"La 'niña de Dikika', que vivió hace tres millones de años, tuvo atenciones y mimos"
La portada de la revista National Geographic con una niña peluda como un mono pero sonriente como cualquier hija de vecino dio la vuelta al mundo en septiembre pasado. Tras esa reconstrucción virtual de una pequeña Australopitecus afarensis que vivió hace 3,3 millones de años hay una larga historia que ha revolucionado la paleontología mundial: el hallazgo en 2000 del fósil más antiguo de un homínido joven, una chiquilla de tres años de edad, en una remota región del noreste de Etiopía llamada Dikika. Su cráneo y los huesos de la parte superior de su cuerpo estaban prácticamente completos, lo que ha dado un volumen de información inusitado sobre su especie. También se ha hallado su pie, cuyo análisis ha certificado que era bípeda. Los detalles de cómo fue encontrada encenderán más de una vocación entre aquellos que creen que la paleontología todavía puede ser una disciplina teñida de aventura. El autor del hallazgo, Zeresenay Alemseged (Axum, Etiopía, 1969), ha hablado de ello en Barcelona invitado por la Obra Social La Caixa.
"Selam' ['Paz' en etíope] contiene todo lo que la paleontología puede pedirles a unos huesos"
"Si la oyéramos hoy, la voz de 'Selam' se parecería más a la de un chimpancé que a la de un ser humano"
Pregunta. ¿En qué circunstancias se produjo el hallazgo de la niña de Dikika, que usted bautizó como Selam (Paz en amárico, lengua oficial de Etiopía)?
Respuesta. Yo era el único científico en la expedición y tenía que ocuparme de todo: paleontología, arqueología, geología y hasta climatología... Sólo me acompañaban tres personas más: un representante del Gobierno y dos soldados, porque Dikika es una zona de frontera entre dos grupos étnicos rivales y se dan enfrentamientos violentos.
P. ¿Por qué decidió hacer una prospección allí?
R. Porque está rodeada por tres grandes áreas de conocida riqueza para la paleontología: al norte, Hadar, donde en los años setenta se encontraron los restos de Lucy, la famosa hembra adulta también de la especie A. afarensis; al oeste Gona, donde han aparecido las herramientas de piedra más antiguas conocidas; y al sur, Middle Awash, que ha dado muchos fósiles importantes de homínidos. Como hay cierto peligro por los enfrentamientos, los científicos no se arriesgan a ir. Incluso mi familia se extrañaba de que fuera, pudiendo trabajar en Francia o en EE UU. Pero yo tenía informes geológicos que indicaban la presencia en Dikika de sedimentos anteriores a los de Hadar, así que fui allí, pensé que alguien tenía que hacerlo, era un reto personal.
P. ¿Es una zona de muy difícil acceso?
R. Se encuentra a 470 kilómetros de Addis Abeba. Los primeros 440 kilómetros pueden cubrirse en coche en seis horas, pero para los 30 últimos... ¡son necesarias cuatro horas! ¡Fui la primera persona en ir en coche a Dikika!
P. ¿Y cómo se produjo el descubrimiento?
R. Mi objetivo era trabajar en la etapa previa a Lucy (3,18 millones de años). Había seleccionado un emplazamiento con cenizas volcánicas datadas en 3,4 millones de años. A las tres semanas de estar excavando decidimos inspeccionar una ladera y el mismo día que empezamos aparecieron los restos de Selam. Recuerdo la hora: eran las cinco de la tarde. El fósil se situaba justo encima de las cenizas, por lo que enseguida estuvo claro que tenía que ser muy próximo en el tiempo a ellas.
P. Fue todo muy rápido.
R. Encontrar un fósil tan completo es algo increíble, sobre todo si lo comparas con tantos colegas que han de emplear toda su carrera para dar quizá con unas pocas piezas dentales. Selam contiene todo lo que la paleontología puede pedirle a unos huesos: información sobre la anatomía, el comportamiento, la locomoción y el desarrollo de su especie.
P. Halló a Selam en 2000 pero no lo anunció hasta 2006. ¿Por qué tanto tiempo?
R. Porque los huesos estaban completamente pegados a un amasijo de restos de piedra y arena, que era como cemento. Hemos tenido que separar la tierra de los huesos grano a grano, con una precisión casi de dentista. Algunos huesos tardamos cuatro años en poder reconocerlos.
P. ¿Era capaz de hablar esa niña?
R. Podemos analizar cómo debía de ser su voz gracias a que uno de los huesos hallados fue el hioides (encima de la laringe), del cual hasta ahora sólo tenemos un par de ejemplos más, muy posteriores, en neandertales. El hioides de Selam tiene una cavidad en su base, igual que los chimpancés, que sirve como saco de aire; en nuestro cuerpo, en cambio, ese hueso es plano. Si la oyéramos hoy, la voz de Selam se parecería más a la de un chimpancé.
P. ¿Y su cerebro? ¿Qué grado de diferenciación tenía respecto al de un chimpancé?
R. La arena y la piedra se han moldeado tan bien en torno a la cavidad de su cráneo que es como si tuviéramos una impresión de su cerebro, algo similar a la conservación de las víctimas de Pompeya. El cerebro de Selam era más reducido que el de un chimpancé de su misma edad. Esto no significa que fuera más retrasada, sino al contrario, que era más humana. Somos la única especie que tiene un desarrollo lento de su cerebro: el cuidado de nuestros padres completa su formación. Así que Selam debió de tener atenciones y mimos. Ésta es una información decisiva para entender los orígenes de los comportamientos de paternidad, de cuidado de nuestros hijos, y también la infancia tal y como la concebimos, algo único en la naturaleza. Así que los A. afarensis eran muy humanos en ese sentido.
P. ¿Qué opina sobre el hombre de Flores, cuyo pequeño cráneo ha generado una gran polémica?
R. Creo que es una especie aparte. En un encuentro en Filadelfia en marzo pasado se presentaron resultados convincentes sobre la ausencia de rasgos morfológicos que indicaran que era un Homo sapiens afectado de microcefalia, una de las principales tesis contrarias. Además, se presentó otro estudio sobre los huesos de su muñeca que muestra que su estructura es muy similar a la de los primates africanos y de los A. afarensis, adaptada para subirse a los árboles, alejada del tipo de muñeca hacia la que evolucionarían después los neandertales o los sapiens.
P. ¿Va a volver al yacimiento de Dikika?
R. Iré en noviembre, pero voy a concentrarme en el periodo de tiempo entre hace 3 y 2,7 millones de años. Es cuando surgen los primeros representantes del género Homo. De hecho, en 2005 localizamos una pelvis de homínido que está en estudio. La ventaja de Dikika es que cubre un periodo de tiempo muy amplio de la historia de la evolución humana que llega hasta hace 500.000 años.
P. ¿Ha cambiado mucho su vida desde el hallazgo de Selam?
R. Soy investigador en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva [Alemania] y el presidente de todos los Max Planck, al que no conocía y que es alguien casi tan importante como Angela Merkel, pone a la niña de Dikika en sus conferencias como ejemplo del impacto ideal a conseguir por un científico. En efecto, ha sido algo que ha ido más allá de la ciencia, ha alcanzado a todos los ciudadanos.
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