Puerto Real, pendiente de Michigan
Las gestiones y protestas contra el cierre de la factoría gaditana dominan la campaña
La esposa del trabajador de Delphi Automotive Systems que rompe a llorar porque la armonía familiar y el débito conyugal se fueron al traste desde que la multinacional estadounidense anunciara la clausura de su factoría en Puerto Real, teme que el PSOE se enfade si pierde las municipales y, en represalia, la Junta de Andalucía y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero los abandone a su suerte. "Los partidos escurrirán el bulto después de las elecciones, y yo habré perdido a mi marido", dice María, de 44 años. Apenas hay espacio para el sosiego y el juicio sereno entre los 1.600 empleados directamente amenazados por una crisis que causó ataques de ansiedad, depresiones y dos infartos. "El compañero del último infarto se había implicado muchísimo contra este capitalismo salvaje. Viajaba de un lado a otro recogiendo firmas. Le han colocado tres válvulas", recuerda Enrique. "¿Sabe lo que voy a poner en la papeleta de votación? Que Delphi no se cierra".
"Espero que los candidatos se unan y no hagan demagogia", dice un líder sindical
Pero la compañía de automoción con sede en Michigan, en suspensión de pagos desde noviembre, cerrará porque no le salen las cuentas después de haber fabricado direcciones, rodamientos y suspensiones de automóviles en la bahía de Cádiz durante un cuarto de siglo. Ni siquiera las cuantiosas subvenciones oficiales recibidas han sido suficientes para impedir su retirada. Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía, prometió encontrar una solución, que pasaría por una acción concertada de la Administración y el capital privado, para salvar el mayor número de empleos de una factoría que daba trabajo a otros 2.400 operarios de empresas auxiliares. "Nos dicen que no nos preocupemos, que no nos van a abandonar. ¿Dónde está el as de la manga?", lamenta Pepa, que fue portavoz del colectivo de esposas.
La campaña electoral arrancó nerviosa y triste en Puerto Real, jalonada por la incertidumbre, las gestiones oficiales y los cortes de carretera. La crisis es especialmente dura porque las alternativas laborales de quienes vayan al paro son escasas. El 80% de la plantilla tiene menos de 50 años. "Espero que los candidatos se unan y no hagan demagogia con este drama. Nuestro calendario de movilizaciones no lo cambia nadie. La ciudadanía reclama que las multinacionales de este tipo no campen a sus anchas", señala Antonio Pina, presidente del comité de empresa.
Los dos partidos mayoritarios, IU, con la alcaldía y 10 de los 21 concejales, y el PSOE, con seis escaños, también enarbolan la causa de Delphi, pero difieren en las posibles soluciones. "Es bastante difícil hacer campaña con este conflicto porque lo condiciona todo. Y la provincia de Cádiz no tiene musculatura industrial para absorber a corto plazo los excedentes laborales", admite José Antonio Barroso, regidor desde hace 24 años y nuevamente candidato. "Primero hay que capitalizar la empresa si se quiere ponerla en el mercado porque los americanos se han llevado la tecnología, las marcas, las patentes y la mejor maquinaria. Cualquier intento de capitalización pasa por una intervención pública". La candidata del PSOE, Ana Mosquera, observa tristeza electoral, no rechazo: "No estamos teniendo problemas. En todos los actos hacemos una mención a Delphi porque hay una mucha sensibilidad. La gente lo esta pasando mal".
Ajenos a las pugnas comiciales, un grupo de técnicos de la multinacional en quiebra sestea y habla de lo mismo en un lateral de las instalaciones. Vestidos con el mono azul de trabajo, agónicos, todos lamentan el finiquito de 25 años de seguridad y buenos sueldos: "Con todo el trabajo que hemos tenido. Ahora entendemos lo del capitalismo salvaje. Y lo más jodido es que se irán de rositas". No tanto, señalan fuentes empresariales: "Sólo en el último año, la empresa ha perdido 80 millones". Sin pedidos, ni equipos, la factoría languidece; contrariamente, la desesperación aumenta. "Y no hay manera de desconectar. Saltas por cualquier cosa contra tu mujer o tus hijos", señala uno del grupo. O al revés. Pepa admite los enfrentamientos con su marido: "Cargas los nervios contra quien tienes al lado, aunque sé que está peor que tú porque se ha pasado ocho horas en la fábrica sin hacer nada y sin saber qué va a ser de su futuro. Si las cosas no se arreglen, la relación de las parejas va sufrir".
El próximo día 19, si no se arbitra una solución, llamará a la huelga de hambre indefinida. Tampoco irradia optimismo Isidro Jiménez, empleado de Delphi y secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), asambleario, que acusa a la Junta de no haber "movido un dedo" en once meses. Espera poco de las elecciones: "Si la economía de libre mercado consagra la apertura y cierre de empresas a libre disposición de los empresarios, ¿qué van a cuestionar los alcaldes de los partidos mayoritarios que han votado esa economía de mercado? Nada". Definitivamente este sindicalista no cree en la prometida reindustrialización de la bahía de Cádiz. "Estamos reindustrializando desde que se abrió el canal de Suez".
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