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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Líquidos sin control

Seis meses después de que entrase en vigor el reglamento europeo sobre la prohibición de líquidos en el equipaje de mano para volar, los expertos consideran que se trata de una medida no ya engorrosa, hasta el punto de haber convertido los aeropuertos en un suplicio para los pasajeros, sino perfectamente ineficaz desde el punto de vista de la seguridad. Los escáneres utilizados en los controles no permiten detectar líquidos que serían potencialmente peligrosos incluso en proporciones menores a los 100 mililitros autorizados. Por otra parte, los expertos advierten de la facilidad con la que los eventuales terroristas podrían sortear esta prohibición. Con sólo actuar en grupo estarían en condiciones de sobrepasar el límite de líquido autorizado a cada pasajero. Además, no tendrían dificultad en introducir por separado los diversos componentes de una sustancia peligrosa.

La propia Comisión Europea ha admitido que adoptó el reglamento sin un detenido estudio previo, dejándose llevar por la experiencia de la policía británica y norteamericana. A esta precipitación inicial se han sumado las evidentes dificultades de aplicación de las medidas de control y, sobre todo, la falta de un criterio claro y común en los principales aeropuertos del mundo. Las exigencias a los pasajeros cambian de un punto de embarque para otro, lo mismo que en los tránsitos y destinos finales. La confusión sobre la extensión de las prohibiciones se acrecienta cuando, aparte de los equipajes de mano, entran en juego los productos que se adquieren en las tiendas sin impuestos que existen en los aeropuertos. Los responsables de estos establecimientos se han quejado de que, ante las dudas generadas por la disparidad de criterio con que las diversas autoridades aplican el reglamento, los pasajeros están optando por evitar las compras. Pero no se trata sólo del perjuicio económico para un sector: se dan casos en los que, por la insuficiencia de medios, los líquidos de los equipajes de mano son sometidos a un control más exhaustivo que los que llegan a las tiendas de las zonas de embarque.

Por rápida y poco transparente que fuera la decisión de adoptar el reglamento en la Comisión Europea, resulta difícil imaginar que ninguno de los funcionarios que participaron en su adopción tuviera siquiera una mínima sospecha de su ineficacia. Si callaron es por la misma razón por la que los pasajeros soportan lo que a todas luces es una violación de su intimidad. En realidad, lo que inspira estas medidas más engorrosas que eficaces no es sólo el deseo de garantizar la seguridad, sino el de minimizar la responsabilidad en el caso de que algo falle. Cuanto mayor es el espectáculo de los controles, menor sería la posibilidad de reclamar por los auténticos fallos de seguridad que pudieran cometerse.

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