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Reportaje:Tenis | Masters de Roma

"Estaba un poco vacío, mareado y sin fuerzas"

Nadal supera el cansancio de su semifinal contra Davydenko y arrolla a González para lograr su cuarto título del año

Rafael Nadal ya tiene más títulos que años. Todavía en los 20, cuando la mayoría de los tenistas buscan su sitio en el circuito, el español cerró ayer su 77ª victoria consecutiva sobre tierra y logró su 21º trofeo apabullando al chileno Fernando González en la final del Masters de Roma (6-2 y 6-2). El triunfo pone en valor el tenis y la cabeza del mallorquín. Sus compañeros de profesión siempre han mirado con recelo sus músculos. Son armas con las que imponer un tenis menor, según cuchicheaban ex campeones y algunos tenistas al principio de su carrera. En Roma, Nadal volvió a demostrar que tiene juego, y mucho. Ganó sin piernas. Justo de gasolina. Y demostrando que anda sobrado de toque, estrategia y frialdad. La final es el resumen: machacado por una semifinal maratoniana, sólo pudo aguantar 15 minutos de entrenamiento en la mañana de ayer. El partido que decidió el título, son las cosas de Nadal, duró menos.

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La final fue un cursillo práctico de demolición. Algo así como ganar sin sudar y dando miedo. La fotografía del encuentro deja a un tenista arrollador frente a otro aplastado y empequeñecido. A Nadal viviendo dentro de la pista, agresivo e implacable; lanzándose encima de la bola para dominar el ritmo, los tiempos y hasta la forma en que soplaba el aire. A González, metros por detrás de la línea de fondo, golpeado, movido, desplazado y empujado centímetro a centímetro hasta los bordes de la grada por los golpes de su rival.

La combinación, por explosiva y desequilibrada, no entraba en las previsiones de nadie. Nadal ya había avisado en la víspera: "Estoy muerto, desgastado mentalmente". Él mismo certificó el diagnóstico en la mañana de ayer, consumido y exhausto tras su semifinal contra el ruso Nikolay Davydenko, que duró más de tres horas: "Tenía los abdominales cargados, aunque las piernas las tenía bien", reconoció el español. "Estaba un poco vacío, mareado, sin fuerzas. He ido a entrenarme, he durado 15 minutos y me he metido al vestuario", añadió.

Que Nadal estaba vacío, sudando su doble apuesta por el individual y el dobles camino de los cinco sets de Roland Garros, se supo tras el partido. Y ya es raro. Extraño. Inquietante. Es raro que González no le buscara en las esquinas, extraño que no apostara por un partido a zapatilla quemada e inquietante que no quisiera descubrir si haber visto a Nadal chupando barritas energéticas durante su encuentro contra Davydenko quería decir algo. Ahí estuvo la final. Y ahí, en su incapacidad para dominar los peloteos, para aguantar con antebrazo firme las acometidas de Nadal, González despejó un misterio que ocupaba al mundo del tenis desde el mes de enero.

Se llama la cuestión trasero. Y se desarrolló en la caseta del club del Open de Australia, cuando Nadal explicó que había sido su "famoso culo", una inoportuna lesión en el glúteo, lo que le había impedido ganar al chileno en los cuartos de final del primer grande del año. "Nadal jugó hoy [ayer] de forma excepcional", se defendió González en Roma. "Es difícil afrontar a un jugador que, como él, se siente tan cómodo sobre la tierra batida, máxime cuando yo no lo estuve. El motivo de que no haya jugado bien fue Nadal. No me dejó hacer mi juego. Me impidió desarrollar mi táctica con sus golpes, que me mantenían fuera de la pista", afirmó.

El español, que dicen los viejos aficionados, recuperó sus mejores sensaciones desde el principio del partido. ¿Y qué son buenas sensaciones en el tenis? Buenas sensaciones son comenzar una final rompiendo el servicio al adversario. Buenas sensaciones son sacar como mandan comer los nutricionistas: variado, con sustancia y sin prisas. Buenas sensaciones son ganar el primer servicio en blanco; hacer del lado propio un huertito estrecho y corto, manejable; convertir el contrario en un valladar indefendible para el rival, de tan grande y tan profundo, y demostrar que no hay final ni partido. Que lo que hay y lo que habrá es victoria de Nadal y nada más desde el primer peloteo.

González, aplicado en la lección, entendió el mensaje desde el principio. Al chileno le han colgado la etiqueta del Bombardero de la Reina, pero ayer fue más bien una avioneta con pedorretas, falta de combustible. No tuvo tiento ni arrojo. Fue un jugador tímido. Débil. Alejado del peligro que se le supone a su derecha y sin convicción en la pelea. En su defensa puede esgrimir un dato: Nadal se ha convertido en el tenista que más títulos ha ganado en lo que va de año: cuatro. Ya no es un especialista. Es un jugador con un tenis plural. Vence en pista dura (Indian Wells) y sobre tierra (Montecarlo, Barcelona y Roma). Y su paso por la arcilla europea, que es la que más puntos da, que es la que le ha dejado más cerca que nunca del suizo Roger Federer, el número uno, es más que firme. Es incontestable: durante tres años ha ganado en Montecarlo, Barcelona y Roma. Un triple triplete. La triple corona sobre tierra.

Nadal, sin embargo, no para: el miércoles ha prometido debutar en Hamburgo, el último torneo masters de tierra, al que más que el interés propio le lleva su compromiso personal en la defensa de la temporada de arcilla -donde se ganan las habichuelas los españoles-, amenazada por los cambios de calendario propuestos por la ATP.

El manacorense, claro, participa en el debate con los galones del número dos mundial. Desde ayer también es emperador de Roma. Ni Pietrangeli, ni Santana, ni Nastase, que forman parte de la historia de su deporte, tres hombres que le siguieron ayer atentamente desde la tribuna de honor, ganaron nunca tres veces seguidas el torneo. Nadal tiene en sus manos compartir estrado con ellos algún día. Por ahora, lleva un ritmo impecable. Ya nadie habla de músculos. Ahora se habla de su tenis. Y pronto, de su camino en busca de su tercer grand slam: el 27 de mayo arranca Roland Garros.

Rafael Nadal saca durante su partido de ayer contra el chileno Fernando González.
Rafael Nadal saca durante su partido de ayer contra el chileno Fernando González.ASSOCIATED PRESS

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