospitales, incapaces de atender a una población que ha pasado de poco más de tres millones a cuatro en 10 años. País de emigrantes, Irlanda se ha convertido en la tierra prometida de cientos de miles de europeos del Este y por sus calles se ve una variedad étnica que antes no existía.
La paz en el norte y la riqueza en el sur han transformado el debate político, dando prioridad a los asuntos cotidianos, como la sanidad, la educación, la seguridad ciudadana o los transportes. Ahern, que gobierna desde 1997, se ha presentado a sus terceras y últimas elecciones -se jubilará no más tarde de 2011, cuando cumpla 60 años- con un legado de crecimiento económico y el lema "hay que dar un paso más". Pero su futuro está lastrado por acusaciones de corrupción desde que se supo que aceptó préstamos sin intereses siendo ministro de Finanzas. Él explicó en su día que entonces estaba arruinado debido a su divorcio y que le prestaron dinero amigos personales.
El asunto volvió al primer plano al empezar la campaña, pero en los últimos sondeos el Fianna Fáil ha dado un salto espectacular y ha pasado del 36% al 41% en la intención de voto. Junto al 2% de sus compañeros de coalición, los Progresistas Demócratas, obtendrían un 43%, quizás suficiente para lograr la mayoría de los 166 escaños del Parlamento. En el último sondeo, el Fine Gael ha caído del 22% al 21% y los laboristas del 10% al 8%. El posible tercer socio, los Verdes, han subido del 4% al 5%.
Pero los porcentajes de voto son sólo un indicio del reparto de escaños porque el sistema electoral de voto único transferible hace impredecible la composición final de la Cámara: los votantes señalan cuáles son sus segundas, terceras y sucesivas preferencias de voto, que se van incorporando al recuento hasta que están adjudicados todos los escaños de una circunscripción.
"La campaña empezó con muchas dificultades debido a la cuestión de las finanzas del taoiseach [como se denomina en gaélico al primer ministro]. Pero en cuanto eso ha pasado hemos ido hacia arriba. El momento clave fue el debate televisado entre Bertie Ahern y Enda Kenny, el líder del FG", explicó a este diario Dermot Ahern, ministro de Exteriores del Gobierno saliente, que comparte apellido, pero no parentesco, con el primer ministro.
El Fine Gael, que lidera la oposición, ha conducido la campaña con el efectista lema Un contrato para Irlanda, una larga serie de compromisos muy pegados a los asuntos cotidianos: desde las pensiones a más policías, más médicos o más enfermeras. "Ofrecemos un Gobierno capaz de dar a la gente servicios públicos fuertes. No se trata de hacer grandes ofertas ideológicas sino de ofrecer las políticas concretas que demanda el ciudadano. El Fianna Fáil ha demostrado que es incapaz de reformar los servicios públicos. La nuestra es una oferta de Gobierno reformista", aseguró a este diario Richard Bruton, número dos del Fine Gael.
"Ofrecemos una gran experiencia de Gobierno", explicó, desde la acera de enfrente Ciarán Ó Cuinn, consejero especial del ministro de Exteriores, del Fianna Fáil. "Cuando llegamos al poder en 1997, los irlandeses eran relativamente pobres y ahora son relativamente ricos. Hemos llevado la paz a Irlanda del Norte. Hemos traído impuestos muy bajos, mucho más empleo y mejores servicios públicos", presume. "Pero no se trata de mirar al pasado. Hay que consolidar la paz en Irlanda del Norte invirtiendo en programas antisectarios y en mejorar las infraestructuras en la zona fronteriza. Y seguir con la política de bajos impuestos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.