La paradoja de Helguera
El central es decisivo en las últimas remontadas del Madrid ante el Sevilla y el Espanyol, pero su futuro en el club sigue siendo incierto
Luca es un crío revoltoso. Tiene un año y parece demasiado embargado por sus asuntos para prestar atención a las tribulaciones de su padre, un tipo flaco y despeinado que sale a hacer calentamiento con las medias bajas cada vez que al Madrid le meten goles a discreción. Últimamente, ha tenido que repetir la operación dos veces. Contra el Sevilla y el Espanyol. Bien asesorado por Toni Grande, su ayudante, el técnico, Fabio Capello, ha llamado a Helguera con voz de alarma. Como quien pide un tapón para la inundación. Primero, porque el Sevilla ganaba por 0-1 en el descanso. Después, porque el Espanyol vencía por 1-3 otra vez en el minuto 45. En ambas ocasiones, el Madrid salió victorioso. El padre de Luca es el denominador común de las dos remontadas. El liderato no sólo es propiedad de los goleadores.
Cuando Capello afirma su autoridad en público, se refiere a Calderón y al caso del defensa cántabro
Desde que Capello decidió quitarle a Helguera la titularidad, el Madrid ha recibido seis goles en 180 minutos. Uno contra el Athletic, dos contra el Sevilla y tres contra el Espanyol. Con Helguera, en las segundas partes, durante un total de 90 minutos, ha metido cinco y no ha consentido ninguno. La victoria contra el Espanyol prolongó el estado de gracia de Capello, que acudió a su mesón navarro de toda la vida a brindar con pacharán. Allí no cenó solo, al contrario que tras perder con el Celta. El sábado por la noche lo esperaba una multitud de madridistas repentinamente capellistas. Encendido por el éxito, se paseó por el local haciéndose fotos entre aplausos. Según se deduce de las últimas jornadas, Capello ha estado menos lúcido o menos afortunado en el primer minuto que en el 45. Con los goles en contra, sometido al trauma emocional de asistir a la terminación del curso, ha recobrado su acierto. Los jugadores que metió desde el banquillo le resolvieron los enredos: Guti y Helguera primero y Reyes y Helguera después.
El fútbol es un deporte encriptado. Los jugadores son más que jugadores. Helguera, además de central diestro, es objeto de un conflicto de poder en el club. Por un lado, el presidente, Ramón Calderón, y su director general, Pedja Mijatovic, que se empeñó en venderle el pasado verano. Por otro, el vestuario con Capello al frente. Capello afirma que la naturaleza de su trabajo le hace un ser solitario y aislado. Se siente decepcionado por Calderón porque piensa que ha contratado a Bernd Schuster para sustituirlo. Sus relaciones se han deteriorado aunque a veces coincidan en el mesón. Cuando Capello afirma su autoridad en público -"nadie me da órdenes"-, alude a Calderón y al caso Helguera.
Helguera, que se considera heredero de Sanchis, representa un tipo de defensa tan incomprensible para Capello como lo fue el propio Sanchis. El cántabro sospechó que perdió la titularidad porque en su contrato hay una cláusula que prevé un sueldo extra por superar cierto número de partidos. El año pasado, López Caro hizo esto en respuesta a una solicitud de los directivos. En éste ha jugado 20 partidos completos. Según Capello, por decisión exclusivamente técnica. Él sobrevalora la velocidad de Cannavaro y Ramos. El sábado los creyó imprescindibles para cerrar los espacios que dejan Roberto Carlos y Cicinho. En el camino, se olvidó de que Helguera, menos rápido, le ofrecía salida de balón. Sin balón, el Madrid fue un equipo vacilante. El club negocia con el alemán Metzelder para la próxima temporada. Calderón sigue pensado en prescindir de Helguera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.