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Crónica:La crónica | Elecciones 27M
Crónica
Texto informativo con interpretación

La extraña pareja valenciana

Soledad Gallego-Díaz

Lo más extraño de la campaña valenciana es la casi total ausencia de Eduardo Zaplana, antiguo presidente de la Generalitat y uno de los grandes barones territoriales del PP, que ha perdido en los dos últimos años su batalla frente a Francisco Camps y que en estos días sólo se deja ver en los restos de su feudo, en Alicante. Como las cosas en política son siempre más complicadas de lo que parecen, Zaplana sigue representando en el PP valenciano el sector más liberal y laico, criticado por sus pocos escrúpulos, pero nada próximo al Opus Dei ni a los Legionarios de Cristo, frente al grupo de raíces más conservadoras y, sobre todo, inspiración religiosa que supone Camps. En el fondo éstas son las primeras elecciones en las que Francisco Camps, más de derechas y más autonomista que su predecesor, acude sin la protección ni el paraguas de los zaplanistas, con los que ha mantenido una guerra sin cuartel por el control del partido.

Camps cuenta con un apoyo formidable, la alcaldesa Rita Barberá, con la que forma una extraña pareja. Valencia ciudad representa un porcentaje muy importante del voto autonómico y Barberá, además, ha conseguido superar tres legislaturas sin perder popularidad y sin caer en los agujeros que corroen Castellón o Alicante y que salpican a la Comunidad, con personajes como Carlos Fabra o Luis Díaz Alperi, acusados de corrupción.

Ayer, Camps y Barberá participaron en la capital en la IV Festa de la Familia del PP, un encuentro popular con todas las señas de identidad del populismo: 40 minutos de bailes regionales, invitación a paella, actuación del "triunfito" Vicente Segui, reparto de camisetas, macetitas con hierbas aromáticas y niños en el escenario. Barberá tiene un don innegable, una naturalidad extraordinaria, que le hace moverse con facilidad en los ambientes más populares. Hija de un antiguo periodista y concejal, y economista ella misma de formación, Barberá suele salir airosa también de todo tipo de debates, con un apabullante manejo de cifras y datos que le proporcionan sus 16 años ininterrumpidos de mandato. "Barberá usa las cifras como Obelix los menhires, para aplastar a sus enemigos", bromea el sociólogo Josep Sorribes, en una reciente biografía no autorizada de la alcaldesa.

Barberá acudió a la Festa del PP (tal y como se anunció, en valenciano), pero no pronunció una sola palabra en esa lengua. La alcaldesa no habla jamás en valenciano, cosa que si hace Camps, pero eso no le causa, al parecer, ningún problema entre su electorado. "Barberá", asegura Sorribes, "es una señora muy de derechas y muy singular". Viéndola en el escenario de la Festa daba la impresión de "comerse", incluso sin querer, al presidente de la Generalitat, con una imagen mucho más desdibujada.

Barberá se defiende como "la experiencia en marcha", frente a quienes opinan que 16 años de alcaldía agotan a cualquier político. Es posible que, como aseguran algunos cronistas valencianos, esté cansada y que haya sido la candidatura de la socialista Carmen Alborch, otra persona extraordinariamente conocida en la ciudad, aunque de características opuestas, la que le haya "reanimado", en el sentido de no aceptar que alguien pueda superarla en popularidad.

Pocos niegan que Valencia capital y Valencia Comunidad son desde hace mucho tiempo, como Madrid capital y Comunidad, los territorios más difíciles de España para el PSOE (y para José Luis Rodríguez Zapatero) y, al mismo tiempo, territorios necesarios a la hora de sumar votos suficientes en las elecciones generales. Si no puede ganar el día 27, como afirman las encuestas, entonces el PSOE necesita, por lo menos, incrementar su porcentaje de voto en ambos lados y demostrarse a sí mismo que las cosas van bien.

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Las encuestas no permiten que los socialistas se hagan muchas ilusiones en Madrid, donde la campaña no sólo no mejora sino que empeora las previsiones demoscópicas y donde los candidatos no son capaces de realizar una aportación personal. La mirada se dirige ya únicamente a Valencia, un territorio peculiar en el que el PSOE intentará afianzar el voto y abrir senda. Aquí las encuestas, gracias, sobre todo, a una candidata incuestionable, Carmen Alborch, no dan la victoria pero si predicen avances sensibles.

Para completar el ascendente protagonismo femenino en las batallas valencianas, dos datos más. La inédita fórmula Compromís, que une a Izquierda Unida y al Bloc Nacionalista Valencià en las listas autonómicas, lleva como cabeza de lista a Gloria Marcos, ex sindicalista, de 56 años, y es posible que la alcaldía de Alicante recaiga en Etelvina Andreu, socialista de 38 años, médica y física de formación. Compromís permitirá que el voto del Bloc, que tradicionalmente se queda al borde de conseguir un escaño (es decir, al borde del 5% obligatorio), se concrete en algo y se sume a los 6 de IU.

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