Rajoy niega que las municipales sean primarias, pero vende promesas para cuando llegue a presidente

Mariano Rajoy fue presentado ayer en Vigo -y no es la primera vez que sucede en la campaña- como "el próximo presidente del Gobierno". Y lo que vendió en esa ciudad fue una promesa que sólo podría cumplir tras las generales: en sus primeros 100 días de Gobierno impulsará el AVE a Galicia y licitará la parte que recorre la meseta. Sin embargo, en las respuestas a las preguntas formuladas por los periodistas, negó lo obvio: "Esto no son unas primarias de las generales, pero yo hablo de lo que preocupa a los españoles".

Rajoy le dio el máximo nivel a ese compromiso, con una firma pública ante los medios de comunicación del documento sobre las infraestructuras gallegas que su Gobierno haría.

La campaña del PP sigue discurriendo entre los temas propios que quiere introducir Rajoy, como el de las infraestructuras que centró su paso por Vigo y Ourense -en esta ciudad el último de los grandes representantes de las llamadas boinas, José Luis Baltar, le preparó un llenazo espectacular, muy distinto de los pinchazos de Murcia y Las Palmas- y el omnipresente asunto de las listas de ANV. Ayer, con un cambio de estrategia. En vez de criticar al fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, Rajoy le tomó la palabra. El líder del PP aprovechó unas declaraciones en una entrevista a EL PAÍS para exigirle que inste la ilegalización de ANV ahora que Batasuna ha pedido el voto para ellos, precisamente la hipótesis que planteaba el fiscal en la entrevista. "Si el fiscal tiene palabra, debe actuar contra ellos. Y si el Gobierno impide la participación de ANV en las elecciones, tendrá mi apoyo incondicional, aunque me temo que no lo harán".

Otros asuntos, como el de la corrupción urbanística y la unión entre política y ladrillo, interesan menos en este lado de la campaña. "Que barra primero su casa", le espetó Rajoy a Zapatero por sacarlo. Ayer esquivó la información publicada por EL PAÍS sobre la conversación entre un promotor y el concejal de urbanismo de Alhaurín el Grande, que llevó al juez a detener al alcalde, ahora en libertad. "Yo, en el asunto de Alhaurín, como en todos, estoy a o que digan los tribunales", respondió ante la pregunta de si el PP tomará algún tipo de medida disciplinaria. En cualquier caso, aprovechó para atacar a Zapatero. "El presidente del Gobierno habla mucho de corrupción, pero no tiene ninguna credibilidad hasta que no diga qué pasa en Ibiza, en Marbella o en la CNMV", señaló.

Galicia, la tierra de Rajoy, es uno de los lugares donde el PP se la juega a todos los niveles, interno y externo. Es un caso paradigmático, donde el PP domina el campo y el PSOE y el BNG tienen más fuerza en las ciudades, desde donde organizaron su oposición a Manuel Fraga y finalmente acabaron con su poder. El líder del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo, barón de confianza absoluta de Rajoy, que lo colocó allí después de una batalla interna contra los dirigentes del PP rural, tiene su primera prueba de fuego. Si mantiene las alcaldías de Ourense y sobre todo la de Vigo, para lo que necesita alcanzar la mayoría absoluta, será un éxito. Si no, el fracaso será notable.

En Ourense, Rajoy respondió a Zapatero, que le había acusado de tener "principios de hojalata". Lo hizo con ironía. El presidente, dijo, es marxista, pero de Groucho Marx, famoso por su frase "estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros". "El marxismo, el de Groucho, es el origen de todos los problemas actuales de España. El Gobierno es incapaz de tener un criterio político claro".