El voto viaja en coche
El tráfico, el problema de las ciudades más citado en las encuestas, dispara la imaginación en los programas de los partidos
En las ciudades gallegas, el voto viaja en coche. Y se detiene en los semáforos, se enreda en los atascos y aparca en doble fila. También se mueve en autobús, sobrelleva los retrasos y padece los incrementos de tarifas. El tráfico aparece en las encuestas de las siete ciudades en un lugar de honor entre las principales preocupaciones. No es de extrañar. Tres de las carreteras más colapsadas en Galicia son vías de entrada de A Coruña, casi 300.000 coches vomitan diariamente CO
2 por Vigo adelante, Santiago cobija más vehículos que habitantes y Pontevedra es un atasco constante. Los programas electorales de los partidos derrochan imaginación para atajar un problema que no cesa.
La cuestión, ahora denominada movilidad, ocupa un lugar preferente en la oferta electoral de las municipales, aunque las características de los problemas de tráfico de cada ciudad sean bien distintas. En Santiago, por ejemplo, tienen nombre propio: cinturón urbano. Los ayuntamientos que rodean la capital gallega, auténticas ciudades residenciales que vuelcan sus coches cada mañana hacia el centro compostelano, hacen que Santiago soporte un 40% más de tráfico que el que le corresponde a una ciudad de su tamaño. Si se atiende a la condición peatonal de su casco antiguo y el angosto entramado de su Ensanche, sin rastro de avenidas, se entiende la insistencia casi obsesiva de las propuestas de tráfico en esta campaña electoral.
El tránsito en Santiago supera en un 40% al que le corresponde por población
"Hay que potenciar el transporte público metropolitano", receta Xosé Baqueiro, concejal de Tráfico de Santiago. No inventa nada. La Consellería de Política Territorial está poniendo en marcha un programa para mejorar la comunicación de los grandes ayuntamientos gallegos con los municipios de su entorno. El Plan de Transporte Metropolitano avanza, aunque lento, entre críticas y con dificultades. Empezó en Ferrol, y después se sumaron A Coruña y Santiago. Por distintos motivos, las otras tres provincias todavía no se han sumado al proyecto. Y en A Coruña, abundan los usuarios que opinan que no ha resuelto nada.
En Vigo, desavenencias con el gobierno municipal sobre la ubicación de las paradas han impedido poner el plan en marcha. "Me gustaría negociar con el concejal de Tráfico, pero no hay manera de conseguir que se siente a hablar", lamenta la directora general de Transportes, Mar Chao. Y eso que más de 100.000 de los 270.000 coches que circulan cada día por la ciudad vienen de fuera. Pero sus problemas no tienen tanto que ver con las entradas y salidas de Vigo como con los largos desplazamientos que exigen las características de la ciudad .
Años atrás, un concejal de Tráfico vigués se hizo famoso al reducir los atascos en la ciudad a situaciones de sugestión colectiva. Lo cierto es que, sugeridos o no, los problemas de la circulación en Vigo se han reducido de forma notable en los últimos años. "El mérito es de las nuevas infraestructuras", resume el socialista Julio Calviño, responsable de Tráfico durante el efímero mandato de Ventura Pérez Mariño. "A medida que se abrieron al tráfico los túneles del litoral, Rande-Puxeiros o el segundo cinturón, el centro se ha visto aliviado". Pero con fluidez o sin ella, los tubos de escape de la ciudad emiten 815.000 toneladas anuales de monóxido de carbono, según un reciente informe del Ministerio de Medio Ambiente.
El transporte público sigue en progresión -22 millones de pasajeros al año-, pero más rápida avanza la doble fila, problema emblemático del tráfico vigués, contra el que se han empleado métodos peculiares. Los socialistas, una campaña policial en toda regla. El PP, un coche-cámara que dispara multas en masa contra todo vehículo mal estacionado. El atajo puede salir caro: un juez declaró ilegales estas sanciones, y el Ayuntamiento afronta la devolución de miles de euros cobrados de forma incorrecta.
"En Pontevedra, el problema fundamental es la ausencia de vías de circunvalación", diagnostica su concejal de Tráfico, Guillerme Vázquez. Como en Santiago, las peatonalizaciones, generalizadas durante el mandato del BNG, no han aliviado las cosas, y de paso han puesto en manos de sus detractores la poderosa arma de los atascos. Pero Vázquez niega la mayor: "Puedo mostrar fotos de hace diez o doce años que demuestran que Pontevedra ya se colapsaba antes de las humanizaciones", declara el edil nacionalista. El trazado de una circunvalación en proyecto ha provocado un amplio movimiento de rechazo, respaldado por el gobierno municipal.
En A Coruña, mientras, arrecian las críticas contra el Plan de Transporte Metropolitano, de no poca importancia en una ciudad de tamaño pequeño, de las que se recorren andando, pero convertida en lugar de trabajo para decenas de miles de residentes en los ayuntamientos limítrofes. Los problemas de transporte son problemas de transporte metropolitano. No es de extrañar que los principales partidos hagan de la mejora de las comunicaciones interurbanas el eje fundamental de sus programas sobre tráfico.
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