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Reportaje:Fútbol | Espanyol-Sevilla, la gran final de la Copa de la UEFA

El milagro de Glasgow

El Espanyol, que evitó el descenso hace un año, y el Sevilla, que antes traspasó a sus mejores jugadores, se citan en una final europea

José Sámano

Hace justo un año el Espanyol pasó algunos minutos en Segunda. Fue el 13 de mayo de 2006, en la última jornada de Liga, hasta que un gol de Coro a la Real le sostuvo entre la élite. En aquellos días, Chica tenía las piernas forradas de cardenales a causa de su tránsito por el barbecho de Tercera con el Espanyol B y Marc Torrejón se hundía en Segunda B con el filial del Málaga. Un año antes, el Sevilla, que había regresado a Primera en 2001 y sobrevivía estrangulado por las deudas, subastó a sus dos mejores jugadores, Sergio Ramos y Baptista. Lo mismo que había hecho antes con Reyes. Hoy, el Espanyol, incluidos Chica y Torrejón, está instalado en un lujoso edificio del siglo XVII, el hotel De Vera Cameron House, a orillas del lago Lomond, a 45 minutos de Glasgow. No muy lejos convive el Sevilla, que se pasea como el único equipo europeo que puede ganar tres grandes títulos. Uno y otro se disputan hoy (20.45, Antena 3) la final de la Copa de la UEFA en Hampden Park, museo de dos piezas futbolísticas inolvidables: la final de la Copa de Europa de 1960 (Madrid, 7; Eintracht Francfort, 3) y el arabesco gol de Zidane al Bayer Leverkusen en la final de 2002.

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En Hampden Park todo es posible. Incluso que España se convierta hoy en el país con más títulos europeos, 29, uno más que Inglaterra. Señal inequívoca del histórico potencial de los clubes españoles -diez han disputado ya una gran final-, fuente inservible de la maltrecha selección. El turno le ha llegado a dos entidades con muchas raíces, dos instituciones con un competidor doméstico y que han pasado vicisitudes muy recientes. Con ventaja para el Sevilla, que ya despegó el pasado curso, uno y otro equipo tienen varios nexos. Y no sólo que los orígenes de la familia Lara, máxima accionista del Espanyol, sean sevillistas, puesto que el patriarca, el editor José Manuel Lara, estuvo vinculado al club de Nervión en su juventud. O que a Juande Ramos, técnico del Sevilla, aún le desvele su despido del Espanyol en la quinta jornada de Liga en 2002. Tanto un club como otro acunan a dos de las más productivas canteras del fútbol español y ambos se han especializado en revalorizar futbolistas. Con inversiones mesuradas, el Sevilla ha capitalizado de forma extraordinaria a jugadores nacionales (Palop, Navarro, David, Martí...) y extranjeros (Alves, Kanouté, Maresca, Adriano...). El Espanyol, al margen del uruguayo Pandiani y el argentino Zabaleta, ha puesto el foco en futbolistas nacionales de ida (Luis García, Gorka) y de vuelta (De la Peña, Rufete, Riera, Velasco, Lacruz). El proyecto, siempre con sus juveniles al quite, le ha permitido vivir una temporada excelente: la inició como campeón de Copa y la cierra como finalista europeo y una posición deshogada en la Liga. Un guiño para sus actuales dirigentes, que deberían repasar lo ocurrido el 18 de mayo de 1988. El Espanyol fue zarandeado por el Leverkusen en la final de la UEFA tras dilapidar un 3-0 alcanzado en la ida, el mismo día en que Núñez anunciaba el fichaje de Cruyff como técnico del Barça. Los senadores pericos, lejos de mantener el ideario, desmantelaron el plantel. Un año después el Espanyol estaba en Segunda.

El cartel de la final presenta a dos equipos atractivos. El Espanyol es el máximo goleador del torneo y el Sevilla, el segundo más eficaz de la Liga. Valverde, entrenador hoy y víctima como jugador del desastre del 88, ha exprimido una pareja inquietante para cualquier rival: De la Peña-Tamudo, el pase y el gol, una sociedad perfecta. El Sevilla juega en dos direcciones. Rueda por los costados, con Alves, Navas, Puerta y Adriano, y tiene otra vía por el centro, donde Kanouté sirve de ancla a todos sus compañeros. Las defensas son otra cosa. La UEFA ha entronizado a los dos porteros -Palop y Gorka- pero los centrales despiertan sospechas. -Escudé es la única baja por sanción-. Cada uno con sus armas, Sevilla y Espanyol vivirán una fiesta junto a más de 30.000 seguidores. Los dos son un ejemplo a seguir para quienes cambian de modelo cada temporada, desprecian sus viveros y se asfixian con aventuras financieras imposibles. En el fútbol nada es imposible. Y en Hampden Park, menos.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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